Doble rasero social

Alemania devuelve los derechos fundamentales a las personas vacunadas y recuperadas del coronavirus

La medida genera críticas entre los que consideran que crea una doble clase ciudadana y que agrede a su derecho a la privacidad

Una enfermera muestra un vial de la vacuna de Pfizer y BioNTech.

Una enfermera muestra un vial de la vacuna de Pfizer y BioNTech. / Loic Venance

Andreu Jerez

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Acceder a una cita en una peluquería sin la necesidad de presentar un test negativo; salir a la calle más tarde de medianoche sin un salvoconducto o sin sufrir una emergencia para justificar ante la policía haber roto el toque de queda; encontrarse en un espacio privado con familiares o amigos sin contar para el límite de personas presentes; volver de una región extranjera considerada de riesgo sin la necesidad de guardar la correspondiente cuarentena.

Todo esto es posible en Alemania desde este domingo, pero sólo para dos perfiles de personas: aquellas que puedan demostrar que están completamente vacunadas o que se han recuperado de una infección con covid-19. Así lo ha decidido este viernes el Bundesrat -cámara territorial del parlamento federal- tras dar luz verde a un decreto aprobado previamente por la vía rápida por el Bundestag -Cámara baja-.

La medida, no exenta de polémica, ha recibido el apoyo de todos los partidos de arco parlamentario federal a excepción de los liberal-conservadores del FDP -que se han abstenido- y de la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), que ha votado en contra. El FDP pidió, sin éxito, incluir en el grupo de personas beneficiadas por la medida a aquellos ciudadanos que simplemente presenten un test negativo.

Para volver a disfrutar de las libertades antes mencionadas, aquellas personas vacunadas completamente tendrán que esperar a que pasen 14 días desde la inmunización total; las que se recuperaron de la enfermedad deberán demostrar que han pasado al menos 28 días y no más de seis meses desde el último PCR negativo. Se establece así un límite temporal para estos "derechos especiales" que el Gobierno federal y las autoridades defienden como un marco legal excepcional, pero necesario para ir recuperando poco a poco los derechos fundamentales recortados por la pandemia.

Cohesión social "en peligro"

"Nos encontramos en una fase crítica de la pandemia, una fase en la que se podría poner fácilmente en peligro la cohesión social", dijo el pasado viernes en el Bunderat Armin Laschet, primer ministro del estado federado Renania del Norte-Westfalia, presidente de la CDU y candidato democristiano a la cancillería. Laschet se ha referido así a los agravios comparativos que pueden surgir y a la frágil base constitucional sobre la que se han aprobado los "derechos especiales" para una parte todavía minoritaria de la sociedad de Alemania.

Según cifras del Instituto Robert-Koch (RKI), hasta el miércoles pasado sólo algo más del 8% de la población -siete millones de personas- estaba completamente inmunizada, mientras que el 30,6% -25 millones y medio de personas- lo estaba parcialmente tras haber recibido la primera dosis de las vacunas que exigen dos. Además, la cifra de personas que oficialmente se ha recuperado de la enfermedad desde el inicio de la pandemia es poco más de 3 millones, según datos del RKI.

En definitiva, sólo una minoría recupera parte de sus derechos fundamentales que los críticos del decreto califican de "privilegios". Laschet asegura que este no es un modelo para el futuro para alejar las sospechas de los que creen la medida ha llegado para quedarse. Según una reciente encuestada publicada por el instituto de estudios sociológicos YouGov, el 56% de los alemanes apoya la medida, mientras que un 36% la rechaza parcial o totalmente.

¿Embarazadas, menores y antivacunas?

Los agravios comparativos no sólo pueden surgir entre los completamente vacunados y aquellos que todavía no han recibido una vacuna a pesar de desearlo, aseguran los críticos, sino también entre personas que de momento no pueden ser vacunadas por no existir una fórmula autorizada para ellas, como es el caso de las embarazadas y los menores.

A estos últimos dos grupos hay que sumar los ciudadanos que se resisten a la vacunación por desconfiar de la seguridad y de los posibles efectos secundarios, o los que simplemente se niegan a ser inmunizados. En Alemania ha existido históricamente un importante movimiento antivacunas que se opone a la vacunación obligatoria y que considera que la medida de devolver derechos fundamentales sólo a una parte de la sociedad es una manera indirecta de introducir la obligatoriedad

"Rechazamos unir la devolución de derechos fundamentales como la libertad de viajar y de libre movimiento con la decisión de vacunarse y con un certificado correspondiente", reclama Médicos para la Decisión Individual sobre la Vacunación, una organización de médicos alemanes que no niega la existencia de la pandemia, pero que defiende que la ciudadanía decida en libertad sobre su propio cuerpo. Y añade al actual debate el derecho a la privacidad: "La decisión individual a favor o en contra de una vacuna pertenece a los datos más íntimos y goza de la máxima protección, según el Reglamento General de Protección de datos europeo".

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