Guerra en el este de Europa

De la presa de Jersón a la central de Zaporiyia: ¿Está Ucrania al borde de un nuevo desastre humanitario?

Simulacro de respuesta a un escape radiactivo realizado esta semana en Zaporiyia.

Simulacro de respuesta a un escape radiactivo realizado esta semana en Zaporiyia. / FERMÍN TORRANO

Fermín Torrano

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"¡Mierda, es un caso grave!", grita un buzo amarillo que transporta el cuerpo de la ambulancia a la camilla. Unos segundos bastan para quitarle la ropa y empezar a desinfectar su torso desnudo. El control radiométrico revela que se trata de un paciente delicado. Por eso los liquidadores fumigan sin reserva a este vecino de Zaporiyia que decidió no huir de los alrededores de la central nuclear de Energodar.

Lo mismo ocurre con conductores y personal médico, vestidos con trajes NBQ y máscaras antigás, a quienes frotan con un cepillo en una ducha junto al hospital de campaña. También con otros civiles de gravedad leve que bajan de los autobuses de evacuación por su propio pie. El proceso se repite durante varios minutos ante la atenta mirada de enfermeras, médicos, rescatistas y policías. A alguno se le escapa la risa. Quién sabe, quizás este sea el último ensayo antes de una nueva tragedia nuclear en Ucrania.

"Si quieres paz, tienes que estar preparado para la guerra. Espero que los rusos no se atrevan. ¡Rezo para que no ocurra! Pero quién sabe...", resopla Svetlana en el interior de un autobús. Protegida con una mascarilla FFP2, esta profesora de guardería es también una civil en el simulacro preparado por el Gobierno de Zaporiyia. El objetivo: formar a los trabajadores públicos ante los temores de que un sabotaje ruso en la central nuclear --a solo 50 kilómetros de distancia-- termine en una nueva crisis humanitaria.

Plan "redactado y aprobado"

El miedo no es infundado. En las últimas semanas, Kiev acusa al Kremlin de tener un plan "redactado y aprobado" para volar la planta más grande de Europa, ocupada por Rusia desde el inicio de la invasión. Según Kirilo Budanov, jefe de la inteligencia militar ucraniana, el estanque de refrigeración de la central ha sido minado por las tropas de la 'Z' y varios vehículos con explosivos se habrían colocado en cuatro de los seis reactores nucleares.

El propio Volodímir Zelenski aseguró la semana pasada que la situación "nunca ha sido tan grave como en estos momentos". Visión compartida por el director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) que, tras su visita a la central, confirmó enfrentarse a una situación "extremadamente frágil". Y, aunque Rafael Grossi negó haber visto explosivos, la OIEA sí reconoce tener constancia de una colocación previa en otras zonas de la planta.

Un riesgo que no asusta a mujeres como Svetlana, nacida y criada aquí. Tampoco importa que misiles S-300 y drones Shahed se lancen casi cada noche contra la oscura Zaporiyia, ni que el principal esfuerzo de la ofensiva ucraniana se produzca a una decena de kilómetros de su casa. Ella no piensa abandonar la ciudad.

—¿Por qué?

—Nunca me he planteado esa pregunta. Si ocurre una desgracia, la gente debería quedarse para ayudar.

Sistema de alerta y guía de actuación

En caso de desastre nuclear, todas las manos serán pocas en esta ciudad de más de medio millón de habitantes que acoge, además, a decenas de miles de desplazados por la guerra. Pero no todos opinan como Svetlana. Oleg, policía local presente en la formación, no tiene claro si cogería el coche y se marcharía a Dnipro para huir del peligro. Quizás lo dice porque lleva cinco horas embutido en un traje y unas gafas especiales que le hacen sudar. O simplemente porque piensa que sus compañeros no van a entender su inglés.

—Somos policías, ¿cómo no nos vamos a quedar?– le reprocha Ludmila, su compañera, pegándole un puñetazo en el hombro.

—Bueno, no va a pasar nada —recula Oleg, quitando hierro a sus palabras—no hay de qué preocuparse.

Dudas entre una población que recibe mensajes en sus teléfonos probando un nuevo sistema de alerta. Notificaciones que suenan, vibran y bloquean el móvil para que todo el mundo se dé por enterado. También se comparten guías de actuación. Consejos sobre cómo envasar la ropa al vacío, dónde guardar la comida, qué tipo de casa es más segura --la piedra reduce el riesgo cinco veces frente a la madera, por ejemplo-- o la dosis recomendada de yodo por edades.

El recuerdo de la presa

El debate sanitario se transforma en geopolítica al otro lado de las fronteras ucranianas y cuenta con la incredulidad de gran parte del mundo. ¿Cómo va Rusia a volar la central si lo más probable es que sus tropas sean las principales víctimas en el sur? Sin embargo, la voladura de la presa de Nova Kajovka plantea más preguntas que respuestas. Hace tres semanas, el agua terminó inundando en mayor medida la orilla oriental del Dniéper (en la Jersón ocupada) en vez del territorio controlado por Kiev. Y ahora que el Ejército ucraniano ha cruzado el río con unidades de operaciones especiales abriendo un nuevo frente a los rusos, el temor regresa.

Tampoco ayuda que Ben Wallace, secretario de Defensa del Reino Unido, afirmase este martes que Ucrania ha reconquistado 300 kilómetros cuadrados, desde el inicio de la contraofensiva. El doble de lo reconocido por el Ejecutivo de Zelenski. Avances que están limando las piezas de artillería, los radares y la fuerza aérea rusa, aunque las nuevas brigadas ucranianas todavía se encuentren lejos de urbes importantes como Berdyansk, Mariúpol o Melitopol.

Una campaña planificada desde hace meses que avanza por toda la línea del frente. De seguir así, Vladímir Putin tendrá que decidir si da la orden, en una elección que le pondría ante el espejo de una derrota doble: militar e histórica. Y aunque el agotamiento de sus hombres comienza a vislumbrarse en las trincheras de Zaporiyia, todavía puede causar mucho daño. Pavlo es uno de los pocos que lo reconoce en el interior de la formación. Conductor, asiste al entrenamiento antinuclear celebrado en su distrito. "Aquí viven más de 120.000 personas. ¿A cuántas crees que pueden atender con este dispositivo?", se pregunta crítico. "¿2.000 al día? Quizás ni eso. Si tienen que ocuparse de toda la población, la gente entrará en pánico. Va a ser un auténtico desastre".

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