Comicios cruciales en un país en conflicto

Ucrania se pone en manos de Poroshenko en busca de la paz

Una anciana vota en su casa en Jotyanivka, en las afueras de Kiev.

Una anciana vota en su casa en Jotyanivka, en las afueras de Kiev.

IRENE SAVIO
KIEV

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Ucrania votó ayer por sobrevivir. Los ucranianos que pudieron votar -en buena parte del este del país no fue posible- optaron por la estabilidad, por dura que sea, otorgando la presidencia al oligarca Petro Poroshenko con el 56% de los votos, suficientes para evitar una segunda vuelta en un país con un conflicto armado en curso. Poroshenko, de 48 años y dueño de la principal fábrica de chocolate del país, celebró su triunfo con un discurso moderado en el que apostó por anticipar las elecciones legislativas y dijo que sus prioridades son que Ucrania ingrese en la Unión Europea y  «poner fin a la guerra» en el este.

«Por eso, mi primer viaje será al  Donbass [la cuenca que incluye las provincias rebeldes de Donetsk y Lugansk]», afirmó Poroshenko, quien cree que existen «fórmulas» de negociación para normalizar las relaciones con Rusia. En el este, donde continuará de forma indeterminada la operación militar contra los insurgentes prorrusos, estos impidieron que la mayoría de los cinco millones de electores pudieran ejercer su derecho. Y en Novoaydar, en la provincia de Lugansk, al menos una persona murió en el intento, según informó el Gobierno ucraniano.

SOCIEDAD DIVIDIDA / Los resultados evidenciaron la división existente en la sociedad entre los partidarios del diálogo y los más apegados a la retórica nacionalista. Sorprendió el tercer candidato más votado, Oleg Lyashko (9%), jefe del Partido Radical y cuyo eslogan electoral rezaba: «Muerte a los ocupantes». Segunda quedó la controvertida exprimera ministra Yulia Timoshenko (13%), cuya ambición de poder ha sido una de las razones de las crisis que han paralizado Ucrania en la última década.

Otro desafío del nuevo presidente será reactivar la maltrecha economía -la grivna, la moneda local, ha perdido un cuarto de su valor en lo que va de año y el PIB caerá el 5%, según las últimas estimaciones-, algo que no conseguirá si antes no restablece la paz social. «Desde la independencia, el error más grave ha sido el de no crear mecanismos de control para evitar la corrupción y la desigualdad», decía ayer a este diario Vasyl Durdynets, diplomático y exprimer ministro (1997).

«QUE ACABE LA GUERRA» / En Kiev, la votación transcurrió sin incidentes e incluso hubo largas colas en varios colegios, pero pocos votaron convencidos de que los comicios resolverán los problemas endémicos. La mayoría hacía una única y sencilla petición. «Que acabe la guerra», resumía la psicóloga Alla Andronova, de 46 años, que votó en la escuela 117 de la calle Liuteranka. «No es que me dé igual que las élites de siempre nos gobiernen, pero lo más importante es que no muera más gente», coincidía Tania Artemenko, veterinaria de 24 años. «La única razón por la que me gusta Poroshenko es porque creo que es capaz de reunificar el país», afirmaba Alexei Kovalchuk, técnico informático.

Si una relativa calma se imponía anoche entre la clase política ucraniana y europea, la respuesta de Rusia aún debe llegar. En los pasados días, el presidente Vladímir Putin anunció el repliegue de las tropas rusas en la frontera, lo que en parte se ha empezado a producir, según la OTAN y las propias autoridades ucranianas. No obstante, la tensión militar continúa. Esta semana EEUU envió otro buque  al mar Negro.