Cuatro claves para entender el cierre del grifo del crédito a Grecia

La medida del Banco Central Europeo busca presionar a Tsipras

El presidente del BCE, Mario Draghi.

El presidente del BCE, Mario Draghi.

ANTONIO BAQUERO / BARCELONA

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El Banco Central Europeo anunció el miércoles por la noche su decisión de dejar de aceptar a partir del día 11 de febrero los bonos emitidos o garantizados por Grecia en sus operaciones de refinanciación. O, lo que es lo mismo, corta el grifo al acceso de los bancos griegos a financiarse con dinero del BCE. Aquí les explicamos las cuatro claves de una medida que busca presionar al Gobierno de Alexis Tsipras.

1. Hasta ahora, los bancos griegos accedían al dinero del BCE, que se lo prestaba con tipos muy bajos. Es decir, tenían acceso a un dinero muy barato. Al cortar ese grifo, el BCE deja a los bancos griegos sin esa fuente de financiación. A partir del 11 de febrero, deberán pedir prestado a una línea de financiación de emergencia que es mucho más cara.

2. Pero el objetivo no son los bancos griegos, si no el Gobierno de Tsipras. ¿Por qué? La razón es que con el dinero que le prestaba el BCE, que obtenía muy baratos, los bancos griegos compraban deuda griega, financiando así al Gobierno de Atenas. Al no disponer sus bancos de ese dinero barato, el Gobierno va a tener mucho más difícil poder financiarse. Al obetener ellos un dinero más caro, obligarán al Gobierno a pagar intereses más altos.

3. El objetivo del BCE es situar al Gobierno griego al borde de la bancarrota, pues le corta una de sus principales vías de financiación. La intención es que, al no poder financiarse, a Atenas no le quede más remedio que pedir el nuevo tramo de rescate y hacerlo según las condiciones que le impongan desde Bruselas. Por ejemplo, proseguir con los recortes.

4. La decisión del BCE es una medida de fuerza que busca presionar a Atenas. Bruselas quiere, no solo forzar al Gobierno griego a aceptar el rescate, si no especialmente romper la dinámica creada estos últimos días en que es Grecia la que parece llevar la iniciativa con una actitud que no gusta ni en Bruselas, ni en Berlín. Es, por tanto, una medida no solo económica, sino también política.

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