LA CARRERA A LA CASA BLANCA

A falta de magia, Bill

Hillary Clinton recurre al magnetismo de su marido en las últimas horas de la campaña en Iowa

Una seguidora posa para una foto con Hillary Clinton, en Cedar Rapids (Iowa), el 30 de enero.

Una seguidora posa para una foto con Hillary Clinton, en Cedar Rapids (Iowa), el 30 de enero. / BS/LIM/

RICARDO MIR DE FRANCIA

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Hillary Clinton vuelve a revivir estos días el mismo tormento de hace ocho años, cuando acabó quedando tercera por detrás de Barack Obama y John Edwards en los caucus de Iowa tras esfumarse la cómoda ventaja que había mantenido en las encuestas. Esta vez es el socialdemócrata Bernie Sanders quien le pisa los talones tras recortarle en los últimos seis meses hasta 30 puntos de ventaja. En la víspera del voto, solo les separan tres puntos y algo más difícil de mesurar como es el entusiasmo. El senador independiente de Vermont despierta pasiones y arrastra multitudes. Con Hillary la emoción es más contenida, pero una vez más ha vuelto a poner a su lado a alguien capaz de suplir la falta de magia. Se llama Bill Clinton, es un maestro de la oratoria y su marido a pesar de todo.

Tanto Bill como Chelsea llevan días apareciendo en algunos de los actos de campaña de la exsecretaria de Estado, donde las críticas a los republicanos ocupan mucho más espacio que los ataques a sus rivales demócratas. El expresidente hace parte del trabajo sucio, pero es consciente de que el resultado en Iowa pende de un hilo. “Hemos conseguido trasladar nuestro mensaje. Estoy contento pero no sabemos lo que va a suceder”, le dijo Bill el sábado a la cadena ABC News. En esta campaña, Hillary ha recogido el manto de Obama. Se presenta como la defensora de la clase media y de los derechos sociales conquistados durante los últimos ocho años. “No creo que Obama esté recibiendo el crédito que merece por habernos sacado del agujero”, dijo el viernes en un mitin en la universidad de Grand View, en Des Moines.

Apela a las mujeres defendiendo la igualdad salarial y el derecho al aborto. Hace bandera por el cambio climático, por el fin de la encarcelación masiva y por la profundización de la reforma bancaria para frenar los abusos financiero. No hay nada particularmente revolucionario en su discurso. Hillary es sinónimo de evolución. “Es una mujer increíble”, dice Donna Ball, una jubilada de 71 años. “Tiene una cualificación y una experiencia incomparables y está lista para dirigir el país con conocimiento de causa desde el primer día de su presidencia”. Al igual que otros de sus seguidores, considera que “Sanders promete muchas cosas, pero será incapaz de llevarlas a cabo porque el Congreso lo ve como alguien demasiado escorado a la izquierda”.