ESCALADA ARANCELARIA
La guerra comercial devuelve la tensión militar al Mar del Sur de China
Un destructor estadounidense patrulla aguas que Pekín reclama como propias
La tensión ha regresado a las convulsas aguas del Mar del Sur de China. Era más que previsible en esta dinámica estadounidense de pisarle todos los callos a Pekín que ya incluye la escalada arancelaria y los torpedos a su principal multinacional.
Los roces vienen esta vez del USS Preble, un destructor estadounidense con misiles guiados, enviado el domingo a patrullar las aguas del arrecife Scarborough. Washington llama pomposamente "ejercicios de libertad de navegación" lo que consiste en pasear periódicamente sus buques y aviones frente a las islas que reclama China con el indisimulable objetivo de irritarla. Pekín los juzga como violaciones de su zona de exclusión marítima legal. Las maniobras del domingo del destructor buscaban, según la flota estadounidense en el Pacífico, responder a "las excesivas reclamaciones marítimas y preservar el acceso a las vías tal y como manda la legislación internacional". El Ejército chino ha practicado desde entonces ejercicios tanto navales como aéreos para sugerirle al buque estadounidense que será mejor para todos si se marcha. Esa incursión, ha aclarado Pekín, "pone en peligro la seguridad de los barcos y el personal tanto chinos como estadounidenses y viola la soberanía china". Su Ministerio de Exteriores ha exigido a Washington que termine con esas "provocativas acciones" que dañan tanto las relaciones bilaterales como la paz y la estabilidad de la región.
Es el segundo episodio similar protagonizado por un buque estadounidense desde que la guerra comercial entró en su fase más cruda el pasado mes y no es previsible que sea el último. Washington había enviado a su destructor Chung Hoon a los arrecifes Gaven y Johnson en el archipiélago Spratley. El acercamiento excesivo de barcos y aviones de ambas potencias han estado a punto de provocar accidentes en el pasado.
Pleitos territoriales
El Mar del Sur de China es una de las zonas más erógenas del Pacífico. Ahí colecciona Pekín pleitos territoriales con media docena de países. El cuadro se ha agravado en los últimos años por la atosigante presencia militar estadounidense en el patio trasero chino y la pulsión de Pekín de levantar islas sobre el mar. Según China, favorecerán el tráfico internacional. En opinión de Washington, servirán de bases militares.
El Tribunal Internacional de Arbitraje de la Haya falló en el 2016 en contra de China en sus reclamaciones sobre el arrecife Scarborough y la acusó de violar la soberanía de Filipinas. China, como el resto de las grandes potencias, ignoró la sentencia del tribunal. La célebre "línea de los nueve puntos", que le sirve a Pekín para reclamar el 90% de las aguas del mar, centra el debate. Los países vecinos respetaron la demarcación durante décadas en lo que entiende Pekín como un reconocimiento tácito de sus derechos. La economía y la geopolítica mutó esa calma en turbulencias. Primero, estudios revelaron ingentes yacimientos de gas natural y petróleo en el subsuelo. Después, Estados Unidos eligió las cálidas aguas del Pacífico para dirimir la hegemonía global con China.
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