Inmigración

Valla de Melilla: ¿por qué hay cada vez más migrantes y más muertos?

Pese a las imágenes de la actuación de los agentes marroquís, al Gobierno de España no le consta que a Rabat haya dado orden de extremar la represión a los subsaharianos

Tragedia en la valla de Melilla. Actuación policial marroquí.

Imágenes de la actuación policial marroquí en la valla de Nador y Melilla, el viernes 24 de junio. /

Juan José Fernández

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Arrastrados por el suelo durante el salvamento para colocarlos en una explanada; golpeados con porras algunos que tratan de levantarse; previamente, disparos de botes de humo contra una multitud confusa que escala una valla… Las imágenes apócrifas de la tragedia que vivió la valla fronteriza de Melilla por el lado marroquí recogen el momento más terrible de la gestión marroquí de la inmigración ilegal subsahariana desde que ese país y España retomaron sus relaciones. 

Pasados tres días de la tragedia, no se ha constituido, y no hay visos de que vaya a constituirse, comisión gubernamental alguna de investigación, como ha pedido la Unión Africana. Solo está el testimonio gráfico, que ha estremecido en toda Europa, y que levanta dudas sobre la posibilidad de un trágico endurecimiento de la acción policial marroquí para detener a las oleadas humanas que se estrellan contra la valla de Melilla.

Pero desde la ciudad autónoma española no se ha remitido a la Moncloa ni a Interior ningún informe hablando de mano dura policial marroquí, aseveran a este diario fuentes gubernamentales melillenses. Hasta el momento, la versión de los hechos que conoce el Gobierno de España es la de que, durante una oleada de unas 2.000 personas hacia la valla fronteriza, cerca de 500 de esas personas se apelotonaron intentando pasar a territorio español por una puerta del centro fronterizo del Barrio Chino, que había conseguido abrir uno de los migrantes, con una avalancha que mató a una veintena de ellos (21 según Marruecos; 37 según las ONG) por asfixia o aplastamiento cuando las filas de atrás empujaban a las de delante en el paso fronterizo, y también cuando un grupo que escalaba la valla se precipitó sobre los que estaban debajo.

El paso de frontera del Barrio Chino de Melilla está en una pendiente que cae de forma pronunciada hacia la carretera perimetral española. "Eso hace muy difícil trabajar ahí", explica un policía nacional que ha desempeñado labores de documentación en el edificio, ahora cerrado. Un pasillo de dos metros de ancho conduce hasta una estrechez por la que cabe una sola persona, que lleva a un torno. Ahí se produjo la mayor mortandad, cuando unos migrantes empujaban desde atrás y los de delante no conseguían pasar.

Las imágenes de una explanada llena de cuerpos corresponden a un pequeño rellano de cemento en el lateral del puesto fronterizo, donde los gendarmes iban dejando a los migrantes que conseguían sacar del tumulto. "Cuando sacas a uno tienes que ir a por otro, no puedes entretenerte en llevártelo más lejos, porque se te mueren los demás", explica un miembro de los operativos de frontera de la Guardia Civil, excusando la actuación marroquí. Si los heridos se metieron ahí huyendo en estampida de una carga policial o si lo hicieron tratando de aprovechar el hueco para pasar a España permanece aún en el misterio.

Que no hable Montero

En el relato gubernamental de los hechos -flanqueado por unas muy polémicas declaraciones del presidente Pedro Sánchez- por encima del luto subrayan estos días dos aspectos: la participación de mafias en las oleadas y la violencia de los inmigrantes, que lanzaron una lluvia de piedras y palos sobre los gendarmes y, ya a este lado de la valla, sobre los guardias civiles.

La ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, ha asegurado hoy en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros -y preguntada por imágenes de la valla que "nos conmueven a todos", ha dicho- que "el Gobierno lamenta la pérdida de vidas humanas profundamente, y traslada su pesar a todas las victimas, también a los miembros de las fuerzas de seguridad", en referencia a los más de 40 agentes que resultaron heridos.

Ha asumido la ministra portavoz toda la incómoda misión de contestar, haciendo a la de Igualdad y figura destacada de Podemos, Irene Montero, que estaba también presente, repetidos gestos para que no interviniera. Para Rodríguez, "conviene marcar bien el problema: existen mafias que trafican con seres humanos (...) Para evitar estas tragedias, este sufrimiento, lo que hay que hacer es combatir a las mafias".

La ministra lanza un mensaje de condolencia y culpa a las mafias internacionales

"Lamentamos las muertes, pero un estado no puede permitir que mafias violenten fronteras. Lo que no podemos asumir es ataques violentos. Europa tiene que tomar conciencia del fenómeno migratorio, va a ir a más", dijo una hora antes el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, este lunes tras un homenaje a las víctimas del terrorismo en el Congreso (informa Miguel Ángel Rodríguez).

En Moncloa, Isabel Rodríguez también ha lanzado un mensaje de firmeza: "Trabajamos y velamos por la integridad -en alusión a la territorial- de nuestro país. Reconocemos el trabajo de las fuerzas y cuerpos de seguridad y también de las fuerzas de seguridad marroquís".

Sobre la acción de alguna mafia en la última avalancha de Melilla van trascendiendo detalles. Hubo "gente local" de Nador observando el puesto fronterizo cerrado del Barrio Chino días antes de la avalancha. "Esos fueron los que tuvieron que indicar a los subsaharianos qué puertas forzar, porque fueron directamente a ese punto", relatan fuentes de la Guardia Civil

Más gente, más peligro

Desde el 6 de febrero de 2014, cuando, en la frontera ceutí del Tarajal, en el lado español, murieron ahogados 15 inmigrantes tras una polémica actuación de la Guardia Civil, no se había conocido un hecho más luctuoso en las muy calientes fronteras de España en África.

Las fuentes policiales españolas consultadas no aprecian un cambio en el comportamiento de los gendarmes marroquís ante los subsaharianos. "No hay material de intervención nuevo, ni emplean más dureza de la habitual; sí hay más agentes, pero es que también hay muchos más inmigrantes bajando hacia aquí", explica un veterano guardia civil de Melilla.

Y, sin embargo, el panorama está cambiando con respecto a anteriores asaltos a la valla. El pasado 2 de marzo se produjo otra oleada multitudinaria contra los barrotes de Melilla. Un primer recuento policial cifraba en 2.500 los participantes; otro más mesurado y posterior daba 1.000. Cerca de 500 consiguieron entrar en territorio español. Y ese, el mayor intento de asalto que se recodaba en la ciudad en cinco años, fue el comienzo de un cambio de tendencia, refieren las citadas fuentes. Hasta entonces, en Melilla se conocían asaltos de entre 300 y 400 personas, 500 como máximo. A partir de ese caso, bajan de los montes cercanos a Nador hileras muy numerosas, que superan el millar de personas intentando pisar suelo europeo.

Una hilera de inmigrantes se dirige a Melilla desde el monte Gurugú poco antes del intento de salto de la valla que separa a Marruecos de territorio español.

Una hilera de inmigrantes se dirige a Melilla desde el monte Gurugú poco antes del intento de salto de la valla que separa a Marruecos de territorio español del pasado 2 de marzo. / EL PERIÓDICO

A esas hileras multitudinarias, Marruecos ha respondido con un dispositivo de intercepción mayor en efectivos, y ahora ya a menudo dotado de material antidisturbios. Ese material tuvo su papel en la avalancha del viernes. Los botes de humo también pudieron contribuir a acorralar a los migrantes contra un rincón en 'L' de la valla, junto al edificio de control fronterizo del paso del Barrio Chino de Melilla. En los vídeos que han trascendido, los antidisturbios marroquís disparan varios botes contra un montón de personas que trata de escalar en otro sector de la valla, cerca del puesto fronterizo. Subían unos sobre otros, hacia el tejado, hasta que todo ese grupo cae sobre los que están debajo entre explosiones de botes de humo y gritos de los mehanis.

Los asaltos a la valla son ahora menos numerosos, pero con muchos más hombres. La otra diferencia con respecto a casos anteriores es la violencia. Mostrando cascos rajados, diversos sindicatos policiales han denunciado los efectos de la lluvia de piedras que cayó encima de los guardias y policías en el lado español de la frontera. También, y mucho más intensa, cayó sobre los agentes marroquís. En otras ocasiones, los migrantes acuden con ganchos metálicos en las manos, con los que intentar escalar la verja. Esos ganchos se convierten en armas ante las cargas policiales.

Para un mando policial ceutí también consultado, la tragedia del viernes en Melilla podía haberse evitado, y culpa a Marruecos: "No se puede dejar que se embalse tanta gente cerca de la frontera. Una vez que echan a correr contra la valla, lo raro es que no se produzcan más desgracias". Hay no obstante una norma generalizada de congruencia, proporcionalidad y oportunidad en la acción de un escuadrón antidisturbios ante una multitud. "Si está la gente apelotonada, claro que no hay que arrinconarla más, pero habría que estar allí en ese momento para entenderlo", opina esta fuente. Sobre la ausencia de personal sanitario de emergencias en el dispositivo no opina; solo lo certifica.

Carga en el Gurugú

El pasado viernes, un guardia civil impactado por las imágenes que había visto del lado marroquí de la valla de Melilla comentaba a este diario: "No se puede parar a 2.000 personas a pie de valla. Eso es una locura". Y parece que los gendarmes marroquís tratan de disolver las oleadas de migrantes kilómetros atrás, en el monte Gurugú, donde se refugian en campamentos cada vez más multitudinarios.

Carga de gendarmes marroquíes en el monte Gurugú

Carga en el monte Gurugú, supuestamente el miércoles 22 de junio, de gendarmes marroquís contra inmigrantes subsaharianos que viven en campamentos en la zona. /

De ello da fe otro vídeo apócrifo. Una batalla campal al amanecer, mehanis y gendarmes marroquíes contra migrantes subsaharianos. Gritos, carreras y pedradas. Un vídeo de un policía marroquí muestra a agentes del orden de ese país ataviados con material antidisturbios desplegados en una vaguada y una falda del monte Gurugú, en las proximidades de Nador y de Melilla. El vídeo vendría a acreditar que la policía marroquí trata de dispersar los campamentos de subsaharianos en esa montaña, que se han hecho muy grandes, y que son el punto de partida de las grandes riadas humanas que chocan contra la valla fronteriza de Melilla. 

El vídeo está grabado por uno de los gendarmes intervinientes en el dispositivo. En las imágenes, los agentes retroceden cuando los migrantes los rechazan a pedradas, y avanzan en amagos.

Fuentes policiales españolas de la ciudad de Melilla sitúan la carga policial el miércoles pasado, pero otras fuentes de similar solvencia dudan de que el vídeo tenga relación temporal alguna con los dramáticos sucesos del pasado viernes.

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