Diplomacia mundial

Foro Ruta de la Seda: El sur global se cita en Pekín para abrazar sus propuestas de comercio e infraestructuras

Putin se reunirá con Xi Jinping el miércoles en China

Xi Jinping camina frente a los delegados de la Asamblea Popular.

Xi Jinping camina frente a los delegados de la Asamblea Popular. / REUTERS / DAMIR SAGOLJ

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

China habla del "acontecimiento diplomático más relevante del año" entre otros ditirambos. Empieza este martes en Pekín la tercera edición de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas inglesas), el mastodóntico proyecto global de comercio e infraestructuras emprendido por el presidente, Xi Jinping, para ahondar la huella china en el mundo. Los representantes de más de 130 países que se juntarán los dos próximos días en Pekín subrayan el orden polarizado, tan masivas las presencias del llamado sur global como las ausencias de Occidente. 

Al evento no le falta enjundia. Es la primera cumbre multilateral que acoge Pekín desde que surgieron las noticias de una extraña neumonía en Wuhan tres años atrás. También será la primera salida de los territorios de la antigua Unión Soviética de Vladímir Putin, presidente ruso, desde que la Corte Internacional Penal ordenara su detención. Se desarrollará con los ecos lejanos de los bombardeos en Gaza, último argumento chino para subrayar que el viejo orden occidental no lleva la prosperidad ni la paz a los países en vías de desarrollo. Y servirá de balance de la primera década de una iniciativa que, quimérica aún la reunificación con Taiwán, se antoja como el legado más perdurable de Xi. 

"Un billón de dólares de inversión", repite la prensa nacional. Son 10 años ya de puertos, carreteras, hospitales, centrales eléctricas y trenes repartidos entre los más necesitados. Desde abril funciona la línea férrea entre Vientiane, capital de Laos, y la ciudad china de Kunming. El tramo de más 400 kilómetros en uno de los países más pobres de Asia discurre por montañas, túneles y terrenos aún inundados por las bombas lanzadas por Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, acortando a tres horas el trayecto que antes requería de más de un día. Los beneficios de la iniciativa china no se discuten. El miedo a su creciente influencia ha espabilado a sus rivales geopolíticos y generado una competición por un mundo desatendido hasta que en él reparó Pekín. El pasado mes fue anunciado un nuevo corredor de transporte India-Oriente Medio-Europa respaldado por Washington. "La política exterior estadounidense consiste, en pocas palabras, en cualquier cosa que fomente sus intereses contra China", resumió Ravi Agarwal, editor de la revista Foreign Policy. 

Inquietud en Occidente

La inquietud subrayada por Occidente radica en la deuda contraída por los gobiernos y las mejorables políticas medioambientales y laborales. China desdeña las críticas pero ha prometido un giro hacia proyectos más respetuosos con la ecología y, en general, una elección más cuidadosa. Aquel esplendor en el que germinó la iniciativa ha mutado en incertidumbre y desaceleración económica que aconsejan prudencia. La inversión internacional de los dos principales bancos estatales para el desarrollo ha caído significativamente desde el pico de 2016 y las partidas hacia África bajaron en 2020 hasta sus niveles de 2004. Han acabado las vacas gordas y urge un giro. Más de un lustro atrás ya anticipó China su plan de crear una "ruta digital" que llevará sus redes de telecomunicaciones a un mundo en desarrollo que ansía su alta tecnología y precios imbatibles para engancharse a la modernidad. Estados Unidos y sus aliados, en cambio, han cerrado la puerta a las tecnológicas chinas como Huawei esgrimiendo su seguridad nacional. 

El BRI nació en 2013 en un anodino discurso de Xi en una universidad kazaja. Su humilde pretensión era desarrollar Xinjiang y otras atrasadas provincias del oeste de China con infraestructura que las conectaran con las repúblicas centroasiáticas. Era un vaporoso conjunto de promesas y construcciones sobre el plano hasta que la llegada de Donald Trump y su estrategia de "América, lo primero" le puso en bandeja a Pekín el liderazgo global. El BRI se convirtió en el instrumento para para atraer las simpatías de un mundo espantado por el advenimiento del ­proteccionismo. El ímpetu presidencial lo convirtió en el mayor proyecto de infraestructuras que haya promovido un solo país en la Historia y hoy le sirve a China para estimular su comercio y extender su poder blando.