Nuevo escenario en el país asiático

La acogida de refugiados afganos divide a la UE

Los estados miembros no logran consensuar una respuesta común a la acogida de refugiados del país asiático

Austria y Grecia reclaman que sean instalados en Turquía o en otros países vecinos del estado centroasiático

Una familia afgana feliz, tras desembarcar de un avión militar A330 francés en Roissy.

Una familia afgana feliz, tras desembarcar de un avión militar A330 francés en Roissy. / CHRISTOPHE PETIT TESSON

Irene Savio

Irene Savio

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La posibilidad de una rápida solución de los países de la Unión Europea (UE) sobre el tema de los refugiados se ha revelado, de momento, una ilusión. La reunión extraordinaria celebrada este miércoles por los ministros de Interior de la UE, a la que a última hora se añadió la discusión sobre la situación humanitaria de las miles de personas que están intentando huir de Afganistán, ha finalizado sin que se haya logrado pactar una respuesta común que contribuya a facilitar la evacuación y acogida de los miles de afganos que temen por su vida tras la toma de Kabul por los talibanes.

Ni siquiera se ha llegado a una solución unánime para los afganos que han trabajado para las fuerzas europeas, tal y como, poco antes del inicio de la reunión, había sugerido David Sassoli, el presidente del Parlamento europeo. “Debemos proteger a los que trabajaron y cooperaron con nosotros”, ha asegurado el italiano. En opinión de este dirigente, es la Comisión Europea el organismo adecuado para autorizar “un reparto equitativo [de los refugiados] entre los Estados miembros, y esto puede hacerse rápido”.

En esta misma línea, la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, ha asegurado que Bruselas está preparada para “ayudar en la coordinación entre Estados miembros” y ha instado a los países a “intensificar su compromiso” para la reubicación de los afganos, “en especial de las mujeres”. “No deberíamos esperar hasta que estas personas lleguen a las fronteras exteriores de la UE”, ha advertido Johansson en una clara referencia al inmovilismo europeo, al tiempo que ha repetido también la consigna europea del día anterior. Esto es, que se refuerce la ayuda humanitaria a los países cercanos a Afganistán, entre ellos “Pakistán, Irán y Tayikistán, así como otros estados de la región como Turquía”, para que los desplazados permanezcan en esa zona.

Lo que pasará con los demandantes de asilo afganos -incluyendo los que no han sido trabajadores de las fuerzas aliadas- no es una cuestión baladí. En julio, el ACNUR estimó que más de 3,5 millones de afganos eran en ese momento desplazados internos (el 80%, mujeres y niños), un número cuyo crecimiento es ahora imposible de calcular aunque sin duda la cifra está aumentado de forma significativa a causa de la situación del país.

Y hay que añadir un elemento más a tener en consideración: en el mundo ya hay unos 2,5 millones de refugiados afganos, pero la mayoría de ellos no están en Europa, si no en dos Estados vecinos, Pakistán e Irán, países a los que han ido huyendo en distintas oleadas desde la invasión soviética de 1979. “Los estados tienen la responsabilidad legal y moral de permitir que quienes huyen de Afganistán encuentren seguridad”, ha enfatizado el martes la portavoz del ACNUR, Shabia Mantoo.

En este clima, eso sí, los grandes países de la UE han continuado movilizándose para trasladar a sus territorios a grupos de afganos que durante años trabajaron para sus fuerzas en Afganistán. Este es el caso de Italia, que desde junio mantiene un operativo que ya ha permitido el traslado de alrededor de unos 200 colaboradores afganos y sus familias, y que en las próximas horas tiene previsto recibir a otros 200.

En la misma línea, el Consejo de Ministros alemán aprobó este miércoles, de manera retroactiva, el envío de hasta 600 soldados a Afganistán para rescatar a unas 10.000 personas de Kabul. Una imagen, ésta, que chocaba con las recientes declaraciones de Armin Laschet, el candidato conservador a sustituir la cancillera Angela Merkel en las elecciones que se celebrarán en Alemania en seis meses, quien dejó claro que el tema se convertirá en un asunto de campaña electoral.

Numerosos rivales de Merkel, también internos dentro de su propio partido, la Unión Democristiana (CDU), criticaron la solución de la cancillera en 2015, cuando optó por no cerrar las puertas a más de un millón de refugiados, sirios fundamentalmente, que recalaron en Alemania, lo que terminó por alimentar a la ultraderechista Alternativa por Alemania. Un desenlace que muchos en Berlín quieren evitar, en un momento en el que además la UE es frágil por la crisis del coronavirus.

Aunque no solo en Alemania las posturas están siendo más ambiguas que en el pasado; menos compasiva aún se ha mostrado Austria, que propuso enviara los afganos en fuga a centros de deportación en países vecinos a Afganistán. Grecia, por su parte, ha defendido deportarlos a Turquía. Incluso el presidente francés Emmanuel Macron acabó en el punto de mira de algunas oenegés tras declarar que se prepara una solución para “los flujos migratorios irregulares” en dirección hacia Europa, lo que fue interpretado como una espada de Damocles sobre los miles de afganos desesperados por abandonar la peor de sus pesadillas.