Disputa diplomática entre el Reino Unido y Ecuador

Expectación en Londres ante la inminente aparición de Assange

La prensa británica rechaza que el 'exhacker' sufra una persecución política

Una seguidora de Assange sostiene una imagen suya, el jueves.

Una seguidora de Assange sostiene una imagen suya, el jueves.

ELENA MATARÓ
LONDRES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A primera hora de la tarde de ayer, frente a la embajada de Ecuador en Londres, una veintena de partidarios de Julian Assange, el fundador de Wikileaks, soportaban el calor junto al grupo de técnicos que operan las cámaras de televisión. En el portal había apostados varios agentes de policía, que mantienen cercado completamente el edificio, situado en la céntrica zona de Kensington donde se encuentra la embajada. Aunque tanto el número de periodistas como de manifestantes se ha ido reduciendo paulatinamente, es presumible que hoy vuelva a aumentar dado que se espera que Assange comparezca ante los medios de comunicación, tal y como confirmó una portavoz de Wikileaks.

Las condiciones en las que vive Assange desde el 19 de junio distan de ser envidiables: la embajada de Ecuador, a diferencia de otras legaciones que disponen de lujosas residencias, consiste solo en un piso de un edificio en el que también Colombia tiene su sede. Allí dispone de una habitación «mal ventilada», según informabaThe Times, en la que tiene una lámpara solar, una cinta para correr, una conexión a internet y una cama.

Hasta el miércoles, en las inmediaciones, había reinado la tranquilidad. Pero aquella noche, el canciller de Ecuador dio a conocer la carta del Reino Unido amenazando con asaltar la legación y detener a Assange. Inmediatamente la calma se rompió con la llegada de furgones repletos de policías que cercaron la embajada y la aparición también de los primeros partidarios de Assange para manifestarse en su favor.

Al día siguiente el ministro de Exteriores británico, William Hague, se debatía ante las preguntas de si en efecto pensaban llevar a cabo esta amenaza, que para él no era tal sino un modo de «dejar clara la posición legal» del Reino Unido. Pero el daño ya estaba hecho, y hasta en el interior también se percibió el alarde como una amenaza, aunque vacía.

IMAGEN DAÑADA/ La prensa británica concluye que al Foreign Office el tiro le salió por la culata porque, lejos de amedrentar a Ecuador, provocó una escalada de una situación que estaba pasando ampliamente desapercibida. Es más, para cabeceras comoFinancial TimesoThe Times,con este pobre ejercicio de relaciones públicas se dio alas a la teoría de que el Reino Unido estaba obrando presionado por EEUU. Por no hablar de cómo se dañó su imagen en Latinoamérica.

Sin embargo, el conjunto de la prensa británica apoya la posición de su Gobierno, cuestiona tanto las motivaciones como la situación de libertad de prensa en Ecuador y niega que Assange esté bajo persecución política. Incluso el izquierdistaThe Guardian-que colaboró con Wikileaks en la publicación de los cables de EEUU- cree improbable que de ser extraditado a Suecia por las alegaciones de agresión sexual- «que en el lenguaje de todo el mundo es un grave delito no político», apostilla en su editorial- vaya a ser luego extraditado a EEUU por sus actividades en Wikileaks.The Guardianconcluye que la cadena de razonamientos que ha seguido Ecuador para otorgarle el asilo es «falaz» y que Assange no cumple las condiciones para ser considerado un refugiado.