CITA CON LAS URNAS

Groenlandia celebra elecciones marcadas por un polémico proyecto de explotación minera

El partido ecologista Inuit parte como favorito en las encuestas y puede dar un giro a cuatro décadas de poder del Siumut

Los candidatos Erik Jensen de Siumut, y Mute B. Egede de IA, participan en un debate previo a las elecciones parlamentarias.

Los candidatos Erik Jensen de Siumut, y Mute B. Egede de IA, participan en un debate previo a las elecciones parlamentarias. / Christian Klindt Soelbeck / EFE

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Groenlandia, territorio autónomo danés, elige este martes su nuevo Parlamento en unas elecciones anticipadas provocadas por un polémico proyecto minero que divide a la región, objeto de un creciente apetito extranjero en un trasfondo de cambio climático. En esta inmensa isla en la que viven 56.000 personas y pueden votar alrededor de 40.000, los dos principales partidos se debaten sobre la autorización del un proyecto minero de tierras raras y de uranio de Kuannersuit, en el sur del país.

Entre los partidarios del proyecto está el partido socialdemócrata Siumut, que ocupa el poder actualmente, pero que no parte como favorito. Desde el partido se ve la minería como un recurso importante para una pequeña economía que depende aún ampliamente de la subvenciones de Dinamarca, país al que pertenecen. Siumut lleva cuatro décadas en el poder de forma prácticamente ininterrumpida, pero las encuestas le dan el 23% de los votos, un retroceso de 4 puntos.

En cambio, el Partido Inuit (IA), de izquierda y ecologista y al que las encuestas dan como ganador, considera que el proyecto es una amenaza para el extraordinario y frágil medio ambiente local, enfrentado ya al fantasma del cambio climático acelerado. La formación encabeza los sondeos con 36% de intención de voto, diez puntos porcentuales más que en las anteriores elecciones de 2018.

La riqueza del territorio

Siete formaciones se disputan los 31 escaños del Parlamento local, el Intsisartut, en estas elecciones. Los resultados se conocerán la noche del martes o la madrugada del miércoles. Mientras que la vida política groenlandesa no despierta grandes pasiones desde la autonomía de 1979, la situación geográfica de la isla supone un verdadero desafío para las grandes potencias, como quedó patente en 2019 cuando el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, se ofreció a comprarla, o con las crecientes ambiciones árticas de Rusia y China.

Pese a que Groenlandia no está en venta, el Gobierno local intenta atraer a inversores extranjeros, elemento clave de cara a una posible independencia. Groenlandia tiene competencia sobre sus recursos mineros desde 2009. Un año después, el grupo australiano de capitales chinos Greenland Minerals obtuvo una licencia de exploración de los yacimientos de Kuannarsuit, pero aún carece de una autorización de las autoridades locales y nacionales. En febrero, la cuestión de la explotación de estos yacimientos provocó una crisis política que dio lugar a la convocatoria anticipada de elecciones por la salida del Gobierno de un pequeño partido aliado al Simiut.

Además de la minería, la campaña electoral también se centró en la pesca, que constituye el sector económico más importante de la isla, las cuestiones sociales y la identidad cultural, en un momento en que la juventud recupera las costumbres inuits y cuestiona la herencia colonial danesa.

Resultados inciertos

El resultado de las elecciones sigue siendo incierto, según el politólogo Rasmus Leander Nielsen, de la Universidad de Groenlandia, ya que es muy poco probable que un partido obtenga mayoría absoluta. "El escenario más probable es que IA se alíe con uno o dos pequeños partidos", afirma. El Partido Inuit está a favor de una moratoria sobre el uranio que suspendería de facto la autorización de explotación del yacimiento, considerado como uno de los más importantes del mundo en materia de tierras raras.

Para Erik Jensen, presidente del Siumut, la minería "significaría mucho para el desarrollo de la economía de Groenlandia", al permitirle diversificar sus ingresos. Copenhague asegura que no se opone a la independencia, pero emanciparse totalmente privaría a Groenlandia de los generosos subsidios daneses, más de 520 millones de euros anuales es decir, un tercio de su presupuesto.

El desarrollo del turismo o la agricultura en el extremo sur forman parte de las ideas de desarrollo de un territorio que obtiene el 90% de sus ingresos por exportaciones con la pesca. "Explotar de manera duradera los recursos vivos como la pesca será la mejor solución a largo plazo para Groenlandia, porque todos los recursos marinos se encuentran bajo presión en el resto del mundo", estima Minik Rosing, profesor de geobiología en la Universidad de Copenhague.

Acuerdo de París

Según Marc Jacobsen, especialista del Ártico en la Universidad de Cambridge, Groenlandia fue uno de los pocos territorios en no firmar el acuerdo de París sobre cambio climático con el objetivo de preservar posibles proyectos de extracción de minerales. "Firmarlo no les permitiría desarrollar ningún gran proyecto minero", explica.

Y sin embargo, desde los años 1990, el cambio climático es dos veces más rápido en el Polo Norte que en otras partes del globo y afecta el modo de vida tradicional de los inuits, que constituyen más del 90% de la población groenlandesa, al volver más difícil la caza. Si se impone en las elección, el Partido Inuit prometió firmar el acuerdo.