NO SOLO FÚTBOL

Camilo Sesto canta a Valverde

Con Valverde, ganando, perdiendo o empatando, no hay alegría posible y la canción va a ser siempre la misma

Valverde gesticula durante el partido entre el Barça y el Borussia Dortmund, el pasado 27 de noviembre en el Camp Nou

Valverde gesticula durante el partido entre el Barça y el Borussia Dortmund, el pasado 27 de noviembre en el Camp Nou / periodico

Josep Martí Blanch

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"Vivir así es morir de amor y por amor tengo el alma herida". ¿Quién no tiene una lista de asuntillos pendientes? Sueños o tareas que uno deja para un mañana que nunca llega. Pues bien, se acabó la procrastinación. Me he sacado dos de encima de una sola tacada. La primera, cantar a capela una balada de Camilo Sesto en la alameda de Alcoi que lleva su nombre. Para ser sinceros, hay que decir que mi interpretación se quedó a medias. Quien me acompañaba decidió, cuando yo declamaba ya con los ojos en blanco el «soy mendigo de sus besos, soy su amigo, quiero ser algo más que eso», que era más que suficiente y que los vídeos que empezaban a grabar los transeúntes no le harían ningún bien en las redes sociales a mi indiscutible posicionamiento como persona seria y fiable. Pero aún sin coronar toda la letra he decidido que cuenta como sueño realizado. No hay que ser quisquilloso con estas cosas.

La otra cuestión pendiente que también he resuelto es seguir de cerca un partido del Alcoyano, que se enfrentaba en el estadio de El Collao al Eldense en el derbi de la jornada del grupo F de la Tercera División. Ganó el equipo de Alcoy, líder destacadísimo y que todavía no conoce la derrota esta temporada, por 2-0. Quería probar desde hace tiempo si los 10 euros de la entrada eran suficientes para injertar a mis días algo de la proverbial moral del equipo alicantino. Doy fe que el efecto es inmediato, aunque pueda que sea más atribuible al Café Licor que beben en la tierra de los moros y cristianos más que al fútbol. De entrada, me pasé la vuelta a Barcelona cantando en bucle en el Talgo la canción 'Mola mazo', «no le temo al mañana de hoy si me dejan ser quien soy», con la moral por las nubes, convencido de que Messi ganará este lunes su sexto Balón de Oro y que antes de que acabe el 2019 veremos reír a Ernesto Valverde a mandíbula batiente. Bueno, esto último puede que sea exagerar. Si el entrenador del Barça tuviera también entre sus aficiones interpretar canciones de Camilo Sesto no se movería de una de las estrofas del tema Getsemaní, grabado en 1975: «Yo tenía fe cuando comencé. Ahora estoy triste y cansado. Mi camino de tres años me parece que son treinta. ¿Y qué más puede un hombre hacer?». ¿Treinta? A los demás nos parecen, como mínimo, cincuenta.

Hace ya algunos años que se publicó un estudio que aportaba argumentos científicos a la verdad popular que da por hecho que los perros se asemejan a sus dueños. Con Valverde ha pasado lo mismo. Un hombre que no sonríe ni en una fiesta de cumpleaños, si se le da tiempo, acabará construyendo un equipo en el que la alegría no se contará entre los ingredientes principales. Nadie espera de un alérgico a los frutos secos que adorne sus ensaladas con nueces de California. Con Valverde todo se adereza con vinagre, sea de Jerez o de Módena. Vinagre a fin de cuentas. Incluso ganando, o haciendo incluso de vez en cuando un buen partido, el Barça que convertía sus temporadas en una celebración de la vida es ahora un recordatorio de que esto es un transitar por un valle de lágrimas al que se ha venido a sufrir y no a otra cosa. A veces parece que el banquillo del Barça esté ocupado por un monje benedictino, en concreto el Venerable Jorge de Burgos de 'El nombre de la rosa': «La risa mata el miedo, y sin miedo no puede haber fe». Sin alegría tampoco buen fútbol, o no el fútbol que se exige y se quiere del Barça, pero esto lo añadimos nosotros, no los benedictinos.

Escribes dos párrafos de Valverde, y es igual que vengas del campo del Alcoyano, que ya empiezas a buscar con ansiedad pastillas de litio en los bolsillos para reequilibrar tu estado de ánimo con la ayuda de las farmacéuticas. Y es que a estas alturas ya sabemos lo suficiente. Con Valverde, ganando, perdiendo o empatando, no hay alegría posible y la canción va a ser siempre la misma. Que acabe por mí el gran Camilo: «Y no podemos más, no podemos más, estamos hartos de rodar como una noria».

¿Quieres ser mi amante?

Ni siquiera acercarte a Alcoi basta para poder sacar el agua en claro de cuándo y por qué se produjo la epifanía que dio sentido a la frase «tener más moral que el Alcoyano». Las respuestas varían en función de a quién hayas dirigido la pregunta. Así que es mejor no darle vueltas al asunto y asumir que, al igual que con tantas otras frases hechas, lo más sensato es dejarla en el cajón de los misterios que no admiten resolución. Además, la frase no tardará mucho en dejar de ser útil, porque nadie la utiliza entre las generaciones más jóvenes. Será conocimiento inútil. O una prueba de edad: como saberse la letra de '¿Quieres ser mi amante?'.