LA CRISIS GRIEGA

Grecia saca la factura nazi

Una niña hace una ofrenda floral a las víctimas del Holocausto en Tesalónica.

Una niña hace una ofrenda floral a las víctimas del Holocausto en Tesalónica.

JAVIER TRIANA / ESTAMBUL

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A pesar de su corta estadía en el cargo, las citas de Yanis Varoufakis dan ya para llenar libro y medio: «Cuando vuelva a casa esta noche, me veré en un Parlamento en el que el tercer partido mayoritario no es neonazi, sino nazi». El ministro griego de Finanzas se despidió de Berlín el pasado jueves con esas palabras, a medio camino entre una dosis de realidad helena y un pellizco a su homólogo teutón, Wolfgang Schäuble, sentado a un metro. La advertencia era clara: ¿Queremos arriesgarnos a crear una situación como la de la Alemania de entreguerras? «Nadie entiende mejor que el pueblo alemán cómo una economía en grave depresión combinada con humillación nacional e interminable desesperanza puede abrir el cascarón de la serpiente en la sociedad», había dicho Varoufakis.

Aunque la amenaza que Amanecer Dorado supone para la sociedad griega no haya mutado en el monstruo en el que se convirtió el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf HitlerGrecia ha buscado la empatía de Berlín con un símil histórico. A todas luces, el efecto ha sido nulo. Así que, el domingo, en la presentación del programa de Gobierno ante el Parlamento de Grecia, el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, ahondó en una senda más espinosa: la de las reparaciones de guerra por las atrocidades cometidas por Alemania durante el Tercer Reich. Estas ascenderían a 162.000 millones de euros (aproximadamente, la mitad de la actual deuda griega) y corresponden a los daños y perjuicios ocasionados por los nazis durante el periodo de ocupación, entre 1941 y 1944. En esta cantidad entra también un préstamo forzoso que ataron las autoridades del Reich con el Banco de Grecia: 476 millones de 'reichmarks'Nunca fue devuelto. 

EL EJEMPLO DE GLEZOS

El eurodiputado por Syriza y referente en la izquierda griega y europea Manolis Glezos lleva una vida reclamando justicia para su país. Ahora tiene 92 años, pero cuando contaba 18 subió a la Acrópolis y retiró la bandera nazi que allí ondeaba, en los primeros días de la invasión. Fue detenido y torturado varias ocasiones, y se convirtió en un símbolo de la resistencia griega. Es también presidente del Consejo Nacional para la Reclamación de las deudas de Alemania con Grecia. «¿Están vengándose de nosotros los gobiernos alemanes porque tumbamos el mito del Eje invencible?», se pregunta hastiado Glezos, recordando la victoria de los partisanos griegos ante la Italia de Mussolini en 1940.

Alemania argumenta que todas las deudas quedaron zanjadas a través de los diversos tratados de posguerra. En 1953, mediante el Acuerdo de Londres, se decidió la cancelación de la mitad de las deudas a Alemania, que serían pagadas en los 30 años siguientes y solo si Alemania tenía superávit. En aquel momento, la prioridad de EEUU era la lucha contra el comunismo, por lo que hacía falta una Alemania Occidental fuerte. El profesor de historia económica de la London School of Economics Albrecht Ritschl sostiene que Alemania es «el mayor transgresor de deuda del siglo XX». En 1960, Alemania pagó a Grecia 115 millones de marcos alemanes, en el marco de uno de los 12 acuerdos de compensaciones que firmó con naciones occidentales. Para Atenas, solo un anticipo.

Para el historiador grecoalemán Hagen Fleischer, de la Universidad de Atenas, el único modo posible de acceder a una compensación es que el citado préstamo forzoso no sea considerado parte de las reparaciones de guerra. Un reciente informe griego, presentado ante el Ministerio de Finanzas estima --con cálculos conservadores, según la prensa griega-- que al valor actual la deuda por este préstamo asciende a 11.000 millones de euros. Una comisión parlamentaria alemana lo cifró en 7.000. Este lunes, el Ejecutivo alemán se apresuró a dar la réplica: «La probabilidad [de que Alemania pague compensaciones] es cero», afirmó el vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel.