A los 86 años

Muere Berlusconi, el magnate precursor del trumpismo y protagonista de mil y un escándalos

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EDITORIAL | Berlusconi, un legado populista

Muere Silvio Berlusconi, ex primer ministro de Italia, a los 86 años

Silvio Berlusconi durante un discurso en campaña electoral, el 22 de septiembre del 2022. / Europa Press

Irene Savio

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Silvio Berlusconi ha muerto. Y con él, que unió como pocos la política y la persona, se cierra una época histórica de la política italiana iniciada en la última década del siglo pasado, cuando por primera vez el multimillonario magnate decidió bajar a la política y dio un giro que pocos vieron venir. Han sido tres décadas en las que el cuatro veces primer ministro y fundador de Mediaset dominó la escena pública de su país no solo como el mandamás del partido que había fundado en 1994 y del que todavía era el líder, Forza Italia (FI), sino también como el protagonista de conflictos de intereses, leyes aprobadas para su beneficio personal (para evitar enfrentarse a la justicia), y una serie infinita de escándalos de corrupción y sexuales que se resumieron en el tristemente célebre 'caso del bunga bunga'. Y que, pese a todo ello, influyó más que cualquier otro político italiano no solo en su país, sino también en círculos europeos e internacionales, llegando a ser incluso una especie de figura precursora del también controvertido Donald Trump.

Berlusconi ha llegado al final de su vida en Milán, su ciudad natal. Aquejado de leucemia y tras entradas y salidas intermitentes en el hospital de la ciudad, no ha podido superar su última crisis, empeorada por una infección pulmonar. La capilla ardiente se ha ubicado en la villa San Martino, su residencia en el municipio de Arcore y escenario de las fiestas 'bunga bunga' y el miércoles tendrá lugar el funeral de Estado en el Duomo de Milán.

La última polémica que protagonizó fue a cuenta de sus críticas al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y sus palabras de apoyo al presidente ruso, Vladímir Putin, lo que provocó un pequeño terremoto dentro del Gobierno de su socia de ultraderecha y primera ministra, la atlantista Giorgia Meloni. Y también las enésimas revelaciones por el también enésimo juicio por el 'caso de Ruby Robacorazones', una marroquí con la que había mantenido relaciones siendo ella menor de edad, y por la que el ex-Cavaliere también fue acusado de comprar el silencio de testigos para acallarlos. Hechos por los que quedó absuelto por un error de procedimiento, como también ocurrió —de forma parecida— en los tantos otros casos por los que fue enjuiciado por la justicia italiana y sus "jueces rojos", como él los llamaba, con el fin de despreciarles, por supuesto.

Ellos fueron sus 'enemigos', pero no los únicos. Berlusconi también fue quien en 2008 apuntó con el dedo, haciendo el gesto de disparar una pistola, a una periodista rusa que se interesaba por la vida personal de su amigo Putin. El que en 2003 llamó 'kapo' (guardián de los campos de concentración) al entonces jefe alemán de los eurodiputados socialistas, Martin Schulz. El que le gritó "cucú" y luego ofendió en 2011 a la excancillera Angela Merkel, insultándola con un improperio de carácter sexual. El que, de acuerdo con una sentencia definitiva de la justicia, subvencionó a la mafia siciliana durante años. El que, según las crónicas de la época, llegó a enviar un ministro a Madrid para que cesaran a un periodista incómodo

El caimán 

En estos más de 30 años, Berlusconi ha sido objeto de reflexiones y ensayos de politólogos, sociólogos y psicólogos, además de economistas e historiadores. Pero ninguno de ellos ha logrado comprender integralmente el 'fenómeno Berlusconi' y sus éxitos electorales entre los italianos, seducidos por su retórica (una mezcla de populismo, neoliberalismo económico y promesas de modernización) de bajar los impuestos, disminuir el paro a la mitad, ser ricos como él, e incluso, unir Sicilia a Italia con un puente, algo que, por cierto, ahora quiere hacer Matteo Salvini, el líder de la Liga.

Años de excesos se fueron sucediendo de esta forma, mientras también se escribían miles de crónicas y aparecían decenas motes: Nanni Moretti le llamó "el Caimán" y Verónica Lario, su exesposa, "el Dragón" (por las jóvenes con las que se acostaba). El preámbulo de su vida pública quizá podría haber sido un indicio. Su padre era empleado de banca, de pequeño hacía los deberes a sus compañeros de clase y, de joven, no titubeó en apuntarse como cantante en cruceros del Mediterráneo. Con esto como punto de partida, el imperio mediático de Berlusconi empezó a forjarse en 1976, al calor de los jugosos beneficios que le reportaban sus negocios inmobiliarios. Un imperio cuyo capital inicial no ha sido nunca aclarado del todo y que promovió como pocos a la mujer objeto. Así, en los años 80, puso en marcha tres canales de televisión más: Canale 5, Italia 1 y Rete 4, todavía hoy puntas de lanza del conglomerado Mediaset, que en España controla Telecinco

El moderado 

por sus empresaslos más ricos del mundoen quiebra logias masónicasTodos llevamos dentro algo de Berlusconi

Alejado del primer plano político en 2011 en medio de una tormenta financiera que azotaba Italia (y por la que tuvo que dimitir del cargo de primer ministro), no se resignó y años después, como buen animal político, reapareció en la escena pública. Eso sí, con la nueva faceta que intentó construirse en los últimos años de su vida: la de veterano moderado y centrista. No siempre tuvo éxito, pero cuando esta versión del Berlusconi maduro triunfó, pudo escuchar frases como la del entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, antiguo enemigo acérrimo del millonario milanés, que en una ocasión incluso le recibió como una vieja gloria de la política europea: "Silvio, ¡qué placer! Aquí estás en tu casa". Aún así, en los últimos tiempos, se había conjurado contra los 'grillitos' de Movimiento 5 Estrellas, hijos de una antipolítica que él mismo ayudó a cultivar en un país que ya se había acostumbrado a su eterna sonrisa.