crisis sanitaria mundial

El mercado salvaje de las mascarillas

material sanitario comprado a china

material sanitario comprado a china / periodico

Adrián Foncillas

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España devuelve 650.000 tests rápidos chinos tan certeros como una moneda al aire. El presidente eslovaco propone lanzar esas toneladas de aparatos inútiles al Danubio. Holanda comprueba que 600.000 mascarillas incumplen los estándares. Similares episodios desde Filipinas, Turquía y Malasia están arruinando dos planes: el del mundo aterrorizado, que busca pertrecharse ante la epidemia, y el de China, que pretende erigirse en el flotador en la tormenta.

El atomizado mercado chino ha sido descrito como el salvaje oeste, un nido de piratas o la jungla, así que Pekín mandó parar esta semana. La nueva normativa solo permitirá exportar kits de análisis, mascarillas faciales, trajes protectores, ventiladores y termómetros infrarrojos a las compañías que disponen de licencia para el mercado doméstico, según el comunicado del Ministerio de Comercio. El desencadenante fue el caso español, aclaró la prensa local, después de que la compañía Bioeasy exhibiera su certificado europeo.

El episodio genera preguntas incómodas. ¿Es más estricto el sello chino que el europeo o el estadounidense? Los escándalos eran cotidianos una década atrás en un sector corrupto hasta el tuétano, con un incesante trasiego de maletines y leyes tan laxas como olímpicamente ignoradas. Zhang Xiaoyu, director de la Administración Estatal de Alimentos y Medicamentos, fue ejecutado en 2007 por recibir sobornos millonarios por repartir etiquetas de “buen producto” a fármacos como un antibiótico con anticongelante de coches que mató a una decena de personas.

“El fabricante que prometía que su producto curaba el cáncer estaba encantado de pagar la multa por fraude porque ganaba mucho más con las ventas”, recuerda un empresario español con más de veinte de años de experiencia en China. Pekín sustituyó aquellas estériles multas por penas de cárcel y cierres inmediatos, estableció un control escrupuloso y limpió el sector. “Hoy son los más duros. Un medicamento a la venta en Estados Unidos apenas necesita un par de meses para que Europa lo apruebe, pero el proceso se alarga años en China”, añade el empresario.

Normativa europea

Otra pregunta pertinente es el blindaje de la certificación europea si la posee un fabricante de tests rápidos con una exactitud del 30%. En el 2022 será aprobada una normativa europea con controles escrupulosos pero ahora basta que las empresas envíen documentos que no son verificados por un actor independiente.

"La mayoría de productores chinos de material médico desconocen el ambiente internacional y encargan la exportación a intermediarios. Estos, con el alza de la demanda, han intentado conseguir el certificado de conformidad en agencias europeas que carecían de capacidad. Ha sido un caos industrial" señala  Pierre Yves, empresario con 12 años de experiencia en Shanghái y exportador estos días de mascarillas a Bélgica. También hay casos de falsificaciones que pasan sin excesivos problemas los controles en destino, pero aclara Yves que son esporádicos. Es también habitual que una empresa reciba el sello por un producto y lo esgrima en otro que empezó a fabricar anteayer. 

La dramática escasez de material médico ha estimulado un abastecimiento que atenta contra los usos diplomáticos. Funcionarios estadounidenses sacaron la cartera para arrebatar a Francia un cargamento de mascarillas chinas que estaba siendo ya cargado en el aeropuerto. Alemania ha denunciado episodios similares de filibusterismo de Washington. En ese clima de ansiedad se acercan los gobiernos a China, un mercado que siempre ha exigido cocciones lentas y condenado las prisas y la falta de contactos fiables al fracaso. El aluvión de nuevos participantes sólo ha agravado el cuadro.

“Algunas empresas que fabricaban moldes o estropajos compraron máquinas nuevas y se pusieron con las mascarillas. Es un caos en el que sólo puedes orientarte informándote a fondo”, señala Bernat Bofill desde su consultoría en Shanghái. 

Mitigar la escasez

Las leyes de oferta y demanda han quintuplicado los precios. Las mascarillas quirúrgicas han pasado de ocho a 40 céntimos de euro. Xiao Dong, un intermediario pequinés, explica por teléfono que los ventiladores ya alcanzan los 120.000 yuanes (15.650 euros) y que el precio sube cada tres días. Acaba de enviar 200 aparatos al Reino Unido y es incapaz de atender las órdenes de compra que le llegan de Kuwait, Estados Unidos e Italia. “Antes de la crisis nadie tenía ventiladores en el almacén. Es un producto caro, que requiere una gran inversión y se fabrica sólo con pedidos previos. Ahora han abierto a la carrera fábricas que están a pleno rendimiento”, señala.

En ese mercado, tan vasto como complejo, se ventila la victoria global contra el coronavirus.