MALESTAR EN EEUU

Ducha fría para Netanyahu

Obama felicita al líder del Likud, pero le anuncia que reevaluará su política con Israel

Obama firma una orden ejecutiva en el Despacho Oval, este jueves.

Obama firma una orden ejecutiva en el Despacho Oval, este jueves.

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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La Administración de Barack Obama había cruzado los dedos para que Binyamin Netanyahu se estrellara en las elecciones israelís del martes, pero tras su holgada victoria contra pronóstico ni siquiera se ha preocupado de ocultar su insatisfacción. El presidente de EEUU retrasó hasta anoche su llamada al líder israelí para felicitarlo, algo que ya hizo en el 2013, cuando dejó que pasaran cinco días antes de descolgar el teléfono. Y su Administración no ha tenido reparos en criticar duramente las declaraciones racistas que hizo Netanyahu el día de las elecciones, cuando advirtió que la victoria de la derecha estaba en peligro porque los árabes de Israel estaban yendo a votar «en masa».

«EEUU y esta Administración están profundamente preocupados por una retórica que busca marginalizar a los ciudadanos árabes israelís», dijo el miércoles el portavoz de la Casa Blanca, tras calificar esa retórica de «divisiva». Pero hay algo más preocupante desde la óptica estadounidense. En el último aliento de la campaña, el líder del Likud declaró que no permitirá la creación de un Estado palestino y, aunque esas palabras no sorprendan a nadie en la región porque están en consonancia con sus actos, suponen un rechazo explícito a la política oficial de EEUU desde hace más de dos décadas.

Eso ha hecho que la Casa Blanca anunciara que «reevaluará» su política diplomática hacia Israel, un Estado al que concede cada año más de 3.000 millones de dólares en ayuda militar. Varios medios estadounidenses publican que como castigo por haber dado la puntilla a la solución de dos estados, la Casa Blanca podría adoptar represalias en los foros internacionales. Una opción que se baraja pasaría por dejar de utilizar el veto en el Consejo de la ONU para proteger a Israel de las condenas internacionales o para prevenir la declaración del Estado palestino en la ONU. Otra opción consistiría en promover una resolución que establezca las fronteras de 1967 como base para un acuerdo de paz.

Pero ante las amenazas veladas de la Casa Blanca, Netanyahu parece haber comprendido su error de bulto y ayer quiso dar marcha atrás. «No quiero la solución de un Estado. Quiero una solución de dos estados pacífica y sostenible, pero para eso tienen que cambiar las circunstancias», dijo a la NBC. Obama, en su llamada de ayer, realizada tras esa última precisión del dirigente israelí, le recordó el compromiso largamente defendido por Estados Unidos sobre la creación de dos estados en la zona y le anunció que reevaluará su política respecto a Israel.