LA PANDEMIA EN EL REINO UNIDO

Johnson refuerza las restricciones por el coronavirus

El primer ministro británico apuesta por el teletrabajo y el cierre de bares y restaurantes a las 10 de la noche

Ciudadanos con mascarilla caminan por el barrio chino de Londres, este domingo.

Ciudadanos con mascarilla caminan por el barrio chino de Londres, este domingo. / periodico

Begoña Arce

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Gobierno británico ha impuesto nuevas medidas contra el coronavirus que regirán durante los próximos seis meses. Boris Johnson tomó como ejemplo lo que está ocurriendo en Francia y España para anunciar nuevas restricciones a fin de doblegar la expansión de la segunda ola de la epidemia que ya hace mella en el Reino Unido. El número de contagios  alcanzó el martes un nuevo récord con 4.926 nuevos casos en las últimas 24 horas, la cifra más alta desde principios de mayo. “Las pruebas muestran que el virus se extiende a grupos más vulnerables. Lo estamos viendo en Francia y España, donde eso ha llevado a un incremento de las hospitalizaciones y desgraciadamente a más muertes”, declaró Johnson en la Cámara de los Comunes.

Toque de queda en los bares y teletrabajo

A partir del jueves, bares, restaurantes y pubs en Inglaterra deberán cerrar a los diez de la noche. “Eso no quiere decir que a las diez de la noche se puedan hacer las últimas peticiones. Será la hora de cierre y la policía se encargará de que así sea”, aclaró Johnson.  El Gobierno ha dado marcha atrás y ahora pide a quienes puedan trabajar desde casa que lo sigan haciendo. Desde el verano comenzó una campaña del Ejecutivo para el retorno a las oficinas. Incluso se envió una carta requiriendo que el 80% de los funcionarios estuvieran en sus centros laborales a finales de septiembre.

El primer ministro también anunció la obligatoriedad de las mascarillas en recintos cerrados como bares, restaurantes (mientras no se estén consumiendo comidas y bebidas), tiendas, taxis y transporte privado. Hasta ahora sólo eran obligatoria en autobuses, metro y trenes, algo que frecuentemente no se cumple. No es un requisito en espacios abiertos o al caminar por las calles. La multa se dobla para quienes no la utilicen según las ordenanzas y pasa de las 100 a las 200 libras (216 euros).

A partir del lunes el número de personas permitido en las bodas se reduce a la mitad y queda en 15. El regreso del público a los estadios previsto para principios de octubre se aplaza 'sine die', al igual que la apertura de los centros de congresos. “Debemos reconocer que la difusión del virus afecta a nuestra capacidad de reabrir las conferencias económicas, las exposiciones y los eventos deportivos”.  

Seis meses

Johnson considera que las nuevas restricciones estarán en vigor hasta la primavera. “A menos que hagamos un progreso palpable asumimos que las restricciones que he anunciado estarán en vigor quizás durante seis meses. Hasta que esto cambie este virus es un hecho en nuestras vidas y debo decir a esta Cámara y al país que nuestra lucha contra él va a continuar”. Tampoco excluyó “nuevas y significativas restricciones” si fuera necesario. Desde la oposición, el líder laborista Keir Starmer prometió una vez más colaborar constructivamente en la lucha contra la epidemia, pero advirtió que “un segundo confinamiento no es inevitable y algo sí sería un enorme fracaso del Gobierno. Hay tiempo para evitarlo”.

Las medidas anunciadas por Johnson afectan a Inglaterra, pero son similares a las impuestas por la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon. Se instaura el toque de queda en los mismos establecimientos a las 10 de la noche y queda prohibido visitar en lugares cerrados a personas con las que no se conviva, algo que ya se adopta en las restricciones locales vigentes en varias partes de Irlanda del Norte y de Gales.

Ciencia, libertades y economía

Johnson se debate entre quienes consideran insuficientes sus últimas decisiones para frenar la epidemia y los que creen que por el contrario se excede, e incluso vulnera la libertad de los ciudadanos. Debe resolver un dilema imposible entre ciencia, política y economía. A este último grupo pertenecen quienes temen que el colapso de las empresas termine costando más vidas que el propio virus. Desde la Confederación de la Industria Británica (CBI), que representa a la patronal, se pide “con desesperada urgencia” un reemplazo al actual sistema de ayudas del Gobierno para sostener el empleo que debe finalizar en octubre. “Ha salvado cientos y cientos de puestos de trabajo, pero estamos al borde del abismo”, declaró  la directora del CBI, Carolyn Fairbairn.