ASUNTOS PROPIOS

Rafael Tous: "El valor económico de mis obras me importa un pito"

Ha donado 1.100 obras de arte conceptual al Macba, 20 de ellas se exponen en el Convent dels Àngels

Rafael Tous, coleccionista y mecenas en su casa.Contra ulls tancatsFotografia de JOAN CORTADELLAS

Rafael Tous, coleccionista y mecenas en su casa.Contra ulls tancatsFotografia de JOAN CORTADELLAS / JOAN CORTADELLAS

Núria Navarro

Núria Navarro

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Donar al MACBA 1.100 obras de arte conceptual –eso ha hecho el empresario textil y mecenas Rafael Tous (Barcelona1940), y una veintena se expone en el Convent dels Àngels– se dice pronto. Pero es una barbaridad. Da la medida de la enfebrecida pasión por el coleccionismo de este caballero que ha desafiado los mandatos de su tiempo y de su clase. Su mansión de Pedralbes, atestada de libros, piezas africanas, pinturas y fotografías, cómics y revistas, es el paraíso del culturópata.

-Cuesta desprenderse de 1.100 obras de arte, ¿no?

-Era imposible guardar todo eso en casa. Lo consulté con mis cinco hijos y estuvieron de acuerdo. A mí lo que me importa es que los artistas, que estuvieron muy abandonados por el mercado y las galerías cuando empezaron, y que pudieron seguir gracias a mi respaldo, durante 40 años, sean reconocidos.

-¿Algún desagradecido?

-Ninguno. La amistad que tengo con ellos es impresionante.

-¿Esa urgencia coleccionista suya de dónde le viene?

-Cuando tenía 2 años murió mi hermano de la polio. Me encerré en la lectura –Emilio Salgari, Mark Twain...– y forré las paredes de mi habitación con carteles de cine. A partir de ahí, empecé a coleccionar de todo.

-¿En casa había clima?

-Mi padre tenía una pequeña fábrica textil en Sabadell y yo estudié Ingeniería textil para trabajar con él. Viendo que la empresa no tenía futuro, a los 25 años entré en Burberry, donde quintupliqué las ventas. Cuando me separé de Carmen Godia –la primera de mis cuatro esposas–, mi padre dejó de hablarme. Para siempre. Como católico, no podía tolerar el divorcio. Hice las paces con mi madre cuando él murió, porque no le permitía verme.

-¡Qué dice!

-Me quedé solo y más pelado que una rata. Tenía que sobrevivir. Hice una prenda –una cazadora militar– y vendí 50.000. Así empecé mi negocio de confección. En la época de la guerra de Vietnam, diseñé camisetas políticas que llevaba con el coche a la tienda de una amiga en Platja d’Aro y fueron un éxito total. 

-No estaba afiliado al partido comunista, pero casi.

-Era –soy– de izquierdas. Fue una reacción al mundo de mi familia política, que era muy de derechas. Me hice amigo de Josep Niebla y le acompañaba a las manifestaciones con mis hijos, con la hoz y el martillo en las camisetas. Empecé a comprar obra de contenido político, hasta llegar a las 200 piezas. Una de las primeras fue de Artur Heras, en la que había un jeep de la policía quemándose. Luego empecé a coleccionar arte conceptual.

-Cuénteme un ejemplo de buen negocio con el arte.

-Compré un Manolo Millares por 3.000 euros y puede que ahora ronde el millón. Pero el valor económico de la obra de arte me importa un pito. Lo que me interesa es el mensaje. La parte humana del artista.

-No tiene 'tàpies', ni 'barcelós'...

-Me pulí los dos o tres 'tàpies' que tenía. Joan Brossa lo trajo a casa a ver unas películas rusas mudas, se zampó un aperitivo de narices y al día siguiente inauguró en la galería Joan Prats y no me dijo ni "hola". No me interesó como persona. Y a Barceló, le hice una exposición en la Sala Metrònom, le dije que le compraba todas las obras y me contestó una barbaridad. Las cuestiones humanas no las dejo pasar nunca. Yo me guío por lo que siento.

-Singular brújula. ¿Cómo ha educado el gusto?

-En los jesuitas era el número uno en dibujo. Desde pequeño llenaba miles de libretitas. Diseñé el interiorismo de las 'boîtes' de Barcelona, donde tenía palco en todas. Mi frustración es no haber sido arquitecto. Habría hecho cosas verdaderamente asombrosas.

-Pudo estudiar más tarde.

-Los negocios han sido una forma de producir beneficios para dedicarme a la cultura. Me han permitido montar una biblioteca con 250.000 libros, y comprar arte y fotografía.

Piezas de la colección de Rafael Tous expuestas en el Convent dels Àngels.

Piezas de la colección de Rafael Tous expuestas en el Convent dels Àngels. / Enric Fontcuberta

-Llega el fin del mundo y tiene que quedarse solo con una. Elija.

-La de Pere Noguera, la primera que compré, y que está en el MACBA. Pero estoy enamorado de todo lo que tengo. Es como elegir una de las cuatro mujeres que he tenido... 

-¿Otro tipo de coleccionismo?

-Quiero tanto a las mujeres que Metrònom era la única sala de Europa que hizo un 50% de exposiciones de artistas mujeres. He respetado su terreno de una manera infinita. Solo que la convivencia dura un tiempo determinado. Me llevo bien con todas y he logrado que mis cinco hijos se quieran con locura. Todos tienen una mentalidad similar a la mía. Quiero que hereden mi pensamiento, no mis obras.

-¿Cómo sería un retrato conceptual suyo?

-Nací el 4 de agosto. Soy dragón y Leo. Siempre supe lo que quería.

-El 'dragón' tuvo un susto hace cinco años.

-Tuve una pupa en la boca que emigró al cerebro. Una encefalitis. Estuve dos días en el Clínic a punto de diñarla. Ahora tengo memoria de los 1 a los 40 años, pero no recuerdo el nombre de mis nietos. Leo cada día libros de 300 páginas. Pero no me desaliento. Siempre pienso en el futuro. El secreto es tener confianza en uno mismo.

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