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Huelgas en el Reino Unido: el otro invierno del descontento
Los paros en demanda subidas salariales recuerdan a los de finales de los 70 que provocaron la caída del entonces Gobierno laborista y la llegada de Thatcher al poder
Marta López
Periodista
Periodista. Redactora jefa del suplemento Entender más
Asalariados de la sanidad, maestros, trabajadores de correos, conductores de ferrocarriles, trabajadores de puertos y aeropuertos, profesores de autoescuela… desde el pasado mes de diciembre el Reino Unido vive inmerso en una espiral de huelgas que son a la vez causa y efecto de una profunda crispación social ante el disparado coste de la vida. La reivindicación de aumentos salariales por una inflación que supera el 10% es el nexo que une a los cientos de miles de personas que protestan en este nuevo “invierno del descontento”, el nombre shakesperiano con el que se conoce el periodo que va desde finales de 1978 a principios de 1979, en un contexto muy similar.
Imposible no mirar a aquellos días de hace cuatro décadas y establecer un paralelismo con las huelgas que acabaron con el Gobierno laborista de Jim Callaghan. Entonces, como ahora, el motor de las protestas era la petición de mayores incrementos salariales en un contexto inflacionista provocado por la crisis del petróleo de 1973. También como el actual primer ministro, Rishi Sunak, ha puesto de la lucha contra la inflación en el centro de sus políticas, Callaghan trató de contener el alza de precios ordenando que los aumentos salariales se mantuvieran por debajo del 5%. Y así estallaron las huelgas.
La primera fue la del gigante automovilístico Ford, donde el parón de la producción durante semanas forzó a la empresa a aceptar un aumento salarial del 17%. Luego se sumaron los transportistas, que reclamaron un aumento del 40%, y provocaron desabastecimiento de de gasolineras, supermercados y tiendas. Y se añadieron otros trabajadores de los servicios públicos. El Gobierno preparaba planes para declarar el estado de emergencia pero en público, Callaghan negaba la mayor.
"Crisis, ¿qué crisis?"
Recién llegado de una cumbre en Guadalupe, en el aeropuerto de Heathrow, un periodista le preguntó cuáles eran los planes del Ejecutivo ante el caos creciente, a lo que el primer ministro respondió que no era esa la opinión que tenía la gente de la situación. Al día siguiente, el diario ‘The Sun’ tituló en portada: “Crisis, ¿qué crisis?” Solo meses más tarde, el laborista Callaghan perdería las elecciones frente a Margaret Thatcher. En tres meses de paros, los laboristas cayeron 25 puntos en el apoyo popular frente a los conservadores.
También la primera ministra afrontó en su primer mandato el desafío de los huelguistas de la minería, que sostuvieron el pulso durante casi un año y perdieron. La dama de hierro se mostró inflexible en todo momento e introdujo una dura legislación antisindical que aún perdura hasta el día del hoy y hace casi imposible una huelga general, al excluir los paros de solidaridad o las reinvidicaciones de alcance general.
Sunak también ha presentado u proyecto de ley para limitar futuras huelgas. Pero a diferencia de entonces, los británicos se muestran ahora comprensivos con los huelguistas. Y el laborista Keir Starmer espera su momento, con 20 puntos a favor en las encuestas.
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