Te están espiando: 10 años después, las advertencias de Snowden están más vigentes que nunca

Edward Snowden, el analista de la NSA que denunció un sistema de espionaje global. /
"No tengo intención de ocultar quién soy porque sé que no he hecho nada malo". El 9 de junio de 2013, justo hace 10 años, Edward Snowden se descubrió como autor de la "filtración de información clasificada más grave en la historia de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos", según declararon entonces altos mandos de la CIA. Cuatro días antes, 'The Guardian' y 'The Washington Post' empezaron a publicar los documentos secretos proporcionados por el analista de 29 años, desencadenando un escándalo global que expuso al mundo los sistemas de vigilancia masiva del Gobierno estadounidense.
Escondido entonces en Hong Kong, Snowden explicó a la prensa que decidió arriesgar su vida y sacar a la luz los trapos sucios del país más poderoso del mundo tras ver cómo la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) era capaz de interceptar correos electrónicos, llamadas, tarjetas de crédito y todo aquello que hasta entonces los ciudadanos consideraban parte de su privacidad. Un ojo omnipresente que todo lo ve y ante el que no hay lugar donde esconderse. "No quiero vivir en una sociedad que haga este tipo de cosas. No quiero vivir en un mundo en el que todo lo que hago y digo quede registrado. Eso es algo que no estoy dispuesto a apoyar ni a vivir", confesó.
Una década después las advertencias de Snowden están más vigentes que nunca. Y no precisamente porque lograsen poner fin al espionaje contra los ciudadanos. "La tecnología se ha convertido en algo enormemente influyente. Si pensamos en lo que vimos en 2013 y en las capacidades de los gobiernos actuales, 2013 parece un juego de niños", ha explicado ahora al rotativo británico.
La vigilancia sigue
La primera gran filtración de Snowden reveló que la NSA, la mayor agencia de inteligencia de EEUU, tenía acceso directo a los flujos de datos de gigantes de internet como Google, Apple, Facebook, Microsoft o Youtube a través del llamado programa PRISM. Diez años más tarde, la ley que permitía interceptar la comunicación de los extranjeros sin permiso legal —Artículo 702 de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Exterior— sigue vigente. En diciembre ese permiso expira y tanto la Administración Biden como parte de los republicanos quiere renovarlo para que su poder de vigilancia se mantenga intacto.
Una década de desarrollo tecnológico da para mucho. Los tentáculos del espionaje digital son ahora mucho más alargados y, más allá del capitalismo de la vigilancia, toman forma con los sistemas de reconocimiento facial o la expansión de programas informáticos maliciosos como Pegasus. "El Gobierno estadounidense sigue espiando de formas que en algunos casos son peores o más extremas que lo que pudimos revelar en el reportaje de Snowden", ha explicado Glenn Greenwald, uno de los periodistas que destapó el escándalo. Preocupado por esa realidad opresiva, Snowden ha desarrollado herramientas para que periodistas y activistas puedan esquivar la censura, especialmente en regímenes totalitarios.
Su legado
Las revelaciones también han producido cambios positivos. Uno de los principales legados del ahora activista digital es la normalización del cifrado de extremo a extremo que protege las telecomunicaciones. "(En 2013) Una enorme fracción del tráfico global de internet viajaba electrónicamente desnuda. Ahora, es algo raro de ver", ha explicado al periodista Ewen MacAskill.
El escándalo ha llevado a una mayor concienciación. Incluso la inteligencia de EEUU y el Reino Unido han reconocido el beneficio que las filtraciones han supuesto en el debate global sobre la privacidad. Esas mismas agencias han reiterado que la filtración de documentos clasificados causó "daños", si bien no han aportado pruebas de ello. Aun así, los riesgos de la vigilancia no paran de crecer. "Tendremos que estar trabajando en ello el resto de nuestras vidas y las de nuestros hijos y más allá", ha vuelto a advertir.
Exilio en Rusia
Snowden optó por revelar su identidad aunque sabía que ello podría llevarlo a la cárcel, como le sucedió a Julian Assange y Chelsea Manning. "No puedes enfrentarte a las agencias de inteligencia más poderosas del mundo y no aceptar el riesgo. Si quieren atraparte, con el tiempo lo harán", señaló. No acertó con esa predicción, aunque si terminase siendo capturado por EEUU podría enfrentarse a hasta 30 años entre rejas.
Sí cuando dijo: "No espero volver a ver mi hogar". Tras huir de Hong Kong, se refugió en Rusia, donde vive desde entonces, una opción que le ha valido críticas. En los últimos años, ha reducido sus apariciones públicas para proteger a su esposa y sus dos hijos. Su vida es mucho más difícil que en 2013, cuando trabajaba para la inteligencia estadounidense en Hawaii. Aun así, Snowden lo tiene claro: "No me arrepiento de nada".
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