Alerta en África

Así es el JNIM, la nueva amenaza terrorista en el Sahel y el golfo de Guinea

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Iyad Ag Ghali (centro), líder del JNIM, en una captura de un vídeo publicado por el grupo terrorista el pasado 23 de enero.

Iyad Ag Ghali (centro), líder del JNIM, en una captura de un vídeo publicado por el grupo terrorista el pasado 23 de enero. / LEGNAN KOULA

Marc Ferrà

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Vestido con una túnica azul clara y un turbante negro, Iyad Ag Ghali se dejaba ver a principios de año rodeado por varios líderes de la región este de Mali, fronteriza con Níger. Es una de las últimas apariciones públicas del líder del JNIM (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes), un grupo terrorista y criminal que opera en el Sahel y el golfo de Guinea bajo la bandera de Al Qaeda. Con esta imagen, difundida por un canal propagandístico de la organización, pretendían mostrar que cuentan con el apoyo de varios grupos tuaregs de la región de Ménaka. 

Iyad Ag Ghali es uno de los terroristas más buscados del mundo y el periódico francés Le Monde le considera el enemigo número uno de Francia en el Sahel. La organización que lidera nació en 2017 y es un compendio de alianzas de varios grupos salafistas que operaban en la región desde hace años (Ansar Dine, Al Qaeda en el Magreb Islámico en el Sahel, la 'katiba' Macina y la 'katiba' Al Murabitun). Esta organización ha logrado controlar una parte importante del norte de Mali, zonas de vasto desierto con poblaciones diseminadas que quedan fuera del control de las autoridades de Bamako.

El JNIM y, especialmente, su líder han sabido jugar con el complejo tejido de alianzas y disputas tribales y étnicas que hay en la zona con el objetivo de ganar más adeptos y terreno. También se intentan presentar como garantes de seguridad y recursos ante la ausencia del Estado. Este grupo terrorista estuvo detrás un atentado el pasado mes de abril en el aeropuerto de Sevaré en el que murieron 10 civiles tras la explosión de varios vehículos cargados de explosivos. Ese mismo mes también atacaron un convoy del Ejército maliense en la zona central del país, en la que murieron 10 soldados. 

Detrás de estos atentados bajo la bandera, supuestamente yihadista, este grupo terrorista intenta controlar el terreno con el objetivo de afianzar las actividades criminales con las que enriquece sus arcas: el tráfico de drogas y los secuestros. Según la experta en el Sahel, Bea Mesa, las acciones de estos grupos están motivadas por el dinero recaudado de estas actividades ilícitas. 

La expansión del JNIM

Las extensas y porosas fronteras entre Mali, Níger y Burkina Faso también han facilitado que este grupo criminal cada vez se mueva sus redes más lejos y uno de los objetivos que persiguen es extender su influencia hacia los países del golfo de Guinea, como Benín, en los que en los últimos años ya han protagonizado ataques y atentados.

"La expansión de las ramas territoriales en África Occidental de Estado Islámico y Al Qaeda hacia el golfo de Guinea no deja de ser un ejemplo más de cómo la inestabilidad y la inseguridad están cruzando fronteras para acabar contagiando a unos países y otros a medida que los grupos terroristas establecen puentes que permiten conectar sus principales centros de actividad", según el último anuario del Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo.

La disputa con Estado Islámico

Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGScinco soldados locales y cuatro estadounidenses

Una expansión que ha provocado fricciones con el otro gran grupo criminal y terrorista. Aunque en ciertos momentos han existido acuerdos de no agresión entre ellos, en estos últimos meses el JNIM y el EIGS han protagonizado importantes enfrentamientos, que en ocasiones se han saldado con decenas de bajas. Este repunte de violencia entre ellos responde a un aumento de la presencia de la filial de Estado Islámico en territorios antiguamente controlados por el JNIM.

Los últimos enfrentamientos registrados tuvieron lugar el pasado mes de abril en Mali y Burkina Faso. En uno de estos combates, murieron unos 20 terroristas y, según la información disponible, el detonante fue que el EIGS pretendía ejercer el control sobre dos poblaciones burkinesas, según recoge el Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo.

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