Ante una misión OTAN de vigilancia

Incautado en Kosovo el mayor arsenal de milicias serbias desde el fin de la guerra

Vuelve la tensión entre Serbia y Kosovo

¿Dónde están los agitadores de Wagner?

Seis lanzacohetes anticarro incautados a los atacantes tras el tiroteo en el norte de Kosovo del pasado domingo

Seis lanzacohetes anticarro incautados a los atacantes tras el tiroteo en el norte de Kosovo del pasado domingo / El Periódico

Juan José Fernández

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Treinta y seis lanzacohetes anticarro individuales (siete de ellos percutidos), ocho minas antipersonal, ocho antitanque, 88 proyectiles de mortero,... Desde la guerra de Kosovo, en junio de 1999, no había sido intervenido en esa república balcánica un arsenal tan grande. Es desde esa fecha la incautación de armas de guerra "más importante con creces", comenta a EL PERIÓDICO un asesor del Gobierno kosovar.

El ataque armado de la madrugada del pasado domingo, una patrulla policial emboscada en un puente de la localidad de Banjiska, en la región de Mitrovica, ha abierto incógnitas acerca del verdadero estado de la que hasta el pasado fin de semana el ministerio kosovar del Interior llamaba "calma vigilante".

La paz se está volviendo a mostrar muy precaria en esa zona de los Balcanes, punto crucial de fricción entre el mundo ruso y el mundo OTAN. Pero no solo la paz, también, al parecer, la seguridad que presta la misión KFOR de la OTAN, esta vez dramáticamente puesta al descubierto.

La lista

Resuelto el ataque y el posterior atrincheramiento de 30 hombres armados en un monasterio -con el saldo de un policía y cuatro asaltantes muertos-, el Gobierno de Kosovo ha mostrado a los medios la sorprendente dimensión del armamento incautado. La lista es prolija: hay 115 uniformes de combate con la bandera serbia cosida en las hombreras, 20 kilos de explosivo militar TNT y 5,5 de explosivo plástico, 23 detonadores eléctricos, 150 cartuchos de dinamita, 309 fusiles kalashnikov AK37, seis rifles de francotirador, seis revólveres, seis ametralladoras pesadas, 235 cargadores de fusil de asalto, 21 chalecos antibalas, 16 dispositivos de visión nocturna, tres drones, 32 radioemisores y 32 teléfonos móviles, además de dinero serbio y kosovar, herramientas, máscaras y otro utillaje de todo tipo.

Incluso se han incautado las fuerzas de seguridad kosovares de 24 vehículos 4x4 y hasta un blindado. Y estos dos últimos detalles abren aún más las dudas acerca de las brechas de seguridad que la KFOR sufre en la zona. Los coches, según las primeras averiguaciones policiales, clonaron matrículas de vehículos pertenecientes a esa misión OTAN. También llevaban las siglas de la misión rotuladas.

Todo este material estaba no solo en el monasterio ortodoxo en el que se atrincheraron los atacantes; también en casas de las proximidades a cuyos propietarios investiga la policía kosovar. El ataque del domingo consistió en un tiroteo muy nutrido y desde distintos puntos de disparo, incluso con cohetes antitanque, pero tantos pertrechos militares no sirven solo para un acto de estas características. Se abre paso la evidencia de que estos almacenes de armamento se guardaban para muchas más acciones armadas o, quizá, para dar soporte a una ofensiva guerrillera (o abiertamente bélica) en toda regla.

La autoría

En medio de la confusión que todavía rodea al caso afloran algunas certezas: la ausencia -también llamativa- de apoyos entre la población de Mitrovica a este ataque, según fuentes kosovares, así como sospechas con el mismo origen, que entre los paramilitares que consiguieron huir del lugar de los hechos por los montes cercanos esté Milan Radojicic, vicepresidente de Lista Serbia.

Esa formación es el principal partido de la población serbokosovar del norte de Kosovo, y Radojicic es ahora su principal dirigente. El anterior líder de Lista Serbia, Oliver Ivanovic, fue asesinado sin que se haya aclarado aún la autoría. La policía kosovar cree que Radojicic podría estar refugiado -y herido- en un hospital en un punto de Serbia lindante con Bosnia.

Este ataque, que todavía puede comprometer la paz en la zona, ha tenido lugar tras un verano en el que las fuerzas de seguridad del Gobierno kosovar del socialdemócrata Albin Kurti hubieran constatado la ausencia de mercenarios de la compañía Wagner en la frontera norte con Serbia, que sí habían estado agitando algaradas en el invierno y la primavera pasada.

Tras la rebelión contra Vladímir Putin y su generalato por parte de Yevgueni Prigozhin, dueño de Wagner, y su posterior muerte en accidente aéreo, los agentes de la compañía militar privada no se dejaban ver en la zona. Lo que no ha desaparecido del lugar son los milicianos serbokosovares y ultras serbios que, según Prístina, entrenó Wagner en la ciudad serbia de Nis, bajo la apariencia de cooperantes internacionales.

Se han iniciado en el norte de Kosovo otras investigaciones policiales pra confirmar o descartar la existencia de más almacenes con armamento de guerra, que podrían señalar hacia otros escenarios de complicación de la paz en la zona.