Guerra en Oriente Próximo

Taghi Rahmani, opositor iraní: "Netanyahu utiliza la religión de la misma manera que lo hace Teherán"

Irán pide armar a los palestinos si continúan los ataques israelíes contra Gaza

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El opositor iraní Taghi Rahmani, durante un momento de la entrevista.

El opositor iraní Taghi Rahmani, durante un momento de la entrevista. / IRENE SAVIO

Irene Savio

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Las vidas del activista iraní Taghi Rahmani y su esposa, Narges Mohammadi, galardonada este año con el premio Nobel de la Paz por su lucha a favor de las mujeres iraníes, poseen ambas una característica chocante. La palabra 'cárcel' se repite una y otra vez. Así se conocieron en 1994. Rahmani (Qazvin, 64 años) acabada de salir de prisión y daba clases clandestinas en los bajos de una librería cuando se topó con Mohammadi (Zanjan, 51 años). Desde entonces, se casaron, tuvieron los mellizos Kiana y Alí, y acumularon años (14 él, 12 ella) entrando y saliendo de los calabozos del régimen iraní, como la prisión de Evin en la que está ahora Mohammadi. Un encierro que se ha producido en medio de la última ola de protestas en Irán, razón por la que su marido se ha convertido en la voz de la activista en Occidente.

Rahmani conversa con EL PERIÓDICO al término de un evento en Roma. Se muestra nervioso y preocupado. Su esposa continúa resistiéndose a usar el velo islámico obligatorio, y esto, dice, repercute en la atención médica que recibe. "Tiene aproximadamente un 50% de obstrucción en las arterias, por lo que necesita con urgencia una angiografía. Si no se le realiza, corre el riesgo de sufrir un infarto", advierte, haciendo hincapié en no subestimar al régimen iraní. "Jameini es astuto y lidera un régimen surgido de una revolución violenta, que ha aprendido a reprimir de manera efectiva cualquier forma de disenso", señala este activista nacionalista que se define como musulmán moderado.

¿Cuándo fue la última vez que habló con su esposa?

Hace 21 meses, antes de que la volvieran a encarcelar.

¿Teme por su vida?

Sabemos que la privación de cuidados médicos a los detenidos políticos es un modus operandi del régimen.

¿Es posible que la liberen?

En este momento, no parece haber muchas esperanzas. Aún así, no vamos a rendirnos. Estamos intentando involucrar a varias organizaciones de derechos humanos y a países que puedan ayudar a presionar al Gobierno iraní para que la dejen ir a la ceremonia del Nobel.

¿Qué perspectivas tiene el movimiento de protesta que surgió en Irán en septiembre de 2022 después de la muerte bajo custodia policial de Mahsa Yina Amini [una joven de 22 años que tres días antes había sido arrestada por llevar mal el velo]?

En este momento, hay tres grupos de opositores en Irán: el mundo sindical, los activistas de derechos humanos que apoyan la equidad de género, entre los que hay varios académicos, y los que representan la voz de las minorías étnicas y religiosas. Pero, lamentablemente, no comparten una estrategia común.

¿Esto significa que difícilmente puede surgir ahí una alternativa al actual régimen iraní?

El problema es que el régimen ha estado durante años debilitando cualquier voz disidente, por lo que incluso la diáspora no mantiene hoy una relación profunda y estable con la oposición interna.

Salta aquí Rahmani a una larga reflexión sobre la necesidad de asegurarse de que "cualquier posible alternativa" al actual poder en Irán sea "democrática" y "tolerante con el disenso". "Hay que evitar a toda costa que se repitan experiencias como la de la Rusia postsoviética que llevó a [Vladímir] Putin al poder", afirma. E insiste en que tampoco hay que subestimar al líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jameini, al que califica de "inteligente" y compara incluso con Francisco Franco. "Si me pidieran hacer una comparación histórica, diría que Jameini es más un Franco que un Mussolini. Franco entendió que era mejor no entrar en guerra y apoyar a Hitler, y gracias a eso se perpetuó en el poder", razona.

Y usa esta comparación también para explicar por qué cree que Irán difícilmente entrará en un conflicto abierto con Israel, incluso ahora cuando el Gobierno de Binyamín Netanyahu libra una implacable ofensiva contra Gaza, donde gobierna Hamás, un grupo islamista palestino que cuenta con la complicidad de dirigentes de la República Islámica. Rahmani traza así un hilo que conduce directamente a lo que ve como parte de las tácticas de los líderes iraníes para debilitar a la disidencia interna.

¿Entonces qué hay de cierto en que la guerra entre Hamás e Israel pueda provocar una respuesta de Irán?

Estoy absolutamente convencido de que Irán no entrará en guerra con Israel a menos que sea Israel quien tome la iniciativa. La razón es que sería una guerra que lo destruiría todo, y lo que le interesa a quienes gobiernan en la República Islámica es mantenerse en el poder durante mucho tiempo. No, Irán no atacará. Esta es una postura consolidada dentro del régimen desde 1984, desde la época [del fundador de la República Islámica, el ayatolá] Jomeini. Es la ambigüedad lo que beneficia a los dirigentes iraníes.

Explíquese.

El respaldo que le da a Hamás a Irán no solo sirve como maniobra de distracción ante los problemas internos que vive el país persa, sino que también le otorga a Teherán un poder negociador ante actores como EEUU. En este momento, se está negociando con EEUU y el presidente estadounidense, Joe Biden, también necesita hablar con Irán. Por eso, el conflicto palestino-israelí es también una desgracia para muchos países de la región [en los que hay movimientos disidentes] y para los opositores iraníes. Refuerza el poder del régimen iraní.

Ellos se refuerzan y los activistas se debilitan. ¿Es esto lo que dice?

Exacto. La guerra de Gaza es también un lastre para el movimiento de protesta iraní.

¿Qué piensa de Netanyahu?

Netanyahu utiliza la religión de la misma manera que lo hace el régimen iraní. Quiere que la religión sea parte del Estado, lo cual es exactamente lo que dice Hamás y la República Islámica.

El opositor iraní recuerda entonces al primer ministro israelí Isaac Rabin, asesinado en 1985 por un ultranacionalista hebreo, lo que asestó un golpe mortal al único momento en que palestinos e israelíes estuvieron ante la posibilidad de tener una paz duradera. "A partir de ese momento, empezaron a llegar a Israel muchos judíos fundamentalistas que dejaron en minoría a los israelíes seculares. Así Israel empezó a sentirse fuerte, también con el respaldo de EEUU. Esto reforzó a Hamás y debilitó a la Autoridad Nacional Palestina (ANP, laicos)", dice. "Incluso ahora Netanyahu afirma que serán los israelíes los que garantizarán la seguridad de Gaza una vez tengan el control de la Franja, lo que deja a los laicos de la ANP completamente fuera de la ecuación", concluye.

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