La carrera tecnológica

Inteligencia artificial, el nuevo petróleo con el que Emiratos Árabes busca expandir su influencia mundial

Mohamed Bin Salmán, el Maquiavelo del desierto que quiere comprar el mundo

El presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed, reza junto a otros dirigentes de la federación del Golfo.

El presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed, reza junto a otros dirigentes de la federación del Golfo. / Ryan Carter / Reuters

Carles Planas Bou

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"Quién lidere la inteligencia artificial gobernará el mundo". En septiembre de 2017, el presidente ruso Vladímir Putin lanzó esta advertencia ante un grupo de estudiantes. Un mes más tarde se creó el primer ministerio del mundo centrado en la IA. Sin embargo, no fue Rusia quién tomó la delantera. Tampoco Estados Unidos, gran potencia militar, económica y científica, ni China, quién ese mismo verano había anunciado su estrategia nacional para convertirse en 2023 en el gran referente mundial de este campo. Fue un país que la mayoría no podía imaginar: Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Extendida sobre casi 80.000 kilómetros de árida planície en el sur del Golfo Pérsico, esta federación de monarquías aspira a ser uno de los grandes actores geopolíticos de nuestra era. Durante las últimas décadas, el acceso a ingentes reservas de petróleo permitió que el país se situase en el mapa. Ahora, las opulentes élites políticas emiratíes están invertiendo parte de la riqueza obtenida con el crudo en tecnologías emergentes para diversificar su economía y proyectar su influencia más allá de sus fronteras. Esta táctica está siendo desplegada por los fondos soberanos de la familia gobernante de Abu Dabi, encabezada por el presidente Mohamed bin Zayed Al Nahayan, que gestiona activos por un valor acumulado de 1,5 billones de dólares.

EAU apostó por la IA "antes de que estuviese de moda", como reconoció Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, la empresa que ha alumbrado ChatGPT. Esa estrategia está dando sus frutos. El año pasado, un equipo de científicos del país desarrolló uno de los mejores modelos de lenguaje de código abierto del mundo, superior a Llama 2, de Meta, y similar a PaLM 2, de Google. Todo un hito. Entrenado con 180.000 millones de parámetros, el sistema fue bautizado como Falcon, el ave nacional del país.

Influencia mundial

La relevancia de EAU se ha hecho más evidente en los últimos meses. Pesos pesados del sector tecnológico como Satya Nadella, director general de Microsoft; Jensen Huang, presidente de Nvidia; o el mismo Altman han visitado el país. El martes, Microsoft anunció que invertirá 1.500 millones de dólares en G42, el principal consorcio emiratí de desarrollo de la IA, un movimiento que reforzará la posición del país "como centro mundial de la IA". En febrero, Altman se reunió con el jeque Tahnoun bin Zayed Al Nahyan, hermano del presidente de EAU y gestor del gran fondo soberano de Abu Dabi, para proponerle invertir en una nueva empresa capaz de competir en la fabricación de microchips. Según desveló The Wall Street Journal, el proyecto pretende reunir 7 billones de dólares, una suma que equivale a un cuarto del PIB de EEUU y a más de cuatro veces la riqueza de España.

La promesa de poder que alberga esta tecnología ha despertado una fiebre inversora casi inaudita en el mundo del capital riesgo. El Gobierno de EAU lleva años extendiendo sus tentáculos hacia empresas extranjeras —como la opa que prepara sobre la española Naturgy—, pero ahora también busca aprovechar ese tsunami de dinero para hacerse un sitio en el mercado de los chips, tan complejo como estratégico para el rumbo de la economía mundial. La producción de estos componentes semiconductores depende de Taiwán, una isla cuya soberanía reclama China. Ante esa disputa territorial, que amenaza con disparar las tensiones geopolíticas, EEUU ha puesto en marcha una estrategia de repliegue para reducir su dependencia. Los emiratíes también pretenden sacar partido a ese giro. Un estudio de PwC calcula que la IA podría aportar hasta 96.000 millones de dólares al PIB del país en 2030.

Abu Dabi pretende convertirse en un gran proveedor de IA para otros países del Sur Global, usando su posición de privilegio como una herramienta diplomática. "Eso podría generar tensiones con China, que se disputa ese espacio de influencia", explica Marta Galceran, investigadora principal de Cidob y líder del Global Observatory of Urban Artificial Intelligence. "A EAU no le interesa la competición (...), aún juegan a hacer equilibrios entre Washington y Pekín".

Atractivo internacional

El ascenso de EAU también se debe a su opulencia. Por un lado, la federación cuenta con abultadas reservas de petróleo, gas natural y energía solar que le facilitan generar la electricidad suficiente para alimentar los voraces centros de datos en los que se sustentan tecnologías como la IA. Por otro, esa riqueza permite ofrecer sueldos desorbitados para fichar a los mejores ingenieros informáticos del mundo, una profesión cada vez más demandada. Además, el país no aplica impuestos sobre la renta. Competir contra esos atractivos es complicado. Entre 2021 y 2023, EAU ha cuadruplicado el número de residentes que trabajan en la IA, que ya superarían las 121.000 personas, según cifras del Gobierno de Abu Dabi. Ese talento, apunta Galceran, también contribuye para formar a los ciudadanos emiratíes.

El plan del ministro Omar Al Olama, de tan solo 34 años, también usa el capitalismo autocrático del país como una ventaja para crecer más rápido que la competencia. Así, se permite a las compañías de IA entrenar sus modelos con los datos médicos de los ciudadanos —si bien anonimizados—, algo impensable en Europa. Sin embargo, esa falta de libertades también podría jugar en su contra. Organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional han denunciado durante décadas el "pésimo historial de derechos humanos" en EAU, que sigue reprimiendo a la disidencia y a las minorías.

Arabia Saudí, un aprendiz ambicioso

EAU no es el único país árabe que ha pisado el acelerador tecnológico. Arabia Saudí ha seguido los pasos de su rival regional para tratar de posicionarse como la nación líder en IA en Oriente Medio. Es por eso que el régimen liderado de facto por el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán planea la creación de un fondo de inversión en esta tecnología dotado con hasta 40.000 millones de dólares, según adelantó The New York Times, lo que convertiría a la cuna del islam en uno de los mayores actores de ese emergente mercado. Además, Riad también está ofreciendo precios energéticos más bajos para captar a empresas que construyan centros de datos en su desierto.

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