Auge del islamismo radical

¿Qué pasa en Benín?: Una maravilla natural refugio del yihadismo

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OPINIÓN | Yihadismo en el Sahel y en el golfo de Guinea, por Eugenio García Gascón

yihadista en Benin

yihadista en Benin / Agencias

Montse Martínez

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Benín, un pequeño país en África Occidental fronterizo con Burkina Faso, Togo, Nigeria y Níger, tiene una superficie y población comparable a Portugal. En el norte, se encuentra el Parque W, una maravilla natural poco preparada para el turismo donde aún viven grandes especies animales africanas ya extinguidas en otros lugares. Declarado Patrimonio de la Humanidad en 2017, ha pasado de abrir sus puertas a escasos y privilegiados visitantes a ser la base operacional del potente movimiento yihadista en el Sahel. A continuación, una explicación en claves de lo que acontece en el pequeño país africano donde el islamismo radical descansa, se fortalece y planea ataques en la zona.

Un parque natural que abarca tres países

El Parque W, con una superficie de casi 10.300 kilómetros cuadrados, abarca Benín, Burkina Faso y Níger. La reserva forma parte del Complejo W-Arly-Pendjari (Complejo WAP), compuesto de varios parques que constituyen una de las mayores zonas protegidas de África Occidental. Es hogar de leones, elefantes, guepardos, entre otras poblaciones de grandes mamíferos que ya han desaparecido en otros enclaves africanos. El WAP incluye también el Parque Nacional de Arly, en Burkina Faso, y el Parque Nacional de Pendjari, en Benín, así como varias reservas y zonas de caza vecinas. La Unesco incluyó el Complejo WAP en 2017 en su lista de patrimonio mundial por sus ecosistemas, biodiversidad e importancia como refugio para la fauna salvaje en peligro de extinción.

Los yihadistas toman el control del Parque W

Los insurgentes yihadistas llegaron a las inmediaciones del Parque W a principios de 2018. El grupo Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimeen (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes), coalición al amparo de Al Qaeda en el Magreb Islámico, han hecho de la zona tanto su refugio como su base de operaciones. La mayoría de los campamentos yihadistas se construyen entre espesas capas de vegetación, a buen recaudo de drones y otras aeronaves de vigilancia militares. Además, el hecho de encontrarse en reservas forestales y parques naturales transfronterizos les facilita la entrada y salida de los distintos países. Es también un escenario perfecto para permanecer ocultos y eludir la persecución a la que les somete el Ejército de Benín.

Objetivo, el golfo de Guinea

El norte de Benín presenta las condiciones idóneas que han permitido a los grupos yihadistas extender su avance en los países del Sahel, con el golfo de Guinea como principal objetivo. Benín se había librado de la amenaza yihadista, mientras que los países con los que comparte sus 2.123 kilómetros de fronteras terrestres llevaban más de una década expuestos a este conflicto. Ahora, el norte del pequeño país es desde donde se organizan y atacan los extremistas en los países limítrofes y su estrategia de expansión hacia los países del golfo de Guinea avanza rauda.

El ecosistema y la población autóctona, en peligro

El hecho de que los insurgentes radicales se hayan hecho con el control del espacio natural supone un serio revés para el ecosistema, de una gran riqueza. Igualmente, la población autóctona sufre importantes alteraciones en sus relaciones con la presencia del nuevo morador. Los conflictos entre agricultores sedentarios y pastores nómadas por la tierra y el agua, históricos, se han exacerbado en tanto que los islamistas se convierten en valedores de los más desfavorecidos. Ofrecen a los autóctonos las necesidades que la debilidad y la dejadez de su propio Estado no puede proporcionarles.

Este nuevo hábitat se convierte, además, en una excelente plataforma para que el yihadismo incremente sus ingresos económicos y, con ellos, su financiación. La extensa red de pistas y ríos del parque se convierte en una autopista para el contrabando de alimentos, combustible, armas y motocicletas a través de las tres fronteras.

Tampoco dudan en usar la herramienta del terror para imponerse en el territorio. Secuestros, actos vandálicos, incendios, atentados, entre otros, están a la orden del día.