Ceses en Pekín

China destituye a su ministro de Defensa, ausente desde hace casi dos meses

Dos ministros chinos desaparecidos en dos meses: Xi Jinping también purga a sus fieles

El ministro de Defensa chino cesado, Li Shangfu, en una imagen de archivo.

El ministro de Defensa chino cesado, Li Shangfu, en una imagen de archivo. / CAROLINE CHIA / REUTERS

Adrián Foncillas

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Ha habido ceses más sorprendentes que el de Li Shangfu. Sobre el ya exministro de Defensa de China se amontonaban los indicios inquietantes: su desaparición abrupta de los focos, las protocolarias explicaciones de "problemas de salud" y la rumorología sobre investigaciones de corrupción. El colofón a la manoseada trama llegó el lunes por la noche con la noticia de su destitución. Fue aséptica, como ordena la casuística, sin detallar las razones ni el sustituto. Li es el segundo ministro que cae tras apenas unos meses en el cargo, lo que habla tanto de la poca vista del presidente, Xi Jinping, para elegir a sus acólitos, como de su capacidad para corregirla.

Su cese ha sido aprobado por el Comité Permanente del Congreso Nacional Popular y anunciado por la televisión pública. A Li, de 65 años, se le perdió la pista tras el foro de seguridad con naciones africanas del 29 de agosto. Acumulaba cuatro décadas de refulgente carrera cuando estrenó el cargo en marzo en el equipo diseñado por Xi tras haber conseguido su inédito tercer mandato presidencial. El ingeniero aeronáutico, nacido en la provincia central de Sichuan, ingresó en el Ejército en 1978 y acabó en el programa espacial. En 2003, ya como director del Centro de Lanzamientos de Satélites de Xichang, supervisó las primeras misiones espaciales chinas. Encadenó después relevantes cargos de la logística castrense y presidió entre 2017 y 2022 el Departamento de Desarrollo de Equipos, encargado de las adquisiciones. En ese lustro cavó su tumba.

Li estaba siendo investigado por corrupción, desveló el mes pasado la agencia Reuters. Era un rumor a voces. Su desaparición fue precedida por el cese de dos generales de la unidad de élite establecida por Xi para gestionar el armamento nuclear. Era el último golpe de la purga que ha barrido a un centenar de altos funcionarios militares en una década. Xi había heredado unas fuerzas armadas con una reputación turbia, subastas de cargos al mejor postor y corruptelas generalizadas en los numerosos negocios vinculados. Xi renovó la élite y privó al Ejército de las actividades lucrativas. El margen para los chanchullos se redujo a los contratos de suministro, tan onerosos como opacos, y del que Li fue responsable.

Camino despejado

Li fue el primer ministro de Defensa chino incluido en la lista estadounidense de sancionados por la compra de armamento ruso. Esa condición parecía blindarle e incluso justificó su rechazo a reunirse con su homólogo estadounidense en un foro de seguridad en Singapur. Su cese, sin embargo, llega cuando Pekín y Washington negocian el restablecimiento de su diálogo militar. El camino queda libre.

Li, además de perder su cartera ministerial, ha sido expulsado de la Comisión Central Militar y del Consejo de Estado. De ahí ha caído también este martes Qin Gang, quien ya había sido cesado dos meses atrás como ministro de Exteriores tras la preceptiva desaparición por "problemas de salud". A Qin, en cambio, le perdió un lío de faldas: cayó por el hijo extramatrimonial que tuvo con la periodista de una televisión hongkonesa con pasaporte estadounidense durante su mandato como embajador en Washington. Qin lideraba el ministerio desde diciembre e integraba, al igual que Li, el rocoso núcleo de acólitos del presidente. Sus ceses evidencian, por un lado, la escasa clarividencia de Xi para elegir a su equipo. Y, por el otro, que ni la lealtad extrema protege de los deslices.