Crisis en Latinoamérica
Las restricciones de agua dificultan la lucha contra la pandemia en Venezuela
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Abel Gilbert
De una manera u otra, el agua acompaña las urgencias de Venezuela. Venga del cielo o de la tierra. No había caído tan poca lluvia en Caracas desde hacía 71 años. "En mayo será distinto", se dijo y así fue, hasta el punto de que las tormentas provocaron fallos eléctricos de tal magnitud que dejaron una parte de los hogares de Caracas a oscuras y sin posibilidad de aseo. El <strong>acceso al agua </strong>en las casas e, incluso, los <strong>hospitales</strong> es un verdadero trastorno. La <strong>escasez endémica</strong> de los últimos años se hace sentir con otro rigor en <strong>tiempos de pandemia</strong>. Las protestas por los cortes en el servicio volvieron a multiplicarse en las calles a pesar de la cuarentena.
Algunos especialistas aseguran que las ciudades venezolanas consumen entre 30% y 50% menos agua que hace dos décadas. Se preguntan cómo es posible que los embalses estén llenos y se sienta la sed en las ciudades. El año pasado, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social detectó 1.777 movilizaciones por este problema. Entonces, Nicolás Maduro le pidió a la población "almacenar, acumular, ahorrar" agua en "grandes pipotes, grandes tanques" o en pequeños recipientes. La falta del <strong>líquido esencial</strong>, aseguró, era parte de los ataques promovidos desde <strong>Estados Unidos </strong>contra la infraestructura eléctrica.
Sin agua en plena pandemia
Bajo estas circunstancias, el agua, como se esperaba, es en un aliado esporádico en la lucha contra el covid-19. El pasado 14 de mayo se reportaron cortes en una de las estaciones de bombeo en el estado de Miranda. El ministro del Interior, Justicia y Paz, Néstor Reverol, dijo que había tenido lugar un ataque terrorista. El Gobierno provee a los barrios a través de enormes camiones cisternas procedentes de China.
Casi 300 unidades circulan por el país y serán adquiridas otras 700. En Petare, uno de los barrios más populares de la capital, sus habitantes rompieron las reglas del aislamiento y se aglomeraron con sus baldes y toneles alrededor del tanque rodante. La escasez afecta a todos los sectores sociales. La diputada del estado de Zulia,Nora Bracho, presidenta de la Comisión de Administración y Servicios del Parlamento, calculó que si se quisiera abastecer solo la capital se necesitarían 36.000 "súper cisternas" diarias.
Un año atrás, una encuesta del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos consignaba que un 23% de las personas decían tener "siempre" agua. Al evaluar el impacto del coronavirus en el páis, la Asamblea Nacional (AN) que responde al diputado Juan Guaidó, acaba de asegurar que solo un 4% de la población tiene una provisión normal. A veces, cuando el agua vuelve, falta presión para que se llenen los tanques.
En otras ocasiones sale del grifo con un tizne marrón y obliga a hervirla. Entonces, hay que comprarla. Ocho millones de personas perciben entre el salario mínimo y el bono alimentario 800.000 bolívares, unos cuatro dólares. Una caja de 40 pequeñas botellas de agua mineral se consigue por 20 dólares. Un filtro potabilizador cuesta 13 dólares. Un bidón vacío y usado, tres dólares. Muchas personas los utilizan también para el acopio de gasolina. Todo lo líquido se cotiza al alza.
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