Elecciones 2024

EEUU, a un año de un duelo Biden-Trump mucho más polarizado que en 2020

Así están las encuestas en Estados Unidos: Biden, Trump y las primarias republicanas

Donald Trump y Joe Biden, durante un debate electoral en la Universidad de Belmont, en Nashville, Tennessee, en octubre del 2020.

Donald Trump y Joe Biden, durante un debate electoral en la Universidad de Belmont, en Nashville, Tennessee, en octubre del 2020. / Morry Gash / Pool / REUTERS

Idoya Noain

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Dentro de un año exactamente, el 5 de noviembre de 2024, Estados Unidos vuelve a las urnas para elegir su presidente. Todo apunta a que, como en 2020, tendrán que elegir entre el demócrata Joe Biden, actual ocupante del Despacho Oval, y Donald Trump, a día de hoy favorito abrumador para hacerse con la nominación de los republicanos. No se trata, no obstante, de una reedición normal de aquel duelo y EEUU entra en los últimos 12 meses hacia unos comicios que, en muchos terrenos, no tienen precedentes.

Biden y Trump serían, a los 81 y 78 años respectivamente en noviembre del año que viene, los dos aspirantes de más edad de la historia. Con el reto aumentado este año de candidatos independientes y terceros partidos, buscan el voto de una nación radicalmente polarizada donde el mapa de estados decisivos se reduce más y más, lo que combinado con el sistema del colegio electoral deja la decisión definitiva en unos miles de votos. Y libran su batalla en unos EEUU donde el 75% de la población ve la democracia en riesgo y donde cada vez más ciudadanos, el 23% según un sondeo reciente del Public Religion Research Institute (y el 33% en el caso específico de los republicanos), creen que, “porque las cosas se han desaviado tanto, los verdaderos patriotas pueden tener que recurrir a la violencia para salvar el país”.

Trump, líder pese a la imputaciones

Solo una vez antes, en 1892, se midieron un presidente y el aspirante al que había derrotado en las elecciones previas, pero ni entonces ni nunca un candidato había sido como Trump: un expresidente imputado en cuatro causas penales con 91 cargos, incluyendo en un caso federal por conspirar para intentar negar y revertir el resultado de las elecciones que perdió, una estrategia que acabó con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.

Aunque hay dudas de cómo esas imputaciones, y los posibles veredictos, le afectarían en las presidenciales, de momento le han ayudado a solidificar el apoyo entre las bases republicanas. Trump se mantiene como líder indiscutido en unas primarias de las que ya se ha apeado el exvicepresidente Mike Pence, en las que podría entrar tras unas importantes elecciones estatales este martes el gobernador de Virginia Glenn Youngkin y donde la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, pisa los talones ya al gobernador de Florida Ron De Santis, para consolidarse como segunda opción, aunque de momento sea a gran distancia.

El expresidente ha solidificado además su dominio del partido con un aliado como Mike Johnson, uno de los arquitectos de la estrategia legal para tratar de evitar la certificación de Biden en 2020, elevado al poderoso puesto de presidente de la Cámara Baja.

Todo el estrés de 2020 se está pasando a 2024”, advierte en un correo electrónico Richard Hasen, profesor de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de California en Los Ángeles y director del Proyecto para Salvaguardar las Elecciones. “Hay una crisis de confianza en las elecciones en este país y la clave ahora es encontrar vías para tener una elección justa en 2024 y construir suficientes condiciones de confianza para que los resultados sean aceptados como legítimos por la mayoría”.

Los sondeos y los retos de Biden

Los sondeos a día de hoy presentan un duelo encarnizado entre Trump y Biden, con la media de Real Clear Politics este viernes poniendo medio punto por encima al republicano (y también en algunos a Haley en un potencial duelo con el demócrata). Y aunque Ray La Raja, politólogo de la Universidad de Massachusetts Amherst, recuerda en una entrevista que “las encuestas ahora mismo no significan absolutamente nada” y subraya que “la gente no está prestando atención a las elecciones”, sí se la prestan las campañas.

En el caso de los estrategas demócratas, algunos como Mike Lux, que en mayo fue coautor de un memorando que miraba con optimismo a noviembre de 2024 como una oportunidad no solo de renovar mandato en la Casa Blanca sino de mantener el Senado y recuperar la Cámara de Representantes, esa visión positiva se mantiene. Ahora, no obstante, le ha añadido un gran asterisco. “Aún creo que los fundamentales favorecen a los demócratas pero la guerra en Gaza es un gran reto de cara a 2024”, explica Lux en un correo electrónico. “Está dañando mucho la unidad del Partido Demócrata y, si la guerra se prolonga, acabará dañando mucho la participación entre progresistas, jóvenes y gente de color”, parte fundamental de la coalición que llevó a Biden a la Casa Blanca en 2020.

Ese es el consenso entre muchos analistas y expertos y una de las grandes preocupaciones ahora para la campaña del presidente, que ya estaba lastrado por unos bajos índices de aprobación (que rondan o ni siquiera llegan al 40%) y por la falta de entusiasmo que despierta su candidatura (con su edad como un factor clave de ese desencanto).

Alan Abramowitz, politólogo de la Universidad Emory, cree que los demócratas podrán apoyarse en “organizaciones de derechos civiles y de voto involucradas en el registro y movilización de votantes y en la mayoría del movimiento laboral”, especialmente de que Biden haya dado constante respaldo a los sindicatos y se posicionara de forma histórica a favor de los trabajadores del motor que han logrado importantes avances tras su huelga. Pero en el terreno económico el mandatario está teniendo dificultades para hacer que cale el mensaje sobre los buenos resultados de sus políticas económicas entre la clase trabajadora, la más golpeada por la inflación. Y la evolución incierta de la economía, o el impacto que puedan tener acontecimientos geopolíticos en cuestiones como el precio de la gasolina, eleva las incógnitas.  

Biden y los demócratas, como sucedió en las legislativas de 2022, esperan asegurar la movilización de votantes progresistas que luchan contra más restricciones al aborto y apoyarse en el rechazo de independientes y grupos clave de votantes como las llamadas “madres de suburbio” a la figura de Trump y sus asaltos contra la integridad del sistema electoral. Pero también enfrentan corrientes en contra como un retroceso en el respaldo a derechos LGTBQ especialmente en lo que se refiere a la comunidad trans, ataques de los republicanos en cuestiones como inmigración o crimen y una fuga constante de votos latinos y negros hacia el bloque conservador.

Un mapa reducido

Cada voto cuenta, especialmente dado que la tendencia de reducción de número de estados decisivos se ha intensificado. Florida y Ohio, tradicionalmente disputados, cada vez se inclinan más sólidamente hacia los republicanos. Algunos analistas como Larry Sabato, de la Universidad de Virginia, han limitado ya a cuatro los estados donde se decidirá la presidencia en 2024: Wisconsin, Arizona, Georgia y Nevada. En los tres primeros, que Biden recuperó en 2020 tras la victoria de Trump en 2016, el movimiento de solo 43.000 votos habrían llevado a un empate en el colegio electoral en las últimas presidenciales (lo que habría dejado, como en 1824 la decisión en la Cámara Baja). Pero otros analistas también incluyen Pensilvania, Carolina del Norte y Michigan, quizá el estado donde tiene más peso el voto de la comunidad musulmana.

En 2024, además, entrarán en juego terceros candidatos, del independiente Robert Kennedy Jr. al progresista Cornel West, además de propuestas como los verdes, los libertarios y el recién nacido y aún sin candidato “No labels” (sin etiquetas). Aunque en los actuales sondeos esas terceras fuerzas arañan un porcentaje de incluso el 15 y el 20% a los dos principales partidos, Abramowitz, el politólogo de Emory, recuerda que “sabemos por experiencia pasada que los números casi seguro se reducirán drásticamente conforme nos acercamos a las elecciones”. El profesor La Raja, no obstante, cree de que “definitivamente pueden ser un factor”, y Lux, el estratega demócrata, también opina que “ciertamente tienen el potencial de ser disruptivos”.