COVID-19

Muertos en las calles: la imagen que resume la crisis del coronavirus en Ecuador

El cadáver de un fallecido por coronavirus, abandonado a las puertas de un centro médico de Guayaquil.

El cadáver de un fallecido por coronavirus, abandonado a las puertas de un centro médico de Guayaquil. / periodico

Abel Gilbert

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La muerte anda suelta y se queda en las calles de Guayaquil, la capital de la provincia ecuatoriana de Gauayas donde se concentra el 70% de los los 3.163 contagios por coronavirus en el país y la gran mayoría de los 120 decesos. Las imágenes de cadáveres en el espacio público retratan hasta qué punto el Gobierno del presidente Lenin Moreno ha sido desbordado por la pandemiaEcuador es el segundo país con más decesos por la crisis del coronavirus, solo superado por Brasil. Pero su  territorio es 30 veces más pequeño que el brasileño, y su población 12 veces menor.

Pero lo de Guayaquil supera todas las previsiones. Esa ciudad portuaria acumula más casos letales que los reportados en Perú, Argentina, Colombia, Uruguay, Venezuela, Bolivia y Paraguay.  Su tasa de mortalidad por el covid-19 es de 1,35 por 100.0000 habitantes, por encima de la de San Pablo (0,92), la gran megalópilis sudamericana. Y todo puede ser peor.  Jorge Wated, designado por el impopular Moreno al frente de la Fuerza de Tarea Conjunta, reconoció que "los fallecidos en estos meses serán entre 2.500 y 3.000 solo en Guayas". Por lo pronto, anunció que el Gobierno ya se ha garantizado 2.000 espacios en los cementerios de Guayaquil.

"¿Qué está pasando en el sistema de salud pública del país? No retiran a los muertos de las casas, los dejan en las veredas, caen frente a hospitales, nadie los quiere ir a recoger", se quejó la alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri. Las historias son estremecedoras. Familias que se quedan con los féretros a la espera de que sean retirados o que rodean al difunto apenas envuelto en una manta mientras cuentan las horas para que alguien lo retire del suelo. Wated dijo que la situación que ha denunciado Viteri es debido a "la poca capacidad que tienen las funerarias".

Sin milagros

Sin embargo, el drama de la capital de Guayas excede las lógicas de la oferta y la demanda. La prensa ha informado de que las funerarias se han mostrado reacias a lidiar con los cadáveres en esas condiciones por el temor de sus empleados a contagiarse. Más allá de la anécdota macabra, Guayaquil se muestra por estas horas como el corazón de las imprevisiones de las autoridades políticas y sanitarias.  El pasado viernes, la ministra de Salud, Catalina Andramuño, abandonó su puesto. Su sustituto, Juan Carlos Zeballos, le advirtió este jueves a los ecuatorianos de que no puede obrar milagros. "Lamento comunicarles que, a pesar de todos nuestros esfuerzos la curva (de contagios) continúa en un ascenso exponencial"

El presidente, cuya aprobación roza el 8%, ha decretado el toque de queda y el estado de excepción. "Vivimos días duros y difíciles, nunca antes vividos por nuestras generaciones. Estamos frente a una crisis sanitaria y económica que, sin duda, tendrá dolorosas consecuencias", ha anticipado Moreno. Nada que no supieran los atribulados habitantes.

El mal ejemplo

Lo que ocurre en Guayaquil ha comenzado a ser presentado en otros países de la región como el resultado de no atender las restricciones para frenar la expansión del covid-19. La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, acaba de recordarle a los habitantes de la capital colombiana de los peligros que representa mirarse en el espejo de esa ciudad. "Entonces debemos estar en cuarentena el tiempo que sea necesario", pidió.

El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos de Guayaquil denunció a su vez que los familiares de las víctimas no pueden llevar sus cuerpos a los cementerios porque carecen de los certificados de defunción. Los sectores de escasos recursos no pueden por otra parte pagar las cremaciones a las que obliga el Gobierno. El vicepresidente de Ecuador, Otto Sonnenholzner, llegó a proponer enterrar a los  muertos por coronavirus en fosas comunes y recibió una ola de repudios. 

El precio del ajuste

Moreno expresó su desagrado por la divulgación de las fotografías de los cadáveres en las calles. "No nos hagamos eco de las noticias falsas que tienen clara intencionalidad política", dijo. El año pasado, su Gobierno pidió un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI) por 10.200 millones de dólares. A cambio, intentó llevar adelante un ajuste en el Estado que afectó seriamente al sector de la salud, como se recordó durante los días del estallido social de octubre pasado. Aquellos señalamientos recuperaron su actualidad. El fallecimiento de un bebé de siete meses, infectado con el virus y mal atendido, puso otra vez en escena el peso de las asignaturas pendientes.

Cuando el covid-19 se mostró imparable, la ministra de Salud, Catalina Andramuño, abandonó su puesto.  "Estamos haciendo lo que debe hacerse: salvar vidas, todas las vidas posibles", dijo su reemplazante, Juan Carlos Zeballos. "Quédate en casa", le pidió a su vez a una población tan temerosa como desconcertada.

El coronavirus no hizo más que agudizar el permanente conflicto político de ese país.  "Hay que enfrentar la crisis con todos los recursos posibles. Es imperdonable que todavía no se lo haya hecho. Esta gravísima emergencia solo la resolveremos con claras políticas públicas. Siento una inmensa tristeza pero también indignación por la negligencia. Cosecharon lo que sembraron en tres años. Ecuador es el país que peor ha manejado la crisis sanitaria y el que más sufrirá el impacto económico. No tenemos Gobierno y nos mienten a cada instante. Tenemos que evitar una crisis humanitaria generalizada", dijo desde su exilio belga el expresidente Rafael Correa.