Visita a Pekín

Yellen advierte de que seguirán los desacuerdos entre EEUU y China por la seguridad nacional

Yellen viaja a China para tratar de estabilizar la relación económica

La secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, saluda al primer ministro chino, Li Qiang, este viernes durante su encuentro en Pekín.

La secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, saluda al primer ministro chino, Li Qiang, este viernes durante su encuentro en Pekín. / MARK SCHIEFELBEIN / POOL / EFE

Adrián Foncillas

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La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, criticó las medidas punitivas chinas, las trabas al acceso de su vasto mercado y la política de subvenciones que disfrutan sus empresas públicas. Desgranó los nuevos y viejos lamentos en un tono sosegado y más acorde a su voluntad de tender puentes que de incendiarlos. Repitió que Washington busca "una competencia económica sana" y la cooperación en los desafíos globales. "Pero Estados Unidos, en ciertas circunstancias, debe tomar medidas para proteger su seguridad nacional, y en eso podemos no estar de acuerdo", puntualizó. Ahí radica el conflicto: juzga Pekín que en el altar de la seguridad nacional sacrifica Estados Unidos la sintonía bilateral y el legítimo propósito chino de prosperidad.

Yellen se reunió este viernes con el primer ministro, Li Qiang, y con representantes del empresariado estadounidense en el primer día de su visita a Pekín. En la Cámara de Comercio aludió a esas viejas quejas sobre las barreras que China mantiene para los actores extranjeros y las ventajas injustas que disfrutan sus empresas públicas con el riego de subvenciones. Son legítimas y compartidas con los colegas europeos. A los empresarios estadounidenses se les amontonan los problemas porque a los tradicionales se añaden las bofetadas que reciben por las tensiones actuales. El diario hongkonés 'South China Morning Post' revelaba esta semana las presiones del gremio a Washington para embridar la dinámica beligerante.

De la visita de Yellen, que concluye el domingo, se espera que mantenga las comunicaciones abiertas, frene el deterioro de las relaciones y persevere en la litúrgica fórmula de "conversaciones profundas y sinceras". A su favor juega su perfil: pragmática, globalista y alejada de los discursos hostiles. Incluso en los días más áridos se opuso al desacoplamiento porque dañaría a ambos países y al mundo entero. También ha criticado los aranceles a las exportaciones chinas, que definió como "impuestos al consumidor estadounidense", pero carece de competencias en el comercio y las próximas elecciones impiden su retirada porque sería interpretada como un signo de debilidad. Es lo más parecido a un amigo que tiene China en la Casa Blanca y en el reparto de roles ejerce de "poli bueno".

Metales raros

En contra juega el contexto, tanto el calendario electoral como las turbulencias comerciales. La economía rebajaba las fricciones geopolíticas en el pasado pero ahora ha sido contagiada por el clima hostil. A los aranceles, que Washington mantiene a pesar de los lamentos de Pekín, se han sumado las sanciones a compañías chinas y la prohibición de exportar semiconductores. Una de las misiones más delicadas de Yellen es convencer a los chinos de que Washington no busca hundir su industria ni embridar su auge sino proteger la seguridad nacional propia. Su visita ha sido precedida por el primer golpe chino con la limitación a las exportaciones globales de galio y germanio, metales raros de los que disfruta de un quasi-monopolio, y que son indispensables para los chips de ordenadores, coches eléctricos y maquinaria bélica.

No es tan grave como parece. No son prohibiciones estrictas, como las estadounidenses, sino controles previos sobre su riesgo para la seguridad nacional que anticipan un alto grado de discrecionalidad y manga ancha. Afectarán más a los mayores importadores, todos asiáticos, que a Estados Unidos, y serán casi inocuas para Europa. Fuentes diplomáticas europeas desvelaban este jueves a EL PERIÓDICO que, de todo el rango de castigos, China ha elegido el más liviano. Es consistente con la casuística: en aquella mediática guerra arancelaria de tiempos de Trump, descrita tercamente en la prensa como "ojo por ojo y diente por diente", China reaccionaba con tambores a las elefantiásicas sanciones recibidas con lo indispensable para no irritar a Estados Unidos ni quedar como cobarde ante su audiencia interna. "El mensaje ha sido enviado y recibido, esperamos que haya sido también entendido", titulaba este viernes su editorial el 'China Daily'. "Le han dado al comercio estadounidense donde más le duele", opina el experto citado.

Yellen aterrizó en Pekín apenas dos semanas después de que despegara Antony Blinken, secretario de Estado, y pocos días antes de que llegue John Kerry, enviado especial para asuntos climáticos. La romería revela que el diálogo, a diferencia de los últimos años de Trump, sigue abierto a pesar de las turbulencias. La visita de Blinken contentó a ambas partes pero el presidente Joe Biden sólo necesitó un día para arruinar el clima llamando "dictador" a Xi Jinping. La convocatoria a los periodistas para este sábado en el Gran Palacio del Pueblo con una prueba PCR sugiere que también a Yellen le dará audiencia el presidente a pesar de no estar prevista. Sería el certificado de la satisfacción china con la visita de la secretaria del Tesoro.