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Un grupo de jóvenes camina por Moscú junto a establecimientos abiertos

Un grupo de jóvenes camina por Moscú junto a establecimientos abiertos / Àlex Bustos

Àlex Bustos

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¿Comprar un libro de Tólstoi a las 3 de la mañana? En Moscú se puede. ¿Comer una sopa y un filete a las 2 en un buen restaurante? En Moscú se puede. ¿Un ramo de flores a las 4:30? Sin problemas, ¿de rosas o de margaritas?

Desde la guerra fría Rusia compite con Estados Unidos y de la misma forma que Nueva York, la gran “Yabloko” – manzana en ruso – no descansa. En un restaurante ucraniano del centro, a medianoche, hay ambiente. Hay algunas parejas se han citado después de un largo día de trabajo. También hay un grupo de hombres algo más ruidosos que alegremente recuerdan viejas batallitas de cuando eran más jóvenes con 'pelmeni¡ – raviolis típicos de Siberia – en la mesa.

Además de los típicos restaurantes de comida rápida, bastantes locales de la capital rusa tienen actividad hasta tarde o incluso a cualquier hora del día. Eso también va más allá de las discotecas, bares y “minimarkets” para emergencias. Incluso para ocasiones que suenan tan poco atractivas para salir como un domingo por la noche unos días después tras un atentado, no hay una gran avenida de la ciudad donde no haya un buen volumen de coches circulando.

Mareb, un hombre de origen georgiano residente en Moscú, apunta a la hospitalidad rusa como causa de que algunos negocios funcionen durante 24 horas."No importa la hora que sea que recibimos con las puertas abiertas a los invitados” explica.

Después del restaurante, la siguiente parada es una librería. Para llegar, hay tres opciones: taxi, a pie y en bus. Paradójicamente, el metro, el transporte público más eficiente de Moscú, sí duerme entre la 1 y las 5:30 de la madrugada. Por encima del suburbano, hay obras en algunos edificios, que a juzgar por los sonidos que salen de ellos, no paran por la noche. Ruidos de sopletes y hormigoneras delatan que sobre el suelo, se sigue trabajando, algo que se refuerza por algunas chispas que caen de una cara del edificio.

Librería poco frecuentada

Como es de esperar, no hay mucha gente en una librería a estas horas. En la planta baja hay un hombre en la parte de cafetería que parece no saber qué hacer para que el reloj corra más rápido. Uno de los dependientes, un joven llamado Aleksey, cree que con estos horarios “facilitan las compras a aquellos que trabajan hasta tarde, durante toda la noche”. La tendencia a tener negocios 24 horas “aumenta las posibilidades laborales de los jóvenes”, y es una de las razones por las que muchos rusos que han estado en países de la UE se mosquean cuando no pueden comer una paella a las 6 de la tarde en ciudades no turísticas o no encuentran supermercados abiertos en los fines de semana.

Vista de la calle desde la cafetería de la librería

Vista de la calle desde la cafetería de la librería / Àlex Bustos

No muy lejos de la librería, hay un supermercado conocido por ser relativamente caro para el nivel de vida en Rusia. No es difícil encontrar agua embotellada de las Islas Fiyi, snacks de parmesano o aceite de oliva con trufa. Sus trabajadores aprovechan que no es precisamente hora punta para reponer el stock antes de que empiece a llegar clientela en abundancia. Entre ellos, unos pocos clientes les sortean para comprar algunos productos. Una mujer que lleva un chihuahua lleva una botella de zumo de frutas exóticas en la mano y un hombre que ansiosamente da vueltas buscando algún producto que no encuentra son algunos de ellos. A pesar de las sanciones, muchos de los productos en los estantes provienen de países occidentales. Tetrabriks de gazpacho, cerveza alemana y refrescos estadounidenses lucen en los estantes, listos para que cualquier ruso los adquiera.

También hay floristerías abiertas las 24 horas del día. No es necesario ir a una en específico, pues las hay en la mayor parte de barrios de Moscú. Aunque no rebosan clientes, hay dos trabajadores que no dejan de preparar ramos de flores para cuando algún cliente se asome. Ambos son extranjeros, posiblemente de Asia Central. “Es cierto que no hay muchos compradores a estas horas. Pero los hay” explica Tarla. Detalla, que entre los que pasan a estas horas, prácticamente son “todos hombres, no muy viejos, que buscan comprar para su mujer o para su hogar”.

Una puerta de una tienda en la que se lee abierto las 24 horas

Una puerta de un restarurante en la que se lee que está abierto las 24 horas / Àlex Bustos

Ambos trabajan en turnos de 8 horas. Su compañero cuando oye de refilón que en España la mayor parte de las tiendas no trabajan comenta risueño que eso le parece “muy mal” y dice que en Rusia es así porque “los rusos y rusas adoran las flores”. Al contrario de lo que pueda parecer, volver a casa tan tarde no es complicado. En pocos minutos un taxi se prestará a dar el servicio, cobrando más que sus homólogos diurnos pero no mucho más.  

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