Guerra comercial

China blande el arma del boicot contra multinacionales textiles

Nike, H&M y Adidas cuestionaron las precarias condiciones de trabajo de la minoría uigur en la extracción del algodón en la provincia de Xinjiang

Tienda de H&M.

Tienda de H&M. / H&M

Adrián Foncillas

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A Mijit Timit, un agricultor con 20 hectáreas de algodón en la ciudad de Kuqa, le transpiraba la indignación. Sus trabajadores cobran 10.000 yuanes en dos meses (unos 1.300 euros), le llegan ofrecimientos de las provincias vecinas y utiliza maquinaria avanzada. "¿Cómo pueden decir que es trabajo forzado? Quieren arruinar nuestro negocio familiar y devolvernos a la pobreza", rugía en una reciente rueda de prensa en Pekín.  

La minoría uigur de la provincia de Xinjiang es la última y mayor piedra en el zapato chino. Sus condiciones laborales, presuntamente precarias, en la recogida del algodón ha derivado en un boicot a las principales marcas occidentales, sin soluciones mágicas al reto de contentar a todas las audiencias. El fragor actual se incubó en un informe publicado el año pasado que denunciaba el trabajo forzoso en Xinjiang, tan controvertido como publicitado, que obligó a las grandes multinacionales a achicar agua en una tormenta que amainó pronto. Ocurre que el asunto uigur ha alcanzado su punto de ebullición esta semana con las primeras sanciones de la UE a China desde Tiananmén y el posterior castigo de Pekín a políticos, académicos e instituciones europeas. Y China ha buceado en la hemeroteca.

La Liga Juvenil del Partido Comunista desenterró el miércoles un comunicado de la multinacional H&M en el que mostraba “su profunda preocupación” por las acusaciones de trabajo forzoso. Y desde entonces, el frenesí. Los principales portales electrónicos la han excluido, ni siquiera figura en los mapas de Baidu (el equivalente de Google en China) y una tienda física de Sanlitun, el distrito pequinés más cosmopolita, estaba ayer semivacía. Nike, Adidas, Burberry… sufren boicoteos similares por secundar las conclusiones de aquel informe o renunciar al algodón xinjianés. La prensa china ha revelado que Zara ha retirado discretamente un comunicado similar de las versiones en castellano e inglés de su web. Sólo se aplaude a Skechers. La multinacional del calzado ha mantenido su compromiso con Xinjiang tras comprobar con auditorías por sorpresa que no había rastro de trabajo forzoso.  

La Nueva Ruta de la Seda

El portavoz del Ministerio de Exteriores, Hua Chunying, mostró dos fotografías cuando le preguntaron por H&M. Una, con negros esclavizados en una plantación de algodón estadounidense del siglo pasado. La otra, con modernas máquinas en Xinjiang. La campaña ha contado con el ímpetu gubernamental, en editoriales combativos y denuncias en la televisión pública, pero no basta para explicar las dimensiones del tsunami. En los chinos, con o sin directrices oficiales, anida la certeza de que son víctimas de una terca campaña geopolítica para desacreditarla y frenar su auge. Xinjiang es la puerta de salida hacia Asia Central de la Nueva Ruta de la Seda, el megaproyecto comercial, y el algodón es clave en la economía provincial.  

A la protesta se ha sumado con entusiasmo la farándula. El cantante Wang Yibo, veinteañero y con casi una cuarentena de millones de seguidores en las redes sociales, rompió su contrato con Nike por "calumniar" a su país. Le siguió la actriz Tan Sonyuan y el listado ya alcanza la treintena de celebridades. Las acciones de las multinacionales extranjeras han caído al mismo ritmo que subían las chinas como Li Ning o Anta Sports. 

Se recomienda mucho tacto para que un incidente no desemboque en boicoteos en China, que padeció el colonialismo europeo y el imperialismo japonés y no está para más humillaciones. Balenciaga, Dolce & Gabbana o Dior ya los padecieron. También las marcas japonesas, tras el enésimo percance en las islas Senkaku/Diaoyu, y las surcoreanas, por el escudo antimisiles que Seúl aceptó de Estados Unidos. A las multinacionales textiles les tranquiliza que las tormentas escamparon pronto. El coronavirus ha acentuado la dependencia del mercado chino. Nike, por ejemplo, vendió más aquí el pasado año que en la suma de Estados Unidos y Canadá.  

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