Elecciones del 10 de abril

Francia enfila la última semana de campaña electoral con Macron perdiendo ventaja

Así están las encuestas en Francia

Estos son los candidatos a las elecciones presidenciales francesas

El presidente francés Emmanuel Macron.

El presidente francés Emmanuel Macron. / Europa Press

Enric Bonet

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¿Emmanuel Macron sufrirá una remontada inesperada en las presidenciales francesas de la misma forma que le sucede al PSG en la Liga de Campeones? La derrota del presidente francés en los comicios del 10 y 24 de abril (segunda vuelta) parece una hipótesis poco probable. Pero su posición de candidato favorito ha perdido fuelle. Un sondeo del instituto Elabe ya alertó el miércoles de que el dirigente centrista podría ganar con solo el 52,5% de los sufragios en una hipotética segunda vuelta ante la ultra Marine Le Pen. Su margen también se está reduciendo respecto al insumiso Jean-Luc Mélenchon (ecosocialista), el otro principal aspirante para alcanzar la final electoral.

La esperanza macronista de que estos comicios fueran un puro trámite en medio de un efecto de “unidad nacional” tras la invasión rusa de Ucrania ha dejado de cotizar al alza. En la recta final, el dirigente centrista se confronta a una serie de obstáculos, como el “caso McKinsey”, los efectos económicos de la guerra —se notan cada vez más en los bolsillos de los franceses modestos después de que la inflación ya haya alcanzado el 4,5%— y la falta de dinamismo de la campaña minimalista de Macron. 

Críticas por el peso crecente de las consultorías en la administración

Desde Twitter hasta la prensa, corrieron ríos de tinta en la última semana con el nombre de la consultoría McKinsey. Una comisión del Senado publicó el 17 de marzo un informe en que denunciaba que el gasto del Estado destinado a las consultorías había aumentado más del doble entre 2018 y 2021. Alertó ante el “fenómeno tentacular” de estas empresas en el seno de la Administración. Y desde entonces esta controversia no ha parado de crecer. 

Los senadores no solo criticaron que la Administración gastara en 2021 más de 1.000 millones de euros en este tipo de empresas, sino también contestaron la utilidad de estos informes, a menudo vacíos de contenido. Además, revelaron que una de las principales empresas de este tipo, la multinacional estadounidense McKinsey, no había pagado impuestos en Francia entre 2011 y 2020. 

“Si hay pruebas de manipulación, ¡qué vayan a la justicia penal!”, aseguró el presidente el 27 de marzo en una entrevista para la cadena France 3. Pese a esta vehemente defensa, siguió subiendo la espuma del “caso McKinsey”, bautizado así por el rol preponderante que tuvo esta consultoría en la gestión de la pandemia y por los estrechos vínculos de algunos de sus dirigentes con Macron. Dos ministros obviaron la discreción gubernamental durante la campaña y convocaron el miércoles una rueda de prensa para atajar esta polémica, que ilustra uno de los principales puntos débiles del macronismo: los conflictos de intereses entre el sector público y el privado.

“Una situación delicada” para Macron

“Se trata de un asunto delicado para Macron, ya que le devuelve a su imagen de 'presidente de los ricos', alejado de la realidad de los franceses”, considera en declaraciones a El Periódico el politólogo Luc Rouban. Desde el caso de los diamantes de Valéry Giscard d’Estaing en 1981 hasta los empleos ficticios de la esposa e hijos de François Fillon, la revelación de affaires resulta habitual en las campañas presidenciales. Un documental del portal francés Off Investigation, fundado por un experiodista de Canal +, también publicó esta semana un reportaje en que se planteaba la posibilidad de que el dirigente centrista hubiera depositado en un paraíso fiscal una parte de las comisiones millonarias que ganó cuando trabajaba como banquero de negocios en Rothschild.

El entorno del presidente confía en que todo esto no salga de la burbuja de Twitter. Más allá de su eventual responsabilidad legal, moral o política, estos posibles escándalos representan un material explosivo en periodo electoral. Coinciden con un momento en que la subida de la popularidad de Macron por la invasión rusa se está desvaneciendo. “Seguramente, subestimó los efectos de la guerra sobre el poder adquisitivo —principal preocupación de los franceses— y eso está beneficiando a Le Pen”, y en menor medida también a Mélenchon, recuerda Rouban, investigador en el CNRS y en Sciences Po París. 

“La situación actual resulta delicada, ya que sentimos como la gente se interesa cada vez menos en los comicios”, reconoce el militante macronista Hervé Gérard, concejal municipal en la ciudad de Niort, considerada como uno los feudos electorales del presidente. “Me hubiera gustado que se implicara antes”, añade sobre el candidato Macron, que celebró su único mitin este sábado en París. Quizás mal asesorado, el dirigente centrista apostó por una campaña conservadora, en que asumiera el mínimo riesgo. Pese a su reputación de buen orador, se negó a participar en los debates televisivos previos a la votación del 10 de abril. Un catenaccio que parece no darle los resultados esperados.