Violencia en Kosovo

El conflicto en el norte de Kosovo se inflama y desbarata (una vez más) la diplomacia internacional

Un violento tiroteo en el norte de Kosovo dispara la tensión con Serbia

Serbia, la pequeña Rusia de los Balcanes que inquieta a la UE

Soldados de la OTAN aseguran la zona un área cercana a Zvecan, en el norte de Kosovo, este martes.

Soldados de la OTAN aseguran la zona un área cercana a Zvecan, en el norte de Kosovo, este martes. / ARMEND NIMANI / AFP

Irene Savio

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La sangrienta batalla entre la policía kosovar y un grupo armado en el norte de Kosovo, que el domingo 24 convirtió un pequeño pueblo de este territorio casi en una zona de guerra, avivó el fantasma de la violencia étnica y se saldó con al menos cuatro víctimas mortales, ha generado esta semana tanto gran alarma por la eventualidad de la reactivación de otro conflicto armado a las puertas de Europa, como un nuevo giro en la geopolítica en la región, por parte de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos. Así lo han subrayado observadores serbios y kosovares consultados por EL PERIÓDICO y diversos análisis publicados en institutos internacionales.

Una de las respuestas más rugientes ha sido la de la propia Otan, que en Kosovo mantiene la misión Kfor y el viernes autorizó el despliegue de más tropas en este territorio. La organización anunció su decisión después de que países como Italia, que tiene una presencia histórica en la región, se dijeran disponibles a esta medida. En un tono aún más alarmante, la Casa Blanca denunció "un gran despliegue militar serbio a lo largo de la frontera con Kosovo", lo que consideró "un desarrollo muy desestabilizador".

Unas palabras de preocupación parecidas a las de Jeffrey Hovenier, embajador estadounidense en Pristina, que aún así afirmó, en entrevista con un medio internacional, que aún se ha de determinar si, como Pristina afirma y Belgrado niega, Serbia está detrás del grupo armado que se enfrentó a la policía kosovar. En un tono parecido, la UE condenó el tiroteo que llevó a la muerte del policía kosovar y desencadenó luego una segunda balacera en un cercano monasterio ortodoxo, pero también llamó a “restaurar la calma y la estabilidad”. Algo que algunos en Pristina consideraron una reacción demasiado tibia. 

Paramilitares indisciplinados

Una de las razones es, a pesar de que Pristina ha dicho que los atacantes pertenecerían a un grupo paramilitar pro-serbio vinculado a Belgrado y tres hombres fueron detenidos por las autoridades kosovares por participar en el enfrentamiento, nadie ha aún reivindicado nada ni explicado por qué se produjo el ataque. Además, de acuerdo con Reuters, la policía kosovar también impidió el acceso a Banjska, el pueblo de mayoría serbia donde se desarrollaron los hechos, a los periodistas en el lugar por tres días (hasta el miércoles).

Según el analista serbio Dusan Janjic, “la realidad es que, desde hace años, existen en la zona diversos grupos paramilitares bien entrenados pero no disciplinados, y con notorios vínculos con el crimen organizado”. “El problema es que la población (serbokosovar) no les apoya, pero tiene miedo. En este caos reinan personajes como Milan Radojcic (vicepresidente de la Lista Serbia que apareció en imágenes difundidas por el Gobierno kosovar como uno de los asaltantes)”, añade este experto en gestión de conflictos étnicos. 

“Por lo que sí, es una situación preocupante, y me espero próximamente algún episodio similar más, aunque limitado a la acción de grupos reducidos”, afirma Janjic, al no excluir tampoco que sectores del Estado serbio, o Moscú, estén involucrados. Una opinión que se asemeja a la de Agon Maliqi, analista y fundador de Sbunker, una página en lengua albanesa que reúne ideas y opiniones de jóvenes académicos. “No está claro qué grupo en particular cometió el ataque. Pero la presencia de Radojcic confirma que es un grupo con vínculos con Belgrado”, sostiene.

Cartas desbaratadas

El asunto podría ser incluso más enredado, como señalaba en estos días el investigador Dimitar Bechev, en las páginas del estadounidense Instituto Carnegie. “Existe otra teoría que circula en Belgrado. Es que apunta a que los líderes serbios de Kosovo están ansiosos por emanciparse del firme abrazo de (el presidente serbio, Aleksandar) Vučić”, escribió Bechev. “Si se confirma que Radojcic está trabajando por su cuenta, parecería que Vučić ha perdido control de sus antiguos intermediarios”, añadió Bechev.

Un razonamiento que se basa en que, en verdad, en los últimos meses tanto la UE como EEUU habían censurado repetidamente al primer ministro kosovar, Albin Kurti, por la falta de avances en la negociación para normalizar la relación con Serbia. “Sí, Belgrado recibió cierto apoyo, también por la necesidad de distanciar Serbia de Rusia”, opina Petrit Selimi, antiguo ministro de Asuntos Exteriores de Kosovo. “Pero esperemos que este violento episodio genere una presión más simétrica en ambos lados y una compresión de que Vučić es una amenaza que debe ser gestionada”, añade, en entrevista.

La situación también puede suponer un nuevo punto de inflexión, muy negativo. “Tras este ataque, Kurti y Vučić se atrincherarán en sus posiciones sobre la Asociación de Municipios Serbios (lo que daría cierta autonomía al norte de Kosovo, algo a lo que Pristina se resiste)”, según las investigadoras Majda Ruge y Engjellushe Morina, del think tank pan-europeo European Council on Foreign Relations (Ecfr). Por eso, “para EEUU y la UE, la elección ya no se limita únicamente entre el fracaso y el éxito del diálogo (entre Serbia y Kosovo), sino entre la estabilidad y una escalada adicional de la violencia”, añadieron.