Francia, vista desde el otro lado de los Pirineos

El periodista francés afincado en Barcelona, Fabien Palem.

El periodista francés afincado en Barcelona, Fabien Palem. / periodico

KIM AMOR / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

 “Los jóvenes de mi generación no hemos vivido antes una situación de conflictividad social como la de estos días en Francia”, sostiene Fabien Palem, un joven periodista de Perpinyà que llegó hace casi un año a Barcelona. “Recuerdo algo parecido en el 2005, cuando se produjeron las revueltas en los barrios periféricos de las principales ciudades del país”, añade, "pero eso fue diferente".

Palem, que trabaja como 'freelance' para varios medios del sur de Francia y es autor del blog ‘L’auberge Catalane’ en la revista ‘Courrier International’, cree que las protestas que se han extendido por el país no son fruto “únicamente” de la polémica reforma laboral aprobada por decreto por el Gobierno socialista del primer ministro Manuel Valls. “Va más allá. Hay un descontento general. En Francia ha aumentado la desigualdad”, señala.

Como muchos franceses, Palem, de 26 años, sigue la actualidad de su país con mucho interés desde el otro lado de los Pirineos. La crisis económica y social que sufre Francia poco tiene que ver con la que ha castigado y sigue castigando a España -mucho mayor-, pero en el país vecino está incidiendo de manera especial en el ánimo de la gente.

Decepción, desaliento, desafección, apatía e incluso crisis de valores son términos recurrentes a la hora de definir lo que está sucediendo en Francia. Hay un hecho que muestra con meridiana claridad el divorcio entre parte de la población francesa y los partidos y dirigentes políticos tradicionales: el apoyo cada vez más mayoritario hacia el Frente Nacional.

“La rabia, la indignación se canaliza a través de la extrema derecha”, dice Henry de Laguerie, otro periodista francés que reside en Barcelona. “El Frente Nacional está haciendo una labor de proselitismo puerta a puerta”, recuerda.

MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

El éxito del partido de Marine Le Pen traspasa las propias fronteras de Francia, según dice Ludovic Lemoues, representante del partido en España. “Cada vez tenemos a más franceses en el extranjero que nos apoyan”, asegura este empresario de 54 años que reside en Barcelona y que también representa al partido en Portugal, Andorra y Mónaco.

“La gente está harta de lo mismo y decepcionada de personas como François Hollande o de Nicolas Sarkozy, que probablemente volverán a presentarse a las presidenciales el año que viene con las mismas promesas que no han cumplido. Es decir, más de lo mismo. Nosotros proponemos una opción diferente a lo que ha habido hasta ahora”, explica.

Recuperar el esplendor de antaño, el de la gran Francia, fuerte e influyente, forma parte del discurso de la extrema derecha que ha calado entre muchos franceses. De Laguerie define este sentimiento como “melancolía de un pasado dorado, que ya no existe”.

Para este periodista afincando en Barcelona desde hace siete años, desde donde informa a la radio Europe1 y el diario de Toulouse ‘La Dépêche du Midi’, en Francia "hay una visión pesimista, negativa de la situación que, en realidad, no es tan mala", sostiene. “Los franceses llevan mucho peor eso de la crisis que los españoles. Tengo 34 años y siempre recuerdo haber tenido desempleo en mi país. No es nada nuevo”, señala.

A la farmacéutica Florence Genevoix, de 49 años, le cuesta reconocer a la actual Francia, donde, a su entender, se han perdido valores, como el de la familia tradicional o la buena educación en las escuelas. Genevoix, que reside en Gavá y que se autodefine de centro derecha, dice estar descontenta con la clase política en general y ve el futuro de su país con “incertidumbre”.

“La clase media ha perdido poder adquisitivo, los más ricos evaden impuestos y el Estado gasta mucho en ayudas sociales. Es muy difícil tener contento a todo el mundo, pero hay que buscar el equilibrio”, considera.

ESTADO PROTECTOR

“En general los franceses esperan demasiado del ’Estat Providence’, como se conoce ahí”, enfatiza, por su lado, Emmanuel Deleau, un empresario de 42 años nacido en París y que es el creador de la asociación ‘La Peña des Entrepreneurs’,“un club de emprendedores creado por emprendedores” en Barcelona.

“Uno se da cuenta de lo bien que se vive en Francia cuando se marcha del país”, afirma aludiendo a la política de protección social que siempre ha imperado en el Estado galo. "Ahora ya no tenemos recursos. Si el Estado fuera una empresa privada sería insostenible", dice. Deleau, que cree necesario una reforma laboral en su país, es partidario de la cultuta de los pactos, "no solo en la política sino también en el sector privado", aunque recuerda que "Francia es un país poco acostumbrado a los cambios”.

 “En España la gente se está moviendo para seguir adelante. En Barcelona siento mucha energía positiva, lo que no ocurre en Francia, donde la gente se queja mucho”, señala. Un dinamismo que también lo ha percibido De Laguerie. “El otro día estuve en Girona y vi una ciudad muy dinámica, todo lo contrario que en Perpinyà, por ejemplo, donde se ve una ciudad dejada, abandonada por París.” 

El centralismo parece hacer mella también en 'Nuit Debout' (La Noche en Vela), el movimiento de los indignados franceses, que llevan concentrándose en la Plaza de la República del París desde hace semanas. “No parece que vaya a tener la fuerza que tuvo el 15M en España”, advierte Fabien Palem, “entre otras cosas porque de momento está demasiado concentrado en París y no se ha hecho fuerte fuera de la capital”.

Su colega De Laguerie, que vivió desde un principio el movimiento de los indignados españoles y el nacimiento posterior de Podemos, marca también diferencias. “Lo cierto es que no se puede comparar. En plaza Catalunya vi a familias enteras y a gente mayor. Aquí en Francia solo hay jóvenes”.

Para entender el fenómeno de los indignados en Francia y la crisis que atraviesa el país galo, Palem recomienda no perderse el documental 'Merci Patron!', un historia del desempleo y la nueva probreza entre franceses.