Conflicto en Oriente Próximo
Nueva guerra en Gaza, mismos dilemas para Israel
Guerra Israel - Gaza: ultimas noticias al minuto
Los fallos en cadena en la seguridad de Israel que dieron pie al ataque de Hamás
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
Es nuevamente el día de la marmota para Israel y los dos millones de palestinos atrapados en la ratonera de Gaza. El despiadado ataque sorpresa lanzado el pasado fin de semana por Hamás sobre el sur de Israel, insólito por la forma en que se produjo y los centenares de muertos que ha dejado, ha puesto al Estado judío frente a los mismos dilemas que se repiten desde hace tres lustros. ¿Cómo lidiar con Hamás y el díscolo enclave que se resiste vivir privado de los derechos humanos más básicos, como la libertad de movimientos o la capacidad para desarrollar una economía digna de tal nombre? Es la misma pregunta que precedió a las cinco guerras libradas por Israel en la Franja desde 2008. Las condiciones apenas han cambiado, si no fuera porque esta vez Tel Aviv cuenta también con carta blanca de Europa para hacer lo que le plazca.
El primer ministro, Binyamín Netanyahu, ha dicho que será "una guerra larga y difícil" y, como repite siempre el liderazgo israelí en estos casos, ha prometido destruir a Hamás, declarado organización terrorista por EEUU y la UE. "Todos aquellos lugares desde los que Hamás opera serán convertidos en ruinas. Ya está sucediendo y sucederá todavía más en el futuro". Los bombardeos sobre Gaza no cesan desde el sábado. Desde entonces Israel ha cerrado también del todo el candado de la Franja, sometida a un bloqueo draconiano desde hace 16 años. Ha cortado la electricidad, el agua e impide la entrada de combustible y alimentos. Entre tanto, crece el coro de declaraciones deshumanizadoras y con tintes genocidas. "Estamos luchando contra animales humanos y actuaremos en consecuencia", dijo el ministro de Defensa, Yoav Gallant. "Ahora mismo, un objetivo: Nakba", clamó el diputado del gobernante Likud, Ariel Kallner. 'Nakba' (catástrofe) es el nombre que le dieron los palestinos a la campaña de limpieza étnica perpetrada por las fuerzas israelíes en 1948, cuando 600 pueblos fueron borrados del mapa y 700.000 palestinos fueron expulsados de sus hogares.
"El Gobierno israelí se enfrenta al mismo dilema de siempre", asegura Mark Heller, investigador del Instituto para el Estudio de la Seguridad Nacional, con sede en Tel Aviv. "Puede acabar con Hamás, pero le disuade el precio que tendría que pagar, tanto en términos de bajas como de su reputación internacional porque no podrá hacerlo sin infligir un daño masivo a la población civil palestina". Con una de las mayores densidades de población del mundo, un urbanismo amontonado y varios campos de refugiados de callejuelas estrechísimas y retorcidas, Gaza es un lugar complicado para cualquier ejército. Kilómetros de túneles y escondrijos cavados por las facciones armadas en el subsuelo complican todavía más la empresa.
Invasión de Gaza
Pero a pocos se les escapa que si no quieren repetir lo de siempre –masiva destrucción de infraestructuras civiles, centenares o miles de muertos palestinos y un golpe del que Hamás se recuperará más pronto que tarde– el Ejército israelí tendrá que entrar en Gaza. La última vez que lo hizo, en 2014, acabó librando la más larga y letal de sus guerras en la Franja. "En Israel hay una enorme presión para invadir Gaza y hacer algo diferente a lo que se ha hecho en las últimas cuatro guerras", dice Keller a este diario. "Podría ser una operación limitada en el tiempo y alcance geográfico o una ocupación en toda regla, es difícil saberlo", añade el analista. Israel sacó a sus militares (y colonos) del interior de Gaza en 2005 y el apetito por reocuparla de forma prolongada es mínimo, salvo en los sectores más mesiánicos de la populosa derecha israelí.
La entrada de las tropas se considera además indispensable si Israel quiere tratar de liberar a los más de 100 rehenes en poder de Hamás, un hecho insólito, aunque semejante decisión aumentará las probabilidades de que Hizbulá abra un segundo frente desde el Líbano.
Netanyahu y su pacto con el diablo
Pese a su retórica beligerante, Netanyahu ha sido históricamente relativamente cauteloso a la hora de hacer la guerra. Con Hamás se topará con sus fantasmas. Y es que aunque parezca mentira, Israel ha promovido al grupo extremista en varios momentos de su historia. Lo hizo a principios de los noventa para debilitar a Al Fatah, por entonces la facción hegemónica, y lo ha hecho en los últimos años bajo el liderazgo de Netanyahu. "Todo aquel que quiera frustrar un el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar el reforzamiento de Hamás", les dijo a sus diputados del Likud en marzo de 2019. "Es parte de nuestra estrategia".
Heller considera que pase lo que pase en las próximas semanas, Hamás seguirá vivo mientras siga teniendo el apoyo militar y político de Irán. "A menos que haya cambios estructurales en la región, Israel solo encontrará soluciones temporales al problema". La otra opción podría ser una tregua de larga duración, acompañada del levantamiento del bloqueo, para dar pie a un proceso de negociación. Ese podría ser un principio para abordar de nuevo las raíces conocidas del conflicto. Desgraciadamente, pocos se atreven a hablar de ello en el clima actual, clima en el que priman las ansias de venganza y la necesidad de restablecer el maltrecho poder de disuasión de Israel. La misma sed de venganza que Hamás demostró durante su carnicería por los pueblos israelíes de la periferia de Gaza.
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