Diplomacia bilateral
Un nuevo conato de accidente naval militar tensa las relaciones entre China y EEUU
Qué sabemos y qué no sabemos del globo chino derribado por EEUU tras sobrevolar el país
El acercamiento diplomático entre EEUU y China pincha tras el hallazgo de dos globos
Adrián Foncillas
Periodista
Las imágenes muestran al barco de guerra chino cortando en perpendicular la trayectoria del destructor USS Chung-Hoon mientras este le conmina por radio a cesar los intentos de "limitar la libertad de navegación". El buque estadounidense no varía el rumbo pero reduce la velocidad a 10 nudos y pasa finalmente a unos 130 metros del chino. La "interacción arriesgada", en palabras de la Marina estadounidense, fue filmada en el estrecho de Taiwán por una fragata canadiense que escoltaba al destructor. Cazas de ambos países ya coquetearon con el accidente la semana pasada en el Mar del Sur de China.
La densidad de barcos y aviones de guerra en el Pacífico y sus maniobras, más audaces cuanto más se tensan las relaciones, empujan a colisiones involuntarias. El riesgo, advierten los analistas, es que los exacerbados nacionalismos juzguen como oprobiosas retiradas cualquier intento de minimizar sus efectos si se da el caso y el conflicto carezca de vuelta atrás. Ningún incidente fue más grave que el choque de un caza chino y un avión espía estadounidense sobre la isla tropical de Hainan. Murió el piloto chino y Pekín tuvo detenida durante más de una semana a la tripulación que había apresado tras su aterrizaje de emergencia. Asusta pensar en las consecuencias actuales de un accidente similar.
La incubación del conflicto es larga. Barack Obama ordenó el Giro al Pacífico tras años desangrándose en Oriente Próximo para contrarrestar la influencia china en la región. El posterior repliegue de Donald Trump fue efímero y acabó enviando al grueso de su Marina al patio trasero chino. Desde entonces han frecuentado lo que Washington llama pomposamente "ejercicios de libertad de navegación" y que consisten en pasear periódicamente sus barcos por las aguas que China considera propias con el indisimulado propósito de irritarla. El cuadro se ha agravado por la atosigante presencia militar estadounidense y la pulsión china de levantar islas sobre el mar. Según Pekín, favorecerán el tráfico internacional. En opinión de Washington, sirven de bases militares.
Provocación
El asunto fue debatido en la cumbre internacional de Seguridad celebrada el fin de semana en Singapur. Para Li Shangfu, ministro de Defensa, ejemplifica el caos que Washington lleva a la región. "No están aquí para un paseo inocente, están aquí para provocar. Como decimos en China: preocúpate de tus negocios. ¿Por qué todos estos incidentes pasan en áreas cercanas a China y no en las cercanas a otros países?", tronó con el incidente aún fresco.
En Singapur debutaba Li como ministro en la arena internacional. Profundizó en el manido pliego de cargos contra Estados Unidos (su mentalidad de guerra fría, las alianzas similares a la OTAN que apadrina en el Pacífico…) con un lenguaje más afilado. Tampoco innovó Lloyd Austin, secretario de Defensa estadounidense, con sus denuncias al "matonismo y coerción" chinas y el compromiso de combatir sus agresiones en la zona.
En los tres días de cumbre, Li y Austin apenas se dieron la mano momentos antes de la cena del viernes e intercambiaron un par de frases de cortesía. La parte china rechazó la reunión bilateral ofrecida por Washington. La razón es que no han sido levantadas las sanciones sobre Li por las presuntas ventas de equipamiento a Rusia en 2018. No es un asunto menor: Li no puede viajar a Estados Unidos y es improbable que ese contexto aceite una invitación china a Austin.
Reunión bilateral
El desprecio chino a la reunión bilateral es "desafortunada", juzgó este. La falta de comunicación, añadió, puede empujar cualquier incidente a "una espiral fuera de control". Ocurre que la distancia entre las palabras y los hechos de Estados Unidos ha agotado la paciencia china y en su prensa abundan las alusiones al cinismo e hipocresía. Algunas de los desafíos más graves en Taiwán, un tema sagrado para China, han llegado después de conversaciones entre Xi Jinping y Joe Biden calificadas por ambos como sinceras. El secretario de Estado, Antony Blinken, canceló su viaje a Pekín por el célebre "globo-gate" y carece China de prisas por concederle audiencia de nuevo.
A Pekín llegó este domingo un peso menor de la diplomacia estadounidense. Es Daniel Kritenbrink, del área del Asia Pacífico, que ha despertado escaso júbilo en la prensa nacional. El diario 'Global Times' describió su visita como el enésimo intento estadounidense de escenificar una voluntad de dialogar sin compromisos honestos.
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