Guerra en Oriente Medio

La ONU sí sirve: el mensaje en la botella de la organización en la guerra entre Israel y Gaza

La guerra entre Israel y Hamás, al minuto

Un bombardeo en un hospital de Gaza causa centenares de muertos

El secretario general de la ONU, António Guterres.

El secretario general de la ONU, António Guterres. / MARK GARTEN / NACIONES UNIDAS / DPA

Irene Savio

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Poco después de que el pasado 7 de octubre Hamás lanzara su cruenta ofensiva contra Israel, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) puso en marcha una doble estrategia. De forma pública, el secretario general de la entidad, António Guterres, y el enviado especial para el Proceso de Paz en Oriente Medio, Tor Wennesland, condenaron en abierto la violencia, "el secuestro de rehenes israelís" y "los ataques aéreos en Gaza". Entre bastidores, funcionarios del más alto nivel de la organización abrieron canales de comunicación encubiertos con los "actores claves" de "ambos bandos", entre ellos los grupos "que de facto gobiernan en Gaza", para pedir una desescalada.

Pero la cosa no se quedó allí. Además, Wennesland también entró en contacto con "algunos miembros" del llamado Cuarteto de Oriente Medio, que incluye a la Unión Europea, Rusia, EEUU y la propia ONU, y fue establecido en 2002 en el intento de ayudar a acabar con el conflicto israelí-palestino. De igual manera, el funcionario se comunicó con Catar, Líbano y Egipto, países que son influyentes figuras en la contienda. En paralelo, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, viajó a Egipto, y se reunió con el presidente del país, Abdelfatá al Sisi, lo que también preparó el terreno a la visita del miércoles en El Cairo del jefe máximo de la ONU, Guterres, para negociar un cese al fuego y la entrada de alimentos en Gaza.

Detrás de la escena

Todo esto lo sabemos porque, en un ejercicio de no tan frecuente destreza comunicativa, la propia ONU decidió esta semana explicar a la opinión pública, a través de un largo artículo difundido por su página de noticias, qué está haciendo la organización "detrás de la escena". La publicación de la nota, disponible en la web de la organización, se produjo después de que, como suele ocurrir sistemáticamente cuando estalla algún conflicto muy polarizador, se alzaran algunas voces (también entre periodistas) de desprecio y ridiculización de la ONU por su presunta inacción. Es decir, aquello de que "la ONU no hace nada" y "la ONU no sirve de nada".

Un argumento, este, también fruto de la hasta ahora escasa pedagogía de la propia ONU sobre sus gestiones durante las crisis, y la no siempre fluida compresión de su funcionamiento por parte del mundo exterior. Lo demostraban en estos días también algunas piezas difundidas en televisión y prensa en idioma español en las que se confundía la voz de organizaciones no gubernamentales con la de portavocías oficiales de la ONU.

Ian Phillips, el actual jefe de división de noticias de la ONU y experiodista de la agencia AP (con experiencia, entre otros, en la guerra de Ucrania) explica que desde la organización son "conscientes de que el papel de la ONU no siempre es claro para el público en general". Aún así, en la actualidad se están haciendo esfuerzos para que "las personas en el mundo tengan una mejor compresión de nuestras actividades", en "una era de desinformación", según cuenta, en declaraciones concedidas a EL PERIÓDICO.  

Neutralidad

Una misión, esta, que en el pasado también ha sido bastante difícil. Lino Bordin estuvo en la primera línea de la diplomacia internacional al servicio de la ONU por más de 30 años, trabajando en escenarios tan dramáticos como la Sudáfrica después del fin del apartheid, el genocidio de Ruanda, las guerras en Congo y Angola, y el Irak de Sadam Husein. "A veces me pregunto qué cree la gente que es la ONU, pues hay superficialidad e ignorancia en ciertos comentarios. Es cierto que el margen de maniobra de la organización tiene límites, de eso no hay duda, ¡pero se debe a que la ONU son los (192) Estados nacionales!", afirma a este diario este funcionario jubilado de ACNUR, la Agencia de los Refugiados de la organización internacional creada en 1945.

"Se intenta lo posible, con los recursos de los se dispone, que, en el caso de la ONU, son básicamente su poder de persuasión en negociaciones [para desescalar los conflictos] y la ayuda humanitaria que es un paliativo", añade Bordin, que recientemente también ha escrito un libro sobre su trabajo en África, Il Continente Sprecato (El Continente Malgastado). De ahí que, por ejemplo, la ONU en Gaza tenga trabajadores de la Agencia para los Refugiados Palestinos (UNWRA), que se añaden al personal de Unicef, al del Fondo de Población de la ONU y al del Programa Mundial de los Alimentos (PMA), entre otros. Algunos de los cuales han muerto desde que Israel puso en marcha su contragolpe.

En verdad, resolver lo que a primera vista parece no tener solución, con iniciativas de ingeniería diplomática y lenta y silenciosa jardinería, no es algo inédito en la resolución de conflictos, una de las materias más complejas de la acción humanitaria. Un ejemplo en la región es el acuerdo de paz entre Israel y Egipto que finalmente se firmó en 1979, después de que por más de tres décadas los dos países, mientras se combatían en público, seguían negociando entre bastidores. Pero esto, claro está, sólo se supo después.