Conflicto en Oriente Próximo

EEUU e Israel: un apoyo inquebrantable que empieza a erosionarse bajo creciente presión

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Un manifestante muestra un cartel acusando a Netanyahu de criminal de guerra y a Biden de cómplice, durante una protesta en apoyo al pueblo palestino en Los Ángeles, este sábado.

Un manifestante muestra un cartel acusando a Netanyahu de criminal de guerra y a Biden de cómplice, durante una protesta en apoyo al pueblo palestino en Los Ángeles, este sábado. / ETIENNE LAURENT / EFE

Idoya Noain

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El presidente Joe Biden ha mantenido a Estados Unidos como el socio más firme y poderoso de Israel, dando y prometiendo apoyo "inquebrantable" a su aliado conforme respondía al ataque de Hamás del 7 de octubre. Ese apoyo se mantiene, sin que Washington haya marcado ninguna línea roja, incluyendo el armamento que entrega a Israel, y resistiéndose a sumarse a las peticiones de un alto el fuego pese al deterioro de la situación humanitaria y la muerte de miles de civiles, en buena parte mujeres y niños. Pero algo está cambiando en Washington, donde un Biden en campaña de reelección siente presión creciente de fuerzas progresistas en su partido y en el país, y es cada vez más consciente también de los problemas con que el conflicto y sus derivadas pueden lastrar su política exterior.

En las últimas semanas y días, el demócrata y su Gobierno están enviando en público mensajes que, junto al reiterado de que "Israel tiene el derecho y hasta la obligación de defenderse", expresan cada vez más preocupación y alertas sobre la grave situación humanitaria en la Franja de Gaza y las víctimas civiles y denuncian la violencia creciente de los colonos en Cisjordania.

Sobre la mesa, en la ONU o en conversaciones directas con Binyamín Netanyahu como la que tuvo el viernes Antony Blinken, el secretario de Estado, Washington urge a "pausas humanitarias" en las operaciones militares para asegurar la distribución de ayuda en Gaza y la liberación de los rehenes de Hamás. De momento, no obstante, no ha logrado su objetivo, como demostró el inmóvil discurso de Netanyahu tras su último encuentro con Blinken.

Un punto de inflexión

En las conversaciones en privado con los israelíes esos mensajes son aún más intensos, según han ido revelando fuentes de la Administración estadounidense desde el anonimato a los medios. Biden, Blinken, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, y otros interlocutores estadounidenses han advertido a los israelíes de que se agota el tiempo para que cumplan su objetivo militar de erradicar a Hamás, según las fuentes de CNN, advirtiendo de que la erosión del apoyo a Israel conforme se eleva la indignación con el sufrimiento y la muerte de los gazatíes está a punto de llevar la situación a un punto de inflexión.

En el Gobierno de Biden se palpa, además, la preocupación por la forma en que está conduciendo la guerra Israel, por la posibilidad de que se extienda el conflicto a nivel regional, por la ausencia de un plan para una Gaza post-Hamás... Pero Israel hace oídos sordos a peticiones estadounidenses como la que realizó Austin pidiendo un retraso del inicio de la invasión terrestre. Segun publicaba 'The New York Times' este fin de semana, Washington les ha instado a recopilar más inteligencia sobre los mandos de Hamas antes de atacar (y también ha reforzado su propia recolección de inteligencia con drones, satélites y desde los portaviones desplegados en la región), les sugiere usar bombas más pequeñas o emplear a la tropas sobre el terreno para separar centros de población civil de los enclaves donde se concentran militantes.

De momento, no obstante, Israel no está siguiendo las sugerencias de EEUU. Tel Aviv sigue negándose a la entrada de combustible en la Franja incluso cuando es fundamental para el funcionamiento de los hospitales o para las plantas de desalinización de agua. Pese a las llamadas estadounidenses de que traten de minimizar las víctimas civiles, los israelíes siguen realizando ataques como los de la semana pasada en el campo de refugiados de Yabalia o junto a tres hospitales.

Mantener la alianza inquebrantable con Israel pese a todo ello mina el discurso que Biden y su Administración habían construido para dar y buscar apoyo a Ucrania frente a la invasión de Rusia. "Lo articularon sobre principios importantes del derecho internacional y el orden basado en reglas, pero han pasado las últimas semanas haciendo eso añicos; han mostrado que hay un escandaloso doble rasero", advertía recientemente en una conferencia Matt Duss, del Carnegie Endowment for International Peace. Y fuentes de NBC han dicho que en la Administración "se están dando cuenta de que EEUU va a estar cada vez más aislado. No hay una manera evidente de evitarlo y afecta todo lo que hacen".

Presión interna

A Biden su posicionamiento le somete además a creciente presión interna dentro de su Administración y de EEUU. Medio centenar de empleados del Comité Nacional Demócrata, o el 15% de la plantilla, han instado a sus líderes a pedir a Biden que llame a un alto el fuego; cientos de trabajadores del Congreso también han expresado su malestar con la postura oficial de Washington y en el Departamento de Estado los funcionarios están mostrando su disconformidad a través de un canal interno y pidiendo más esfuerzos para acabar con la guerra. El grupo de trabajo para prevenir atrocidades, que incluye a personal de ese departamento y del Pentágono y otras agencias, no se reunió hasta el 20 de octubre, casi dos semanas después de que empezara la guerra.

La presión es intensa en lo político y en lo social y las brechas dentro del Partido Demócrata ya se han abierto y se profundizan. Alexandria Ocasio Cortez y otros 17 congresistas demócratas progresistas, todos de minorías raciales, han firmado una resolución urgiendo al alto el fuego inmediato. También ha apoyado el alto el fuego un senador de su partido, Dick Durbin, y otros 13 en la Cámara Alta han pedido en una carta el "cese temporal de hostilidades". "Hay que hacer mucho más para proteger vidas de civiles", han escrito.

En la calle, mientras, el rechazo también crece, con protestas en campus, en las calles y hasta en el Congreso. Según una encuesta reciente de Quinnipiac solo el 36% de los demócratas aprueban su gestión ante este conflicto. Otro sondeo de Zogby muestra que el apoyo a Biden entre árabes-estadounidenses ha caído al 17%, frente al 59% que la misma encuesta mostraba en 2020. Y a un año de los comicios en que busca su reelección, su postura amenaza con restarle votos o desmovilizar a jóvenes y minorías.

"Biden ha estado intentando enfatizar en su mensaje que no quiere muertos civiles pero va a tener que tomar una posición más firme si las muertes continúan y marcar distancias con el Gobierno de Netanyahu", valora en una entrevista telefónica Ray La Raja, politólogo de la Universidad de Massachusetts Amherst. "Es algo difícil de gestionar. Si yo fuera la Administración Biden estaría en conversaciones regulares con Alexandria Ocasio Cortez".