Cuenta atrás en Oriente Próximo

Un largo camino

ANA ALBA
JERUSALÉN

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«En estos cinco años, hemos pensado cada día en Gilad. Si es invierno pensamos si tendrá frío; si es verano, si tendrá calor. Tenemos un sentimiento constante de incertidumbre»,explicó a EL PERIODCO a principios del verano pasado Yaara, cuñada del sargento mayor del Ejército israelí Gilad Shalit.

Estos casi cinco años y medio de angustia para la familia Shalit están llegando a su fin, ya que la liberación de Gilad es inminente. Para los padres del militar, los días se están haciendo eternos.«Estoy deseando ver como Gilad baja las escaleras de casa para cerrar el círculo. Ha sido un largo camino, es hora de que regrese», decía Noam Shalit, el padre del sargento, a los vecinos que se acercaron el miércoles a dar la bienvenida a la familia a su hogar, en Mitzpe Hila, en Galilea (norte de Israel).

Los Shalit«han sufrido mucho y han luchado»hasta el extremo por lograr la liberación de su hijo, contaba Yaara. La familia consideraba que el Gobierno israelí no hacía todo lo posible por conseguir que Hamás dejara en libertad a Gilad e iniciaron una campaña para que su hijo estuviera presente en los medios y el Ejecutivo israelí fuera más flexible en las negociaciones.

Ayudados por numerosos voluntarios, lanzaron una campaña que llevó a Gilad a los hogares de todos los israelís. Se vendieron camisetas y adhesivos del sargento cautivo y cintas amarillas que los ciudadanos colgaron en sus coches, balcones o tiendas para pedir su liberación. También lanzaron una ofensiva en las redes sociales, como Facebook, donde han conseguido más de 300.000 adhesiones.

En julio del 2010, Noam y Aviva Shalit organizaron una marcha desde su casa hasta la residencia del primer ministro, Binyiamin Netanyahu, en Jerusalén. Miles de personas los acompañaron en un recorrido que duró 12 días.«Muchos ciudadanos que marchan con nosotros saben cual es el precio que hay que pagar por la liberación de Gilad, pero también conocen el precio de abandonarlo», dijo Noam Shalit. Y anunció que no se iría de la residencia del primer ministro hasta que su hijo fuera liberado.

Punto de peregrinación

Los Shalit plantaron entonces una tienda de lona blanca donde pasaban todo el día y que se convirtió en lugar de peregrinación de ciudadanos que quisieron mostrar su solidaridad.«Los padres de Gilad se han dedicado a luchar por la liberación de su hijo, tuvieron que dejar sus trabajos y están todo el día en la tienda», indicó Yaara, que remarcó que la familia no estaba satisfecha de la manera de llevar las negociaciones del Gobierno.

Yaara y Yoel fueron a la sede de la Cruz Roja en Ginebra para pedir«que intentaran llegar hasta Gilad»y comprobaran su estado de salud, pero la organización internacional ni siquiera pudo hacerle llegar las cartas que le escribió su familia.En la tienda de lona de los Shalit, el número 1937 recuerda los días que Gilad lleva capturado. Su familia confía en que este contador se congele mañana en el número 1938. O a lo sumo, pasado, en el 1939.