Apoyo financiero
El G-7 moviliza 18.700 millones de euros en ayudas a Ucrania
La guerra de Rusia y Ucrania, en directo
Andreu Jerez
Periodista
Las siete mayores economías del planeta (G-7) llevan movilizados desde inicios de este año 18.700 millones de euros para sostener a Ucrania. Así lo anunciaron los ministros de Finanzas del G-7 tras de una cumbre organizada por Alemania – presidenta de turno del grupo – celebrada el jueves y el viernes de esta semana en Königswinter, a las afueras de Bonn.
En el encuentro, las siete potencias económicas se han comprometido a apoyar al Gobierno de Kiev con cerca de 9.000 millones de euros adicionales. El dinero servirá tanto para comprar armamento como para que el Estado ucraniano pueda pagar los salarios de funcionarios y las jubilaciones. “Estamos al lado de Ucrania”, ha dicho el anfitrión del encuentro, el ministro de Finanzas alemán, el liberal Christian Lindner.
Ese último tramo de ayudas financieras no está compuesto únicamente de subvenciones, sino también de garantías o créditos que el estado ucraniano tendrá que devolver en los próximos años, informan desde el Ministerio de Finanzas alemán. Estados Unidos es el mayor de los contribuidores – con alrededor de 7.000 millones de euros -, seguido por Alemania, con cerca de 1.000 millones, y después, por el resto de países del G-7 – Reino Unido, Francia, Italia, Japón y Canadá –.
Petición de Kiev
El G-7 reacciona así a una petición expresa de ayuda financiera por parte del Gobierno de Volodomir Zelenski. El ministro alemán de Finanzas ha asegurado que el dinero comprometido llegará pronto a las arcas del estado ucraniano. Las ayudas y créditos de las siete principales potencias económicas del planeta se ven además complementadas por créditos de la Comisión Europea y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Lindner cree que, de momento, Ucrania no necesitará más inyecciones financieras para seguir haciendo frente a la invasión rusa ni para garantizar los servicios mínimos de un Estado en guerra.
Alemania se está implicando especialmente en mantener a flote la viabilidad financiera de Ucrania, cuya economía no puede sostenerse por sí sola a causa de la paralización de amplios sectores económicos que ha supuesto la guerra. Para ello, el Gobierno alemán ha destinado un parte de su propio presupuesto nacional para ayudar a Ucrania. El ministro Lindner asegura que el Estado alemán no tendrá que asumir deuda adicional para ayudar al Gobierno de Zelenski.
Sin embargo, es evidente que el dinero movilizado por el G-7 y otras instituciones del bloque occidentalno será suficiente para ayudar a Ucrania a medio plazo, y mucho menos para financiar el proceso de reconstrucción del país cuando las armas callen. Por eso, los ministros también han debatido en la cumbre de esta semana cómo recaudar nuevos fondos para el futuro de Ucrania.
Una de las posibilidades es expropiar bienes congelados pertenecientes al Banco Central Ruso o establecer aranceles especiales a las importaciones fósiles rusas (gas y petróleo), esta última propuesta, procedente de EE.UU. Nada de eso se ha decidido, sin embargo, en esta cumbre del G-7. A pesar de que sólo son estimaciones, economistas calculan que la reconstrucción de Ucrania podría costar entre 500.000 millones y dos billones de euros.
‘No’ a nuevos eurobonos
Alemania se opone, no obstante, con claridad a una nueva mutualización de la deuda de la Unión Europea para conseguir fondos extraordinarios para mantener y reconstruir Ucrania. Esa fórmula ya se usó de forma extraordinaria para hacer frente a las consecuencias económicas generadas por la pandemia. Preguntado al respecto, la respuesta de Lindner ha sido clara: “No”. Alemania se niega a repetir una excepción que aceptó a regañadientes para hacer frente a una de las mayores recesiones económicas del continente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
La inflación ha sido el otro gran de la cumbre del G-7. El aumento de los precios preocupa a las siete mayores economías al poner en peligro la frágil recuperación económica surgida del fin de las restricciones de la vida pública para frenar el coronavirus. El mensaje de Berlín y también del Bundesbank – coorganizador del encuentro de Königswinter – es claro: “Tenemos que poner fin a la política financiera expansiva”, ha dicho Lindner. El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, cree que el BCE podría decidir ya en julio un aumento de los tipos de interés.
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