Guerra en Oriente Próximo

¿Está tratando Israel de finiquitar el conflicto con los palestinos en Gaza y Cisjordania?

MULTIMEDIA | Guerra entre Israel y Gaza: resumen de un mes de hostilidades

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Un mes de guerra entre Israel y Gaza

Un mes de guerra entre Israel y Gaza / BASHAR TALEB/AFP

Ricardo Mir de Francia

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Hay momentos de la historia en los que todo se acelera y este es uno de esos momentos. El conflicto secular entre israelíes y palestinos, estancado desde hace más de dos décadas y manejado por las partes con ciclos de espasmódica violencia, ha dejado de responder a patrones conocidos para entrar en una fase mucho más crítica y peligrosa. Una fase que podría ser definitiva si nadie lo remedia y los peores planes sobre la mesa acaban implementándose. Un mes después de que Hamás pusiera en marcha esta guerra con un ataque sin precedentes sobre Israel, el más devastador en sus 75 años de historia, Gaza sigue siendo reducida a escombros junto a una parte significativa de su población. No hay visos de que la respuesta israelí vaya a acabar pronto. Cuando el mundo despierte, es posible que no queden demasiados palestinos en la Franja y cueste reconocer los nuevos mapas de la región.

La primera pregunta que hay que hacerse es qué quiere hacer exactamente Israel en Gaza. Sus objetivos declarados son destruir a Hamás y liberar a los cerca de 240 rehenes en su poder, pero como la realidad está demostrando, hay también una intención deliberada de vapulear las infraestructuras y estrangular a la población civil con el bloqueo y los ataques indiscriminados. Más de 11.000 bombas, incluidas muchas de una tonelada. "Para los funcionarios de Estados Unidos se hizo evidente que los líderes israelíes piensan que una cifra masiva de bajas civiles es un precio aceptable para la campaña militar", escribió hace unos días ‘The New York Times’. La interpretación benigna es que la ofensiva avanza "sin restricciones", en palabras del ministro de Defensa, para forzar la capitulación de Hamás. La otra es la interpretación genocida, aportada por una larga lista de ministros, diputados, comentaristas y miembros de la seguridad israelí. "Tenemos que borrar Gaza del mapa. No hay inocentes allí", dijo el domingo a la Radio del Ejército Yitzhak Kroizer, diputado de uno de los partidos en la coalición de gobierno de Binyamín Netanyahu.

Ahora mismo las tropas israelíes rodean Ciudad de Gaza por sus cuatro puntos cardinales con el objetivo de llegar hasta el Hospital Al Shifa, según fuentes de la Franja. Ese hospital es el más importante del enclave y donde, según Israel, se esconde el cuartel general de Hamás, una sospecha refutada por los médicos locales y extranjeros que han trabajado allí. Pero es solo el principio. “El Gobierno no tiene un plan para acabar esta guerra", asegura a este diario Menahem Klein, politólogo de la universidad de Bar-Ilan y uno de los asesores más estrechos de Ehud Barak y Shlomo Ben-Ami en los procesos de paz de finales de los 90 y principios de los 2000. "Los objetivos de la guerra presentados por el gabinete son muy amplios y todo se está improvisando". 

Tres opciones para el día después en Gaza

El actual Ejecutivo de unidad nacional israelí es una ensalada de tribus, dominada por la derecha y la extrema derecha mesiánica, que consideran que toda la Tierra de Israel (la Palestina histórica) le pertenece al pueblo judío por mandato divino. El contrapunto son los militares del Gabinete, más preocupados por la seguridad que la ingeniería social, los ultraortodoxos religiosos y el partido centrista de Yair Lapid. Un Lapid que también se habría contagiado de la glotonería general y la realidad paralela de la narrativa oficial. En una entrevista a la televisión francesa afirmó que no existe la ocupación en Cisjordania, ni los asentamientos judíos ilegales. "Todo eso son nuestras tierras bíblicas", dijo Lapid el domingo.

Sobre esas coordenadas se mueve la situación actual. Las principales opciones para el día después en Gaza son tres: dejar el enclave al mando de un administrador palestino controlado por Israel; transferir forzosamente a toda o parte de su población a Egipto; o consumar el genocidio de los palestinos en La Franja. La primera opción la defienden los militares y los sectores más moderados del Gobierno con el respaldo de Estados Unidos, que ha empezado a presionar a la Autoridad Palestina (ANP) de Mahmud Abás para que se haga cargo de Gaza cuando se seque la pólvora. Una posibilidad que solo podría funcionar, según alto funcionario en Ramala, si va acompañada de un proceso político que reabra el horizonte para un Estado palestino. "En ese caso, la ANP podría volver a Gaza. La pregunta es quién quiere negociar en Israel, cuando su Parlamento está debatiendo la prohibición de la bandera palestina", asegura el alto funcionario. 

Expulsión a Egipto o destrucción total

La segunda opción está recogida en un plan oficial del Ministerio de la Inteligencia israelí, filtrado a la prensa. Básicamente propone la expulsión los dos millones de palestinos de Gaza al Sinaí egipcio, donde serían reubicados en campos de refugiados y más tarde en ciudades expresamente construidas para ellos. Sin permitirles el retorno. "Refleja una de las demandas de la derecha israelí para limpiar étnicamente Gaza sobre la base de que toda su población es parte de Hamás", asegura el profesor Klein. EEUU no quiere esa opción y Egipto está cerrado en banda, de modo que Netanyahu ha empezado a presionar a sus aliados europeos --con Austria y Chequia como correos-- para que la respalden, según publicaba la semana pasada el 'Financial Times'. Por más que Egipto se niegue, bastaría con volar la frontera, un escenario que probablemente llevaría a la ruptura del acuerdo de paz entre los dos países.

Y luego está el tercero y más siniestro de los planes barajados. Abanderado por los colonos, pero no solo. "Muchos en Israel, sobre todo en la derecha, están presionando al Gobierno para que destruya totalmente Gaza, particularmente el norte de la Franja para levantar allí de nuevo asentamientos judíos", afirma Klein. "No nos traerá paz ni seguridad". Varios colectivos de la extrema derecha mesiánica llevan años trabajando en planes para reconstruir Gush Katif, como se llamaron las 17 colonias judías dentro de Gaza que Ariel Sharon desmanteló en 2005. La única diferencia ahora es que los líderes del movimiento colono encabezan el Gobierno. Gente como el ministro del Interior, Itamar Ben-Gvir, descrito a menudo por 'Haaretz' como un "psicópata" y un "fascista" y, sobre todo, Bezalel Smotrich, el ministro de Finanzas. 

Anexión de Cisjordania

Smotrich es el principal arquitecto del plan de anexión de la Cisjordania palestina, al que se comprometió Netanyahu para formar gobierno con los colonos antes de que empezara esta guerra. "Este es el objetivo del plan decisivo: dejar de gestionar el conflicto para ganarlo y acabar con él; dejar de serpentear y ofrecer soluciones cosméticas mientras perseguimos mosquitos para drenar completamente el pantano", dice la propuesta de Smotrich, presentada en 2017. Los árabes que renuncien a sus "aspiraciones" nacionales podrán vivir como "individuos en el Estado judío", el resto "recibirán ayuda para emigrar" a los países árabes.

Y en esas estamos. Solo que, en lugar de "con ayuda", se está haciendo a punta de pistola. Desde el fatídico 7 de octubre una quincena de aldeas rurales palestinas han sido vaciadas de su población con el respaldo del Estado, acelerando la desposesión que los colonos llevan años impulsando. Y nada sugiere que el plan se vaya a detener. El ministro del Interior, Ben Gvir, ha empezado a distribuir 10.000 rifles de asalto entre los civiles israelíes de las colonias, las ciudades de población mixta y las áreas fronterizas, al tiempo que creaba una milicia paramilitar a su mando. La 'solución' para Cisjordania, eso sí, se reserva para una segunda fase.

Este es el punto en el que se encuentra el conflicto. Y todo ello mientras Europa y Estados Unidos miran para otro lado a sabiendas de lo que ocurre y se limitan a pedir "pausas humanitarias" para que entren unos cuantos camiones en Gaza.

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