Un centenar de desaparecidas

Una década esperando a las jóvenes nigerianas secuestradas por Boko Haram

El 14 de abril de 2014, la organización yihadista Boko Haram secuestró a 276 estudiantes en Chibok, en el noreste de Nigeria. Este domingo se cumplirá una década del secuestro, y un centenar de las estudiantes siguen desaparecidas

Los 137 estudiantes secuestrados de Kuriga, liberados.

Vista general de un aula en la reabierta escuela secundaria gubernamental para niñas en Chibok.

Vista general de un aula en la reabierta escuela secundaria gubernamental para niñas en Chibok. / LAURIE CHURCHMAN / AFP

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Cada vez que escucha a alguien acercarse a su puerta, Mary Shettima piensa que su hija Margaret está de regreso, 10 años después de ser secuestrada en Nigeria por combatientes de la organización yihadista Boko Haram.

Margaret, que este año cumplirá 29 años, es una de las 276 estudiantes secuestradas el 14 de abril de 2014 por miembros de Boko Haram en la pequeña localidad rural de Chibok, en el estado de Borno (noreste), y forma parte del centenar de las que siguen desaparecidas. Este secuestro causó gran emoción en todo el mundo y desencadenó la campaña internacional llamada "Traigan de vuelta a nuestras niñas" (en inglés, Bring back our girls).

Mary Shettima no sólo piensa en su hija, sino también en todos los demás niños secuestrados en el país. "Pienso en sus padres y rompo a llorar", dice a la sombra de un baobab.

Pero una década después los secuestros masivos siguen siendo una realidad en esta parte de Nigeria, donde el conflicto con Boko Haram es responsable de una de las peores crisis humanitarias del mundo con más de 40.000 muertos y más de dos millones de desplazados. Y, a pesar de sus reiteradas promesas, el Gobierno nigeriano no logra restablecer la seguridad.

"Seguimos educando a los niños"

La región de Chibok aún vive bajo la amenaza de ataques y secuestros. La AFP pudo llegar hasta allí bajo escolta militar tras un viaje de seis horas por las polvorientas carreteras que la conectan con la localidad de Yola.

El Ejército reforzó su presencia en el lugar y la escuela donde fueron secuestradas las 276 niñas en 2014, que reabrió sus puertas en 2021, está ahora protegida por un muro de hormigón y alambre de púas. Entre los escombros, el subdirector de la escuela, Bature Sule, explica que muchos padres de esta pequeña ciudad predominantemente cristiana están contentos de que "seguimos educando a los niños".

Subdirector de la escuela

Subdirector de la escuela Bature Sule. / LAURIE CHURCHMAN / AFP

Desde sus nuevas aulas, los estudiantes pueden observar cómo el polvo se eleva hacia las ruinas carbonizadas de los antiguos dormitorios quemados por los combatientes de Boko Haram cuando secuestraron a las niñas de Chibok. Hauwa, que tenía 16 años en el momento del ataque y pasó tres años en cautiverio, recuerda la noche en que sus secuestradores llegaron en motocicletas. "Gritaban y disparaban al aire. Estaba aterrorizada pensando que nos matarían", relata.

Práctica extendida

Los militantes de Boko Haram, que atacan escuelas cuya enseñanza consideran demasiado occidental, llevaron a cabo los primeros secuestros masivos de escolares en Nigeria para pedir rescates. Una práctica que ahora se extendió por todo el país, porque resulta lucrativa para los secuestradores. Más de 1.680 estudiantes fueron secuestrados en escuelas nigerianas entre 2014 y 2022, según la oenegé Save the Children.

Los residentes de Chibok todavía escuchan disparos provenientes de pueblos vecinos donde los islamistas llevan a cabo redadas. Hace unas semanas Nigeria volvió a vivir dos secuestros masivos: uno en el mismo estado de Borno, donde fueron secuestradas un centenar de personas, principalmente mujeres y niños, y otro en el estado de Kaduna, en el noroeste del país, donde más de 130 niños fueron secuestrados de su escuela.

Recuperar los años perdidos

Poco después del secuestro de Chibok hace una década, 57 niñas lograron escapar y, desde entonces, más de un centenar fueron rescatadas o liberadas después de que los islamistas llegaron a acuerdos con las autoridades. Muchas intentan recuperar los años perdidos y retomaron sus estudios.

En la ciudad de Yola, a medio día de viaje al sur de Chibok, la AFP pudo hablar con varias excautivas que estudian en la universidad estadounidesne de la ciudad. Grace, que tenía 17 años cuando fue secuestrada, espera convertirse en enfermera. "Destruyeron mi vida. Sin ellos ya habría terminado mis estudios", suspira.

Como sus compañeras de desgracia, fue llevada a la fuerza al bosque de Sambisa, un escondite de islamistas, donde la comida era insuficiente y donde tenían que correr para esconderse durante los vuelos aéreos del Ejército. Muchas de sus camaradas fueron casadas con sus captores, mientras que otras, como ella, fueron obligadas a trabajar como esclavas. Cuando fue liberada después de tres años de cautiverio, "no podía dejar de llorar", detalla.

Sin perder la esperanza

Hauwa, de 26 años, estudiante de Comunicación, piensa diariamente en las niñas aún cautivas. "Tengo la impresión de que al Gobierno no le importan todas estas personas", dice furiosa. El portavoz del presidente nigeriano, Bola Ahmed Tinubu, no respondió a numerosas solicitudes de la AFP al respecto.

"El Gobierno nigeriano no aprendió nada tras lo ocurrido", lamenta Jeff Okoroafor, miembro del equipo del movimiento "Traed de vuelta a nuestras niñas". "Por eso los secuestradores todavía se atreven a secuestrar niños", destaca.

Padres y familiares sostienen retratos de sus hijas durante una conmemoración.

Padres y familiares sostienen retratos de sus hijas durante una conmemoración. / AUDU MARTE/ AFP

Las madres de las niñas de Chibok no pierden la esperanza. Muchos padres murieron y los que quedan viven en un estado de angustia constante que se suma a las dificultades de vivir en una de las regiones más pobres del mundo. Muchos encuentran consuelo pensando que sus hijas regresarán. "Mi hija volverá pronto", sueña Mary Shettima, cruzando las manos sobre las rodillas. "Es la esperanza lo que me mantiene viva", resume.