Crisis en el país heleno

Espionaje, vigilancia, escuchas y sobrinos: el escándalo político que sacude a Grecia

Periodistas del país heleno revelan que los servicios secretos espiaron sistemáticamente a políticos, empresarios y reporteros durante los últimos años, en algunos casos usando sistemas ilegales

Saludo entre Kryriakos Mitsotakis y Alexis Tsipras.

Saludo entre Kryriakos Mitsotakis y Alexis Tsipras. / REUTERS / COSTA BALTAS

Adrià Rocha Cutiller

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Stavros se enteró de casualidad, un día cualquiera de noviembre pasado, al abrir un periódico. Su nombre, Stavros Malichudis, no estaba en el texto ni en los documentos filtrados, pero los detalles eran claros: según el periódico griego 'Efsyn', un periodista que investigaba la historia de un menor refugiado encarcelado en una isla griega estaba siendo espiado por los servicios secretos griegos, el EYP.

La historia era suya. "Contacté al periódico y ellos me confirmaron que era yo, que mi nombre había sido tachado, pero que el espiado era yo, y que investigaban con quién había hablado, qué me habían comentado", explica Malichudis, y que en ese momento se preocupó, se paralizó, todo se le complicó.

"Fueron unos meses muy difíciles, porque me daba miedo llamar a alguien, contactar a una fuente. No podía trabajar, porque pensaba que estaba poniendo en peligro a la persona con quien hablaba. No sabía exactamente qué estaba pasando, qué sabían ellos de mí, qué querían. Pero ahora, sabiendo todo lo que sabemos ahora, estaría más tranquilo", dice el periodista.

Lo que se sabe ahora es mucho. Durante los últimos meses —sobre todo desde agosto—, reporteros independientes griegos han revelado que el Gobierno heleno ha estado espiando a discreción en los últimos daños. Pocos se salvan: a parte de periodistas, entre los espiados hay líderes de la oposición, empresarios, abogados de derechos humanos, activistas antivacunas y hasta ministros y miembros del Ejecutivo del primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis

Según publicaciones de la prensa griega, el anterior primer ministro, Alexis Tsipras, fue espiado durante su mandato; como también lo fue el año pasado el líder del tercer partido del país, el PASOK, Nikos Andrulakis, y los ministros actuales de Exteriores y Finanzas, Nikos Dendias y Jristos Staikuras, entre un larguísimo etcétera. Grecia celebrará elecciones parlamentarias en primavera del año que viene. 

El epicentro de la tormenta

Desde la revelación del espionaje a Andrulakis —realizado primero con medios tradicionales y después con el software israelí Predator—, los dedos han apuntado en todas direcciones, pero sobre todo hacia una: hacia el propio Mitsotakis y su sobrino, Grigoris Dimitriadis. Hasta agosto, Dimitriadis era el jefe de la oficina de su tío y era él —y su despacho— quien fue puesto al mando de los servicios secretos griegos.

"Después de las revelaciones que nosotros empezamos a hacer, Mitsotakis aseguró que no sabía nada. Sigue diciéndolo: 'no tenemos nada que ver ni con Predator, y yo no sabía nada de la vigilancia de Andrulakis'", explica el reportero de investigación Thodoris Chondrogiannos, miembro de la red de Reporters United, quien ha estado al frente de las revelaciones. 

"Es imposible que no supiese lo que ocurría. Que su sobrino y secretario pudiese realizar algo a tan gran escala y que el primer ministro no lo supiese. Mitsotakis dice literalmente que no sabía lo que ocurría al otro lado de la pared de su despacho. Me parece imposible. Parece, más que nada, que juegan la carta de 'somos estúpidos' en vez de decir 'somos malos', porque entonces se verían obligados a dimitir", continúa Chondrogiannos.

Este otoño, el Parlamento griego ha lanzado una comisión de investigación de lo sucedido —que ha sido bloqueada sistemáticamente por la mayoría del partido de Gobierno, Nueva Democracia—.

Hay, además, una investigación judicial abierta, y dos casos judiciales activos: uno, para esclarecer cómo se han producido las revelaciones a la prensa; el segundo es una demanda por difamación de Dimitriadis —el sobrino de Mitsotakis— contra Chondrogiannos y varios reporteros más.

La seguridad como excusa

En todos los casos de los espiados que han sido aceptados —son una minoría—, los servicios secretos han asegurado que las escuchas fueron hechas por motivos de "seguridad nacional". Es el caso, por ejemplo, de Stavros Malichudis, cuyo trabajo de reporterismo se ha centrado en los malos tratos que las autoridades griegas realizan contra migrantes y refugiados

"La seguridad nacional es sin duda un bien legal muy importante para cualquier sociedad —explica Spydrion Vlachopulos, profesor de Derecho de la Universidad de Atenas—. Pero es un bien que se tiene que interpretar estrechamente y que debe incluir únicamente aquellos incidentes que constituyen un peligro real contra la democracia y integridad territorial de un país. En otras palabras: la seguridad nacional no puede ser usada como pretexto para ningún otro propósito".

"Viendo los incidentes recientes, con supuestas decenas de miles de escuchas telefónicas aprobadas cada año, en un país pequeño como Grecia, desgraciadamente es imposible descartar que esta ‘seguridad nacional’ haya sido usada como una simple excusa para espiar oponentes políticos y periodistas", continúa Vlachopulos.

Para Chondrogiannos, el nulo resultado de todas las escuchas demuestra su naturaleza. "De los espionajes no ha salido ningún procedimiento judicial en contra de nadie. Y esto muestra que la seguridad nacional fue usada como excusa. Si hubiesen habido motivos reales, habría salido algo. Pero no", dice el periodista. 

"Lo único que sabemos es que después de las revelaciones de los escándalos, los servicios secretos destruyeron sus documentos sobre Andrulakis y Thanasis Kukakis [otro periodista espiado]. Por esto no esperamos ningún castigo real. Soy pesimista; no creo que se hará justicia. El Gobierno ha tenido todo el tiempo del mundo, después de la dimisión de Dimitriadis, [el sobrino del primer ministro], de destruir todas las pruebas necesarias", continúa Chondrogiannos. 

Y mientras tanto, Stavros Malichudis sigue esperando. Su caso fue como los demás. No sabe el por qué de todo. La razón que recibe es una y la misma siempre: seguridad nacional. "Ya ha pasado un año —dice el reportero— y aún no sé por qué me espiaron".

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