Celebrado por la ONU

Asad abre dos pasos fronterizos adicionales en Siria para que entre ayuda en zonas bajo control opositor

La decisión ha despertado el asombro y las críticas de la oposición, que recrimina a Naciones Unidas haber permitido al dictador sirio apuntarse una "ganancia política"

Dos hombres trabajan entre los escombros de un edificio derrumbado por el terremoto en la población siria de Atarib, en Alepo, en territorio bajo control opositor.

Dos hombres trabajan entre los escombros de un edificio derrumbado por el terremoto en la población siria de Atarib, en Alepo, en territorio bajo control opositor. / AAREF WATAD / AFP

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

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Entra un poco de luz en Siria. La apertura de dos pasos fronterizos adicionales desde Turquía al territorio controlado por la oposición al noroeste del país por parte del presidente Bashar el Asad ha aligerado los ánimos después de una semana trágica. Y también el dictador sirio se ha apuntado un punto a su favor, que Naciones Unidas ha aplaudido. Además, este martes ha aterrizado un avión saudí con ayuda humanitaria en el aeropuerto de Alepo, el primero desde el inicio del conflicto. Parece que el terremoto puede hacer cambiar las dinámicas enquistadas después de casi 12 años de guerra civil.

En este contexto, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha solicitado a la comunidad internacional 397 millones de dólares para suministrar durante los próximos tres meses ayuda de emergencia a Siria. Guterres ha admitido que la ayuda no ha estado llegando al país "a la velocidad y escala necesarias" y ha urgido a asegurar que no hay más obstáculos que empeoren la situación, ni de acceso, ni de financiación, ni de suministros.

"Asad afirmó la necesidad de llevar ayuda urgente a todas las áreas de Siria, incluidas aquellas que están sujetas a la ocupación y el dominio de los grupos terroristas armados", ha anunciado la agencia nacional de noticias SANA después de una reunión este lunes del presidente con el jefe de Asuntos Humanitarios y coordinador del Socorro de Emergencia de la ONU, Martin Griffiths, en Damasco. Esta decisión dejará fluir la ayuda humanitaria durante tres meses a través de estos dos pasos fronterizos. Se trata de la primera vez que Asad coopera para abrir el territorio controlado por la oposición a esta asistencia desde que empezó la guerra civil de Siria en 2011. 

Críticas de la oposición

Las críticas no han tardado en hacerse llegar. Hasta ahora, solo funcionaba un cruce de ayuda autorizado por la ONU en Bab al Hawa pero los funcionarios del organismo advirtieron de que este paso era insuficiente para la gran cantidad de ayuda que se necesitaba después del terremoto que ya se ha cobrado 37.000 vidas a ambos lados de la frontera. Abrir más cruces sin la aprobación siria requiere una acción del Consejo de Seguridad, donde Rusia, aliado de Asad, tiene poder de veto. Al acceder a la solicitud de la ONU de abrir también Bab al Salam y Bab al Raee, Asad se ha anotado una "ganancia política", tal y como ha denunciado el líder de los Cascos Blancos sirios, Raed al Salah, este martes a Reuters.

"Un fracaso", así describió este grupo de salvamento civil la respuesta internacional a las necesidades de Siria tras el terremoto. Pero, desde el norte del país donde han liderado las labores de rescate, tampoco han celebrado la apertura de los nuevos cruces. "Esto es impactante y no sabemos cómo se está comportando la ONU", ha añadido Al Salah. "Muchos creen que esta cooperación del presidente sirio es parte de una campaña para explotar la situación y recuperar la legitimidad política para que el mundo se comprometa con él", ha explicado Zeina Khodr en Al Jazeera. La oposición considera que la ONU ha llegado tarde y no debería haber esperado a que Asad abriera los cruces, sino usarlos sin su aprobación.

Desde el pasado 6 de febrero, más de 50 aviones han entregado ayuda de países árabes y asiáticos a aeropuertos en áreas controladas por el Gobierno, según los medios estatales sirios. Una aeronave saudí ha aterrizado por primera vez en territorio sirio en más de una década. Gestos como este pueden permitir a Bashar el Asad a usar el terremoto como una estrategia política para acabar con el aislamiento internacional de su país, conseguir el levantamiento definitivo de las sanciones y, a largo plazo, volver al escenario internacional.