Acercamiento
Blinken llega a China para calmar las aguas en un clima de escepticismo extremo
Un nuevo conato de accidente naval militar tensa las relaciones entre China y EEUU
Qué sabemos y qué no sabemos del globo chino derribado por EEUU tras sobrevolar el país
¿Qué está pasando entre China, Taiwán y EEUU?
Adrián Foncillas
Periodista
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, aterrizará domingo en Pekín con cuatro meses de retraso. Su visita de febrero fue cancelada porque Washington abatió un globo chino y esta ha corrido peligro por las informaciones de que Pekín espía a Estados Unidos desde Cuba. Sólo el desmentido de Washington, sumado a los de Pekín y La Habana, ha salvado la cumbre. El pedregoso camino revela las deterioradas relaciones e impide cualquier optimismo. Nadie espera que dos días de Blinken en China cosan el roto.
China ha subrayado su desinterés por retomar los lazos diplomáticos con Washington durante estos cuatro meses de romería de líderes europeos y del sur global por Pekín. La estrategia sugiere el hastío por lo que desde China se percibe como el cinismo estadounidense: la brecha entre su mensaje, que busca un campo de entendimiento mutuo, y su tozudez en pisarle todos los callos.
Señales contradictorias
Washington pedía estos meses una nueva cita para Blinken mientras aprobaba más sanciones a compañías chinas, animaba a sus aliados a cerrar el grifo de los semiconductores a Pekín, encabezaba una campaña en la cumbre del G7 contra la coerción económica china y firmaba acuerdos comerciales con Taiwán. “Estados Unidos pide comunicación por un lado y por el otro se esfuerza en contener a China por cualquier vía”, resumió recientemente el Ministerio de Exteriores después de que Joe Biden, presidente estadounidense, pronosticara un “deshielo”. “Las señales contradictorias enviadas por Estados Unidos son muy confusas y eso hace que no tengamos grandes expectativas en la visita de Blinken”, añadió.
Su viaje fue precedido por una conversación telefónica con su homólogo, Qin Gang. La transcripción estadounidense suavizó el mensaje de la China. Según esta, Qin exigió a Estados Unidos que “mostrara algo de respeto” por los intereses nucleares chinos y dejara de entrometerse en sus asuntos internos. Acostumbra la prensa china a premiar con una cobertura generosa la visita de mandatarios de países de medio pelo y la del secretario de estado de Estados Unidos parece clandestina. En una de las escasas excepciones, un editorial del China Daily, se pide a Washington que entienda la cumbre como “una oportunidad para comprometerse con acciones reales a su anunciado deseo de cooperar con China”. “Si por el contrario ve otra ocasión para sentar cátedra, las posibilidades de que la visita dé algún fruto no serán muy altas”. No desborda tampoco optimismo Washington. “No vamos a Pekín con la intención de un gran logro ni de transformar la manera en la que nos tratamos”, anunció Daniel Kritenbrink, el más alto diplomático de Asia Pacífico. “Vamos con una actitud realista y confiada y el deseo sincero de lidiar con nuestra competencia de la forma más responsable posible”, añadió el miércoles.
Desconfianza
China desconfía de la insistencia estadounidense por mantener las cumbres bilaterales. Responde, según su perspectiva, a su intención de tranquilizar a sus aliados por la inquietante deriva y a mostrarse ante el mundo como la parte dialogante. Las relaciones se torcieron sin remedio en los últimos años de la administración Trump y su relevo por Biden no las han mejorado. Ni siquiera las charlas presidenciales sosiegan ya el clima durante unas semanas. Nancy Pelosi, antigua presidenta de la Cámara de Representantes, viajó a Taiwán apenas unos días después de una larga conversación de Xi Jinping y Joe Biden que ambos calificaron de sincera y provechosa.
“Pekín ya no está predispuesta a mantener contactos de alto nivel con el gobierno estadounidense porque se ha desencantado con la administración Biden, que es vista por la élite política china como incompetente, ignorante de la cultura e historia chinas y extremadamente arrogante”, resumía esta semana Lanxin Xiang, profesor del Instituto de Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra, en el diario hongkonés Sout China Morning Post. En ese contexto, que Pekín reciba a Blinken, ya es noticia. Ni siquiera está claro que Xi le vaya a conceder audiencia días después de concedérsela a Bill Gates.
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