Victoria en las presidenciales
La elección de la reformista Sandu abre un tenso pulso en Moldavia
Tras su victoria en las presidenciales, la flamante jefa del Estado moldava presiona para que se celebren legislativas anticipadas y desplegar una agenda reformista
El Partido Socialista, respaldado financiera y logísticamente desde el Kremlin, intenta torpedear las iniciativas de Sandu desde el Parlamento
La llegada de la líder proeuropea a la presidencia genera un nuevo foco de tensión regional entre la UE y el Kremlin, que aspira a mantener su estatus preponderante en la ex-URSS
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
No cabía un alfiler en la modesta sede del Partido de la Acción y la Solidaridad (PAS) en Chisinau, capital de Moldavia, durante la resaca electoral posterior a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, celebrada hace ya más de un mes. Subida a un atril, entre decenas de informadores y fotoperiodistas, la menuda y morena figura de Maia Sandu, execonomista del Banco Mundial, celebraba su victoria en las urnas frente al gran favorito en la liza electoral, el jefe del Estado saliente Igor Dodon, respaldado financiera y logísticamente desde la poderosa Rusia. El triunfo de la candidata reformista y proeuropea, presentado por muchos comentaristas como una lucha de David frente a Goliat, sucede en un momento de extrema tensión política en el espacio postsoviético, con protestas antigubernamentales en la vecina Bielorrusia tras otra elección presidencial calificada como "fraudulenta" por la oposición.
En esta ocasión, a diferencia de lo sucedido en Minsk durante el verano, el perdedor en la contienda ha aceptado los resultados electorales, y Sandu fue investida el pasado 24 de diciembre. La ceremonia, sin embargo, lejos de zanjar la lucha por el poder de cara al próximo mandato presidencial moldavo, más bien constituye el banderazo de salida de un pulso político de resultado incierto que tendrá lugar en Moldavia en los meses a venir entre fuerzas reformistas que buscan impulsar las relaciones con la UE, y los partidarios de mantener el actual estatus quo y la dependencia económica y política respecto al Kremlin.
"Ha sido una victoria simbólica, pero lo complicado viene ahora; Moldavia es una república parlamentaria y el presidente tiene escasas atribuciones", recuerda la periodista local Natalia Morari, fundadora de la televisión local TV8.
La primera prioridad de la presidenta moldava es "lograr una nueva mayoría parlamentaria" que pueda investir a un Gobierno de diferente color político dispuesto a colaborar con ella "en la lucha contra la corrupción", apunta telefónicamente Mihail Popsoi, diputado moldavo y uno de los más cercanos consejeros de Sandu. En Moldavia, según valora Gina Lentine, oficial de programas para Europa y Eurasia en la oenegé Freedom House, existe una "enorme frustración ante los niveles de corrupción y la impunidad" de que disfrutan sus responsables.
Trabas de las fuerzas prorrusas
Pese a su derrota en las urnas, Igor Dodón, el presidente saliente, y su formación política, el Partido de los Socialistas de la República de Moldavia, que controla 35 de los 101 escaños de los que se compone el Parlamento unicameral, poseen aún un amplio margen de maniobra, y a juzgar por las iniciativas, se ha propuesto "hacer la vida imposible" a Sandu, valora la periodista Morari. El pasado 3 de diciembre, la Cámara aprobó un proyecto de ley, suspendido de forma cautelar por Tribunal Constitucional, que privaba a la figura presidencial del control sobre los servicios secretos, una de sus escasas prerrogativas.
Hace unos días, según critica el analista moldavo Nicolae Reutoi, socio senior en Alaco, una consultoría londinense de negocios, "se celebró el último pleno parlamentaria del año; fíjese, la sesión empezó a las 10 y media de la noche y se aprobaron una gran batería de leyes, incluido el presupuesto". El último paso en esta carrera de obstáculos ha sido la dimisión del Gobierno encabezado por el prorruso Ion Chicu el pasado miércoles, un día antes de la investidura de Sandu. Si fracasan dos tentativas de investir un nuevo primer ministro nombrado por Sandu, la presidenta podrá convocar elecciones, aunque eso sí, tras un largo periodo transitorio en el que será obligada a asumir "el desgaste de la crisis económica" por la pandemia, valora la periodista Morari.
El "principal interrogante" que se cierne sobre el futuro inmediato del país, admite el consejero presidencial Popsoi, es la actitud que adoptará el Kremlin, una vez que su candidato Dodon ha sido apartado del poder. Algunas investigaciones sostienen que Rusia ha financiado la fracasada campaña electoral del socialista con más de 11 millones de euros, desplazando incluso a Chisinau, ya en el septiembre, a ocho asesores políticos que aconsejaron a Dodon en el periodo preelectoral.
"Rusia posee numerosas herramientas para desestabilizar Moldavia: los vínculos (empresariales) entre miembros del partido socialista y Moscú, el precio del gas, como en Ucrania, las emisiones de televisión rusa", muy vista entre la minoría ruso hablante, enumera Reutoi. Eso sí, una intervención descarnada como lleva a cabo el Kremlin en Bielorrusia en estos momentos es descartada por los expertos. "Moldavia no es Bielorrusia, en Freedom House, el país lleva una década calificada como 'estado parcialmente libre', mientras que Bielorrusia no lo es desde la independencia; en Moldavia la sociedad civil y las oenegés trabajan con autonomía, y el Estado no ha sido patrimonializado por sus dirigentes", enumera Lentine.
La posible reunificación con Rumanía, aparcada 'sine die'
Según un censo elaborado en 2014, más de tres cuartas partes de los ciudadanos moldavos tienen el rumano como lengua materna. En el periodo transcurrido entre la primera y la segunda guerra mundial, el país formó parte de Rumanía, aliada de la Alemania nazi durante la contienda. Al finalizar las hostilidades, el territorio fue incorporado a la URSS como una república soviética más. Desde la desintegración soviética, la cuestión de la reunificación se ha planteado de forma recurrente.
"Hay un bloque y candidatos que defienden la unión de Moldavia a Rumanía; sin embargo, en las elecciones no han obtenido buenos resultados", explica Reutoi, quien cifra "en un 10%" el porcentaje de población que se define a sí misma como rumana. "Creo que los moldavos aspiran a convertirse en un país con instituciones fuertes, baja tolerancia a la corrupción, pero han llegado a la conclusión de que para ello no es necesario incorporarse a Rumanía", subraya.
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