El revisionismo histórico de López Obrador en México

Un sol radiante cala entre cientos de curiosos que se agolpan en el zócalo de Ciudad de México, la plaza central de la urbe. Frente al Palacio Nacional, la sede del Gobierno, se erige una réplica de color blanco, de 15 metros, del Templo Mayor de los aztecas. Un padre carga a su hijo a un lado de la valla de seguridad. "¿Qué es eso papá?", pregunta el pequeño. "No tengo idea, 'mijo'. Creo que es por la independencia o algo así", responde el padre. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho coincidir tres efemérides en 2021: los 700 años de la fundación de Tenochtitlan, la antigua capital azteca; los cinco siglos de la Conquista y los 200 años de la independencia. Pese a las críticas de los historiadores por la inexactitud en las fechas, el Ejecutivo ha aprovechado para dar una versión nostálgica de un pasado nacionalista.

La duda del crío con su padre se repite entre las demás personas que pasean por el centro de la ciudad. Los turistas se hacen el 'selfie' y toman una instantánea de los edificios con adornos en tricolor que forman la figura del dios prehispánico Quetzalcóatl. Las celebraciones han sido un reto en el discurso del Gobierno, que intenta a toda costa no tensionar aún más las relaciones con España, tras la polémica que se desató en 2019 por la carta que envió López Obrador al papa Francisco y al rey Felipe Vl para exigir una disculpa por la Conquista. Pero más que coger los discursos con pinzas, las efemérides han agitado nuevamente el fantasma del sentimiento nacionalista antiespañol.

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Críticas de los historiadores y arqueólogos

La mayor crítica entre los académicos no está dirigida al nacionalismo detrás de los festejos, sino a la falsificación de una de las tres efemérides: la supuesta fundación de Tenochtitlan en 1321, que no cuenta con un respaldo documental. Como protesta, ninguno de los especialistas que trabaja en las excavaciones del Templo Mayor asistió al evento por los supuestos 700 años del origen de la capital indígena, que se realizó en mayo.

Las palabras más crudas contra el programa del Gobierno, que ha organizado un total de 15 actos, no llegaron desde la oposición sino desde las universidades y los institutos públicos de investigación. Eduardo Matos, fundador del proyecto de excavación de las ruinas en el centro de Ciudad de México, llegó a calificar el acto como una "manipulación". Incluso el actual director, Leonardo López Luján, llegó a decir: "Los arqueólogos somos científicos, no sastres que hagamos fechas a medida".

Según los especialistas, la fecha más cercana a la fundación de Tenochtitlan es 1325. Como justificación, los funcionarios del Gobierno han admitido en público que todo ha sido una "provocación". El escritor Juan Miguel Zunzunegui, autor del libro 'Los mitos que nos dieron traumas' no se contiene y censura al presidente: "La historia nunca ha sido objetiva. Todos los gobiernos la manosean. Pero este ha sido obsceno en su manipulación". El profesor emérito del Colegio de México, Lorenzo Meyer, no coincide: "La historia depende de quien la cuenta, siempre ha sido así, y en este caso todo tiene un sentido político claro: poner en el foco la versión de los derrotados".

La reinterpretación histórica de AMLO

Ese sentido político del que habla Meyer se refiere a la última conmemoración del pasado 13 de agosto: los 500 años de la caída de Tenochtitlan. Para evitar suspicacias con España, el mandatario decidió darle una vuelta a la tortilla y enfatizó en su discurso "la resistencia heroica" de los indígenas, en vez de poner el acento en la victoria del ejército de Hernán Cortés. Aunque, eso sí, habló de los "asesinatos, saqueos y violaciones", tras la toma de la capital del imperio.

Bertha Hernández, periodista y divulgadora científica, no termina por comprar la reinterpretación del mandatario: "El problema no es el debate [sobre cómo enfocar el hecho histórico]. El problema es cuando, desde el Gobierno, se dice: 'estos son los buenos y estos son los malos'. Porque eso genera un clima de polarización".

Para Zunzunegui, la reinterpretación de la resistencia indígena es "una tontería más". "Tenochtitlan fue tomada por los mesoamericanos [aliados de Cortés y sometidos por el imperio azteca]. La ciudad cayó ante un ejército de 100.000 guerreros. Los españoles no llegaban a 1.000. ¿De dónde crees que salieron los otros 99.000?". Lo que sí que es cierto es que hasta los académicos más críticos coinciden en que es positivo debatir el concepto de Conquista, ya que en 1521 solo cayó una ciudad y lo que siguió fue una especie de guerra de guerrillas durante décadas.

Los eventos conmemorativos acaban el 27 de septiembre. En ese día se cumplirán 200 años de la declaración de independencia. El día resulta extraño para la mayoría de los mexicanos, que históricamente han celebrado el 16 de septiembre como el día de la fiesta nacional, por el inicio de la lucha secesionista -los criollos que terminaron la guerra separatista eran contrarios a la revolución liberal en España y fundaron un efímero imperio mexicano-. La pregunta del millón es cuál será el enfoque que le dará el presidente. En especial porque el consumador de la lucha armada, Agustín de Iturbide, era un declarado admirador de la España absolutista.

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