Cita de jefes de Estado en Nueva Deli
La cumbre del G20 bordea el fracaso por la división entre bloques y la guerra de Ucrania
Biden abogará por reformar el Banco Mundial y el FMI en la cumbre del G20 en la India
Los ministros de Finanzas del G20 buscan salidas a la deuda global
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
En las grandes cumbres multilaterales es relativamente normal que los comunicados finales --donde se recogen los compromisos adoptados-- se acuerden a ultimísima hora, pero esta vez es probable que ni siquiera haya comunicado. El regreso de la política de bloques a la esfera internacional y las disensiones sobre la guerra de Ucrania han abocado la cumbre del Grupo de los Veinte (G20) que este fin de semana se celebra en Nueva Deli a un desenlace incierto. El fracaso se palpa en la capital india, según han expresado varias delegaciones, todo un reflejo de las tensiones que recorren el planeta y de la creciente asertividad de las potencias del sur global, cada vez más propensas a actuar de forma coordinada y como contrapeso al bloque occidental, como demuestra reciente ampliación del grupo de los BRICS. De consumarse los peores augurios, sería la primera vez desde la fundación del G20 en 1999 que la cita se cierra sin conclusiones unitarias.
Esas dificultades para alcanzar consensos se han exhibido durante todo el año en las decenas de reuniones ministeriales previas a este G2O que reúne este fin de semana en la India a los jefes de Estado de las principales economías del planeta. De todos los grupos de trabajo de los últimos meses, no ha salido ni un solo documento conjunto, en contra de lo que suele ser la norma. "No es demasiado sorprendente, dadas las tensiones que existen entre sus miembros", afirma a este diario el profesor de la London School of Economics Robert Wade. Al conocido enfrentamiento entre Occidente y Rusia, o el clima de Guerra Fría entre Estados Unidos y China, habría que añadir la disputa territorial que envenena las relaciones entre Pekín y Nueva Deli, capitales que pugnan a su vez por erigirse en el líder del llamado sur global.
En la agenda de este año vuelve a haber asuntos importantes de interés común. Desde los esfuerzos para combatir el cambio climático, a la deuda de los países pobres, la inseguridad alimentaria o la reforma de las instituciones financieras internacionales, dominadas por los países occidentales. Un caballo de batalla, este último, de las potencias emergentes, que reclaman mayor peso tanto en la toma de decisiones como en la recepción de los préstamos. "Este año se nota más rivalidad entre los países del G7 y los BRICS, que se están comportando de forma más asertiva y exigen que sus posiciones queden reflejadas", aseguran fuentes de Moncloa. España no forma parte del G20, pero ha asistido como invitado a todas sus cumbres desde 2008 y tiene estatus de "invitado permanente". El presidente Pedro Sánchez ha tenido que suspender su asistencia tras dar positivo en covid-19.
El hueso de la guerra de Ucrania
El principal escollo para el acuerdo es la guerra de Ucrania y cómo se reflejará en el comunicado final. En la cumbre del año pasado en Bali se pactó a última hora un párrafo en el que se condenaba "la agresión militar" de Rusia contra Ucrania y se exigía la "retirada incondicional" de sus tropas de los territorios ocupados, un lenguaje que se apoyó entonces en las resoluciones de la ONU. Pero ahora ni Rusia ni China aceptan ese lenguaje, según fuentes españolas, mientras que la presidencia india aboga por condenar el sufrimiento causado por la invasión, pero dejando claro que el G20 no es un foro para los asuntos geopolíticos. En el bando contrario, Francia ha dejado entrever que no firmará el comunicado si no incluye una condena enérgica de la agresión del Kremlin.
También está costando pactar los compromisos respecto al calentamiento global, a pesar de que los acuerdos en el G20 no son vinculantes y su implementación suele dejar bastante que desear. "Será difícil que los compromisos sean tan ambiciosos como los del año pasado", explican desde Moncloa. Los BRICS insisten en una mayor financiación para que el mundo en desarrollo pueda lidiar con los retos del cambio climático, mientras las economías avanzadas empujan para acelerar las metas de mitigación. Su objetivo es alcanzar un compromiso para que las emisiones empiecen a bajar a partir de 2025, según las mismas fuentes.
Unión Africana, miembro permanente
Lo que sí parece confirmado es que se incluirá formalmente a la Unión Africana como miembro permanente del G20, el mismo estatus que tiene la Unión Europea, en un reconocimiento de la importancia creciente del continente africano en los asuntos globales. La cumbre también estará marcada por varias ausencias notables. Principalmente, la del presidente chino. Xi Jinping. y del ruso. Vladímir Putin, que se ha excusado por la "operación militar especial" que su país conduce en Ucrania. A diferencia de lo que sucedió con la cumbre de los BRICS en Sudáfrica, esta vez Putin no corría riesgo de ser arrestado, ya que la India no es miembro del Estatuto de Roma y, por tanto, no tiene obligación alguna respecto a la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional contra el líder ruso.
"Lo verdaderamente sorprendente es la ausencia Xi, dada la importancia que China concede a foros como el G20 para ejercer su liderazgo mundial", asegura el profesor Wade desde Londres. Una espantada que muchos han interpretado como un gesto de desprecio hacia Nueva Deli, con la que China mantiene una disputa territorial en los Himalayas, amén de una creciente rivalidad económica.
Esas ausencias darán un mayor protagonismo a Narendra Modi, el ultranacionalista hindú al frente de la India, que ha aprovechado la presidencia del G20 para tratar de proyectar el creciente poderío económico de su país, con hitos como la llegada a la Luna del primer cohete indio, y reclamar un mayor peso en los asuntos globales. En la capital, se ha traducido en una agresiva operación de limpieza, con la demolición de las chabolas que flanquean las carreteras que conducen hasta la sede de la cumbre, donde se han instalado también nuevas fuentes, farolas de alumbrado y parterres de flores. "El acuerdo está todavía al alcance", dijo Modi durante la semana.
Pase lo que pase al final y, pese a las dudas que existen sobre la utilidad del G20, hay quien piensa que se ha vuelto más necesario que nunca. "Su importancia no solo radica en los compromisos finales sino especialmente en lo que sucede en las reuniones informales. Este sigue siendo un foro para buscar soluciones para los asuntos de interés común y se está volviendo más importante que nunca, dada la tensión y la competitividad que impera hoy en el mundo", afirma Wade desde la London School of Economics.
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