Conflicto enquistado

Yihadismo en el Sahel y en el golfo de Guinea

Europa teme que la endémica inestabilidad en la zona se desplace al vecino norte de África y cruce el Mediterráneo

Un miembro de una milicia yihadista, en Benín.

Un miembro de una milicia yihadista, en Benín. / Agencias

Eugenio García Gascón

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El Sahel es una vasta región limítrofe con el desierto del Sáhara, con una superficie aproximada de seis veces la de España, y que incluye una docena de países. En los últimos años ha sido uno de los mayores focos de inestabilidad en el mundo debido a múltiples factores entre los que se encuentran la lucha armada, las tensiones étnicas, el desempleo, la pobreza, la escasez de recursos y alimentos, el cambio climático y la inseguridad política. La confluencia de estos elementos ha convertido esta región y las zonas aledañas del golfo de Guinea en un polvorín que preocupa especialmente a Europa.

Europa teme que la endémica inestabilidad se desplace al vecino norte de África, que constituye la frontera sur del continente, y que de ahí cruce el Mediterráneo de varias maneras, por ejemplo con migraciones masivas o alborotando a los millones de musulmanes que ya residen en Europa. Esta preocupación ha conducido a una intervención militar sobre el terreno de algunos países, principalmente Francia, que no ha resuelto los problemas de fondo.

Táctica habitual

La franja que va desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo incluye a países como Níger, Nigeria, Chad, Mauritania, Mali, Senegal, Camerún y Guinea, entre otros, donde el islam tiene una gran presencia y a veces deriva en un islam yihadista que alberga aspiraciones de crear una sociedad musulmana justa e ideal que acabaría con todos los problemas de la región.

Los grupos yihadistas han cometido verdaderas atrocidades que han costado la vida a un gran número de personas, han atacado colegios y bases militares, así como pueblos aislados. Su táctica más repetida ha consistido en ocupar zonas donde los gobiernos centrales eran débiles o donde directamente no existía ninguna autoridad. Los grupos yihadistas han ayudado a los civiles de distintas maneras, como protegiendo sus rebaños o persiguiendo a los ladrones; a veces han creado una especie de seguridad social, han distribuido alimentos y medicinas, y se han encargado de la gobernanza de una serie de servicios que en principio se deberían esperar del Estado.

Demostración de resiliencia

Aunque la intervención militar de Francia en Mali eliminó a un número no pequeño de responsables yihadistas, el Ejército francés no logró poner orden en la zona; la opción de los ejércitos se ha revelado como insuficiente para acabar con la presencia del yihadismo en el Sahel y el golfo de Guinea. Los grupos yihadistas han mostrado una gran resiliencia a la hora de superar los reveses que han sufrido, incluida la muerte de sus líderes, adaptándose al entorno y a las condiciones militares de cada momento.

En algunos países del Sahel y el golfo de Guinea existen importantes comunidades cristianas y los musulmanes se sienten marginados. A menudo este es un factor decisivo a la hora de protestar contra los gobiernos de esos países por parte de las comunidades musulmanas. La marginación de los musulmanes es indudable en amplias regiones, de modo que los seguidores de Mahoma se identifican fácilmente con los grupos yihadistas que defienden sus intereses.

La progresiva existencia de tropas extranjeras no ha hecho más que complicar la situación. Rusia, a través del grupo militar Wagner, entró en Mali en enero de 2022. La presencia de potencias mundiales que se mueven en función de intereses ajenos a la región interfiere en las luchas internas de los países del Sahel y el golfo de Guinea, una circunstancia que agrava la situación y se proyecta sobre un futuro todavía más incierto.

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